Engaños y mentiras (Dani)

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Tenía que ser sincero conmigo mismo y con Rebecca. Lo que hacía no era correcto y lo sé, pero nuca le pongo remedio. Acaso hice algo para merecer esto.

No sé si sospecha algo, lo deja pasar o lo sabe pero no hace nada al respecto. No podía seguir mintiéndola, ella no se lo merece. Me guste o no tengo que decírselo, no podía torturarme a mí y a ella por un tema tan complejo. Aunque sea difícil tengo que ser valiente.

-Becca, lo he pensado mucho y… necesito contarte una cosa…- digo frente a un rostro muy preocupado.- no, así no, la estas cagando Dani.- digo mirando al chico que tengo enfrente y que imita mis movimientos.

Me encuentro en el servicio de mi habitación… su habitación. No me atrevo, por más que quiera no puedo, soy un cobarde. No voy a defraudarla, iré mañana por la mañana al trabajo y lo arreglaré. Con Catrina sí que me atrevo a hablar. Le diré que todo se acabo, que no me dirija la palabra, que no me mire, que no respire ni mi aire.

-¿Qué es lo que estas cagando?- pregunta la sombra que se encuentra detrás mía.

-Nada.- digo dándome la vuelta, y mordiéndome el labio por sentirme culpable.- Ven, es hora de irse a dormir.

Me dirijo a ella, poniendo ambas manos mías en sus hombros, los cuales provocan que su dirección cambie hacia donde yo desee.

Necesito mostrar cariño, así que la tiro bruscamente a la cama y yo voy detrás suya.

Llevo mucho tiempo sin darle cariño, sin ofrecerle mi cuerpo sin que lo toque, sin que lo vea, sin que lo saboree. A mí me pasa lo mismo, un chute que hará que me olvide de Catrina. Será hacer el amor con mi Rebecca.

La empiezo a besar por su cuello, y más tarde le quito la camiseta, para besar su clavícula y seguir bajando hacia su ombligo.

-Cariño, estoy cansada, podrías hacer esto otro día, he tenido un día muy ajetreado y lo que quiero es descansar.

-Venga Rebecca, deseas esto tanto como yo.- digo muy caliente, a lo que intento desabrochar su pantalón como puedo, pero posando una de sus manos en las mías, me para.

-Dani, para. Enserio, estoy cansada y no quiero que me pase como con quien ya sabes.

-¿Con Elías?- digo confuso, pero seguro de la respuesta.

-No digas el nombre, me da escalofríos solo de pensarlo.- espeta muy seria, creo que no le ha gustado que lo nombrara.

-Vale, perdón, no pensé que aquel tema te tuviera tan inquieta todavía.

-Sí, y ahora, por favor, déjame dormir.- endilga. Deja que pase un momento para seguir hablando.- Buenas noches amor.

-Buenas noches mi dulce princesa.

Ella se separa de mí y yo me quito mi camiseta, me quedo en bóxers y me recuesto en su cama de matrimonio. Ella simplemente se pone una de sus gigantescas camisetas (que antes eran mías) y se mete en la cama.

Me tumbo con los brazos en alto, con ambas manos bajo mi cabeza, a lo que ella aprovecha para colocar su cabeza en mi musculoso cuerpo, junto a una de sus manos que la coloca en mi pectoral contrario.

Cierra sus ojos, pero yo sigo pensando en que le diré a Catrina cuando la vea. “Catrina, deberíamos de dejar el trato que hicimos cuando estaba deprimido…” no, eso suena cobarde. “Creo que deberíamos de dejar de vernos…” no, muy directo. “Catrina, y si lo dejamos en un tal vez…” muy indirecto e inconcluso.

-Puff…- suspiro en bajo para que Rebecca no se dé cuenta.

Seguro que cuando se entere me echará de su casa, y tendré que vivir en un apartamento de mala muerte con un vecino borracho que tenga un perro meón. Solo sigo aquí porque ella y yo estamos juntos, sus padres (incluyo a su madre antes de morir), confiaban en un nosotros, yo también lo creía.

Guerra de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora