"¿Me puedes explicar cómo terminaste con ese ojo morado?"
Taylor me veía estupefacta mientras le contaba. Podía jurar que su boca caía un poco más con cada palabra.
"Oh, Jude... Eres un imán de problemas, definitivamente" Bueno, ya lo sabía, no había necesidad de recalcarlo pero ahora me dolía el ojo y me habían vandalizado la puerta de mi departamento. Aaron 2 decidió grafitear unos cuantos calificativos algo feillos, desagradables, altisonantes en respuesta a meterme con su nuevo ligue.
"Pero no fue mi culpa, yo no fui el que le metió los cuernos y mucho menos lo sabía así que soy inocente en todo el sentido de la palabra, esta vez debería estar exento de esa desgracia" Taylor se encogió de hombros, luego procedió a reírse disimuladamente porque uno de los asistentes legales nos veía con una cara pedorra.
"Deberías llevar esto a uno de esos programas en donde dejan a las personas en vergüenza por x cosa" Enarqué ambas cejas, mirándola con desaprobación pero fallando en el momento en el que me empecé a reír.
Ahora era más fácil reírme, de una manera u otra, empezar a reconstruir mi vida había sido fructífero para mí, un bienestar algo peligroso por eso de muchas ETS que podría contraer pero gracias al señor condón lograba evitar. No era tan idiota como para pasar por todos los clubs gays de Seattle sin un globito.
No era como antes, que pedía por lluvia parado en un desierto. Había dejado de prestarle atención al teléfono cuando sonaba y también a los timbrazos de mi departamento.
Y además, había encontrado una manera de ser un poco feliz.
"¿Sabes qué es lo mejor de tenerte?" Negué, acariciando el gatito herido en aquella camita del veterinario. "Esto, tú rescatando animalitos heridos y enamorándome más."
"Esto es por mí, no lo hago para que me quieras más" Él asintió, besando mi sien mientras yo me ocupaba de llenar de amor al gato callejero. Aquellos que eran echado al mundo y abandonados en lugares con el propósito de que no tuvieran posibilidades de sobrevivir, inocentes criaturas que eran condenadas a vagar por las calles, algunos tan indefensos, siendo objeto de muchas crueldades de muchas personas, de aquellas que defendían la vida y se atrevían a quitarla como si ese derecho solo se aplicara a seres humanos. Me causaba gracia, ese pensamiento de superioridad que se le daba a todos los seres humanos por el hecho de existir.
"Lo sé, por eso me encantas más."
Restregó su nariz contra mi cuello, haciéndome sentir cosquillas por lo que no pude evitar reírme un poco; no podía reír en alto por el gato, en caso de despertarlo. Tenía que encontrarle un hogar porque no era tan sencillo como encontrar un perro, un perro iba fácilmente a una perrera y ahí esperaban hasta tener dos destinos: ser recogidos o sacrificados por falta de espacio. Era triste pero los gatos solo tenían la opción de ser sacrificados en la mayoría de los casos.
"Jude, deja de pensar en cosas feas" Ahí estaba él, adivinando mis pensamientos.
"Pero es que, ¿qué voy a hacer si no encuentro un hogar para este gatito? No podemos tenerlos, los dos estamos fuera y mis papás ya tienen cuatro, me dejaron en claro que ya no podría recurrir a ellos en caso de que no encontrara a alguien, ¿entiendes? Me pone triste no saber dónde dirigirme para estos gatitos, los gatitos no son como los perros que encuentran fácilmente un hogar."
Él me besó el cabello, deslizando sus dedos tiernamente en las hebras de mi cabello castaño. Me gustaba ser mimado por él cuando no encontraba soluciones.
"Te ayudaré, bebé" musitó en mi oído, besando mis ojeras que estaban un poco húmedas por las lágrimas que había derramado anteriormente. Estaba muy triste y no sabía que podía ayudarme pero aquellos besos en mis lágrimas me daban una gota de esperanza en un océano de tristeza.
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Siete años sin ti.
Short StoryJude y Aaron han sido pareja por cinco años, todo es perfecto hasta que Aaron se enlista como médico de combate y termina siendo prisionero de guerra por rebeldes en Iraq. Al otro lado del mundo se encuentra Jude, esperando fervientemente a que un d...