Borrachera

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El Capitán Noir gimió ruidosamente mientras caminaba a tropezones por el pasillo. A través de la bruma borracha, logró unir dos pensamientos coherentes y recordar por qué no debe beber más de lo necesario. 

Cuando se prometió a sí mismo que iba a beber hasta el punto de la incoherencia, sin duda era en serio. Había funcionado notablemente bien, porque en este momento ni siquiera recordaba cómo o por qué se emborrachó. Él tendrá una perra de resaca en la mañana. Tratando de no caerse y terminar durmiendo en el piso, abrió la puerta de su cabina. Había una melodía, algo suave, casi incitándolo a dormir. Miró a la mujer de cabello oscuro en su cama. ¿Desde cuándo tenía mujeres desnudas en su cama?

Ah, claro. Su sirena. Quien no era técnicamente una mujer, sino que un pez. ¿Una mujer pez? ¿Una mujer de mar? ¿Diosa del mar? Sí, la diosa del mar parece bien.

Ella continuó tarareando, obviamente para el pirata borracho en la puerta mientras se pasaba las manos por el pelo.

Maldita sea, ella era hermosa. Eso no era noticia, pero el cerebro borracho de Chat no podía parar de estresarse en el hecho de que ella era absolutamente hermosa. Y dulce. ¿Quién diablos pensó que hacerla tan bella y dulce era justo? 

Ella se dio vuelta, mirándolo con esos hermosos ojos azules y sus labios ligeramente curvados hacia arriba.

Chat necesitaba un momento. Necesitaba un momento, porque la fuerte lujuria que sentía por ella ni siquiera estaba en la boca del estómago y no se estaba desvaneciendo por mucho que lo intentara. No, esta lujuria estaba en su pecho, causándole dolor y haciéndose más fuerte con cada segundo. ¿Lo estaba sintiendo ella también? ¿Ella también necesitaba una "liberación"? Probablemente era el ron que corría por su cerebro en este momento, pero deshacerse de este ridículo problema parecía una buena idea. Un servicio para ambos. Chat miró a su sirena de nuevo, sonriendo.

Podría estar borracho, pero estaría condenado si no la complacía tan bien como la diosa del mar que ella era merecía.

"Cariño."

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La tormenta rugió afuera y Marinette sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal. Algo estaba mal. Tal vez era solo el hecho de que estaba acostumbrada a las tormentas solo bajo el agua, el trueno y el ruido del rayo no se escuchaban en las profundidades. La sirena se frotó los brazos cuando sintió un escalofrío. No, algo estaba definitivamente mal. Ella no sabía exactamente qué, pero había peces koi en su estómago* y eso nunca fue algo bueno.

Ansiosa, comenzó a pasarse las manos por el pelo. Tenía pequeños nudos en él porque no había estado en el mar. Eso nunca sucedió bajo el agua. Marinette comenzó a tararear una canción aleatoria mientras se peinaba. Sus pensamientos derivaron hacia Chat Noir. Tal vez ella era demasiado dura con él. La mirada en sus ojos... ella podría haberlo matado y él se habría visto menos herido. Parecía que ella lo aplastó enormemente con sus afirmaciones y no pudo evitarlo, pero se sintió un poco culpable. Ella quería que fuera un golpe emocional, pero no tanto.

Un ruido llamó su atención y ella se dio vuelta abruptamente.

"Capitán, yo..."

Algo andaba mal. Algo andaba muy, muy mal. El Capitán Noir estaba apoyado contra la puerta, mirándola con la mirada más extraña que jamás había visto. Por un momento, ella recordó su primer encuentro en el bote. Era ese tipo de mirada, solo que mucho, mucho más intensa. Sus labios se curvaron en una sonrisa maliciosa mientras se pavoneaba vertiginosamente hacia ella.

Liberen a las sirenas [Bookskitten]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora