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Capítulo 43

El sonido del pitido de una máquina me llega por el conducto auditivo, los párpados me pesan y un dolor me invade en la zona de las costillas. Trato de abrir los ojos pero me es imposible.

Repíto la acción y ahora mis esfuerzos cobran frutos, aunque segundos después los cierro inmediatamente por la luz blanca que llega a cegarme, vuelvo a intentar ver a mi alrededor y parpadeo un par de veces tratando de acostumbrarme a la luz, una vez que lo logro me percato de las cuatro paredes blancas que me rodean, miro mi cuerpo y observo la bata verde aqua que lo cubre, todas mis extremidades me duelen, moretones cubren algunas zonas de mi brazo derecho, en cambio, el brazo contrario se encuentra rodeado por un yeso.

Trato de sentarme pero el dolor en mi costado derecho me lo hace imposible, sin mencionar que con una mano es díficil.

El sonido de la puerta abriendose hace que mi ojos vayan en esa dirección, un hombre  de edad avanzada, alto, piel clara, cabello castaño y con una bata blanca entra y en cuanto me mira se sorprende para después sonreír.

—Vaya, despertaste. — abre la carpeta que traé entre las manos — Dime, ¿cúal es tu nombre?

—Danielle, Danielle Jones — el hombre asiente y anota algo en unas hojas .

—¿De dónde eres y que edad tienes?

—México y tengo 19 años. — el hombre asiente una vez más y anota de nuevo un par de cosas.

—¿Sabes por qué estás aquí? — imágenes del partido, raiders, mis amigos y Jack cruzan por mi mente, pero no puedo decirle eso, niego con la cabeza y él sólo me da una sonrisa sin mostrar sus dientes —Bueno, por lo que veo tu memoria no está fallando, a excepción de que no recuerdas lo del incidente, pero es normal,  la mente tiende a bloquear los recuerdos que considera desagradables. — el señor extiende su mano derecha en mi dirección y me sonríe — Mi nombre es Frank y soy tu médico.— tomo su mano y la estrecho con la mía, trato de sonreír pero creo me ha salido más como una mueca, alejamos nuestras manos y él vuelve a abrir la carpeta— Estas en el hospital a causa de un atentado terrorista en el cual resultaste herida.— mis ojos se abren con sorpresa por lo que dice y él parece notarlo — No te asustes, estás segura aquí. Eso fue hace cinco días...

—¿Cinco días? — le interrumpo, el médico me mira y asiente en mi dirección para después seguir hablando.

— Llegaste con un brazo roto, varias contusiones y golpes. Según el reporte dice que te tiraron de las gradas cuando intestaste escapar. — el hombre me mira esperando afirme lo que dice a lo simplemente hago una mueca — Bien, no te presionaré pero después vendrá la policía para hacerte un par de preguntas, quieren tu testimonio y más tarde te haremos estudios, quiero asegurarme de que todo marcha bien— se gira en dirección a la puerta y la abre, justo cuando está a un paso de cerrarla se detiene y se gira a mirarme — Casi lo olvidaba, tus padres están enterados de lo que te sucedió y explicaron las razones por las que no pueden venir, así que le diré a tu novio que pase.

—¿Mi novio? ¿Él está aquí?

El doctor asiente y me da una tierna sonrisa.

—Desde que ingresaste al hospital no se ha despegado de aquí, se ha encargado de cuidarte. Le diré que venga.

Miro la sábana blanca que cubre mi cuerpo, el sonido de la puerta abriéndose se hace presente de nuevo y cuando levanto mi mirada me encuentro con esos orbes verdes que tanto adoro. Veo como me examina completamente y mi corazón se tranquiliza al verle bien, el único rastro de haber estado en una pelea con demonios es el corte en su mejilla, debajo de su ojo izquierdo.

—Hola — susurro mientras le miro. Jack no me contesta solo me mira desde la puerta, estiro los brazos en su dirección esperando se acerque a mí y me abrace, sin embargo, eso nunca sucede.—¿Qué está mal? — sigue con la vista fija en mi para después negar con la cabeza y mirar al suelo, una risa cargada de ironía sale de su boca para después fijar sus ojos en los míos. Miles de sentimientos cruzan por ellos, por un momento me miran enojados, después aliviados para finalmente estar tristes.