Capítulo Uno.

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Todos los integrantes del grupo 28-A miraron sin habla a Tolomeo. En se instante, todo se descubrieron pensando en su familia. En la gran posibilidad de que la persona que estuviera tal vez a 1 km de ellos, fuera el padre, la madre o el hermano de alguno. La angustia y la pérdida fue lo único que los niños pudieron abrazar en ese momento.

-Es el día del juicio.- se lamentó Johana. Cerró los ojos. Recordaba las palabras de la biblia, exactamente del capítulo apocalipsis en su mente.

- Los últimos serán los primeros y los primeros los últimos.- concordó Magdalena a unos metros de ella.

-No, no es cierto.- dijo Patrick. Cayó de rodillas en el áspero suelo y se abrazó a su mismo. Inseguro de cómo responder a eso. Ahora parecía...parecía el chico indefenso que realmente era. Que realmente eran todos los integrantes del 28-A.- Están mintiendo, no puede estar pasando...

Henry se sentó a lado de su amigo. Le dio unas palmadas en la espalda, tal vez lo único que podía hacer para consolar a su mejor amigo.

-Puede ser o no, tal vez solo es un fenómeno científico. Hasta que no busquemos, no encontraremos respuestas.

Hubo un momento más de silencio entre los chicos, había millones de respuestas y ninguna parecía ser la correcta. El fuerte sol de junio se alejó, dando en su lugar un cielo nublado con millones de gentes flotando hacia las nubes cargadas de lluvia, tristeza y muerte.

-Tenemos que ir al salón, ver como están los chicos haya dentro...se armara un verdadero caos si nadie intenta controlar a un montón de adolescentes.- sugirió Tolomeo, incapaz casi de hablar. Solo podía pensar en su familia, en su madre, su padre, su hermana menor…

Johana le dio unas palmaditas en la espalda. Parecía un tic que todos tenían.

-¿Pero si usted también vuelan como yo? No estamos seguros de quien podría ser un globo apunto de volar, sinceramente.- dijo Cristopher, la cuerda rodeaba su cintura, y uno de sus amigos mantenía la cuerda bien agarrada a su lado. Como si temiera que volviera a flotar a 3 metros del propio suelo.

Kriss asistió.

-Tenemos que sujetarnos todo de la cuerda, y llegar debajo de un techo lo más rápido posible. Como dijo, Cristopher, cualquiera de nosotros podía ser un globo a punto se volar.

En poco tiempo, con un semblante de tristeza, los jóvenes de 14 y algunos 15 con sus manos se sujetaron de la delgada cuerda rosa que tal vez le salvaría la vida. Magdalena miró fijamente a Johana, y la chica del lado contrarían de la cuerda le devolvió la mirada.

-Todo estará bien, Lena. Nadie va a volar mientras estemos agarrado de la cuerda.

Magdalena deseó que aquello fuera cierto.

Tolomeo asistió a Kriss, quien lideraba aquella cuerda. Juntos, avanzaron hacia enfrente, hacia la escuela. Hacia su posible salvación.

Posible.

***

El ruido del abanico era lo único que más odiaba el Doctor Ragnar en el mundo. Y ah claro, la sensación de vacío a lado de su cama.
Abrió los ojos en lo que podrían ser las 10 de la mañana. Tardó un tiempo en que sus ojos se acostumbraran a la luz, pero se volteó hacia su derecha. O mejor dicho a la pelirroja que, la única prenda que la separaba de su ropa interior y el descubierto, era la sábana blanca que también cubría al propio chico.

-Pensé que sería bueno en despertante.- dijo la chica.- Tu computadora no ha dejado de sonar desde la mañana.

Silencio.

-¿Qué?

La pelirroja echo su cabello hacia atrás, dejando al descubierto sus hermosas pecas que a Ragnar le recordaban las millones de estrellas que existían en el propio cosmos. Ella casi bufó desde el otro costado donde estaba Ragnar.

Levitando en el vacío.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora