Capítulo 1

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A veces pasa, mucho más que aveces, y cuando ocurre te das cuenta que no era tan increíble como todos en la red te habían dicho... Has pasado tanto para llegar a esta situación que es ahora cuando te das cuenta que tan solo estabas atentando contra tu vida, y sientes como si la cruel realidad hubiese pisoteado ese corazón que guardabas en tu pecho, ese corazón que a duras penas tiene fuerzas para latir por sí solo ahora, ese corazón al que puedes contar ahora uno a uno los barrotes de la celda que lo custodian, porque están marcadas en tu piel.

Y te encuentras sola, triste y abandonada.

Has desatendido todo por ir en busca de un sueño que te estaba acercando sin saberlo al más largo de los sueños, a la más eterna pesadilla.

Y revisas una y otra vez el espejo, y no te encuentras.

Indefensa, tonta y absurda te aferras a la vida buscando en ella un atisbo de esperanza que te asegure que saldrás sana y salva.

¿Cómo llegué a esto? ¿Cómo no me di cuenta?

Cuando me faltaban las fuerzas, cuando me dolía hasta el alma, ¿Qué me empujó a seguir?

Fui terca, inconsciente, una burda adolescente que pensó que el mundo se abriría en dos por donde quiera que pisara. Que aquel absurdo prototipo de belleza abriría las puertas del cielo... no sabía por aquel entonces cuan literales eran mis palabras.

Y ahora arrodillada me encuentro y a la vez no me encuentro... por mucho que me busco en el espejo no distingo ya a la chica feliz de aquellas fotos, solo veo piel y huesos.

Mi torso desnudo dibuja el relieve de mis costillas, una a una, como los fuelles de un acordeón viejo y gastado... casi puedo ver a través de mí...

_ ¿Por qué hice esto?

_ Eso me gustaría saber a mí_ dijo la doctora sentándose sobre mi cama.

Me cubrí tan rápido como pude, no era vergüenza, ella me había visto muchas veces así, muchas más veces de las que quisiera. Simplemente fue la inercia del momento.

_ ¿Cuánto tiempo llevas observándome?

_ El suficiente para ver arrepentimiento en tu gesto.

_ ¿Cómo no voy a estar arrepentida? ¿Es que no me ve? Solo soy un monstruo_ Dije abriendo mis brazos y dejando libre mi torso de nuevo.

_ Un monstruo que necesita alimentarse_ dice señalando el plato de bazofia que me trajeron hacen un par de horas.

_ No me entra_ digo mientras me abrocho la bata.

_ Pues debe entrarte si quieres recuperarte.

_ No me entra ¿vale? No es que no quiera recuperarme, es que no consigo que esa asquerosidad baje por mi esófago sin que me den ganas de vomitar.

La doctora se levantó, se acercó a mí y poniendo sus brazos sobre mis hombros me miró directamente a los ojos.

_ Sé que puedes hacerlo, no te conviertas en una víctima más de esta maldita enfermedad. Sé que es difícil, pero también sé que eres fuerte. El primer paso es...

_Reconocer que tengo un problema, lo sé_ dije interrumpiéndola.

_ Exacto, ya has conseguido lo más difícil.

_ Pues siento que no he avanzado nada

Ahora era yo la que se sentaba en la cama, lejos de ella, en la otra punta y abrazaba mi almohada con fuerza.

_ ¿Volverías a hacerlo?

_ ¡Claro que no!

_ Pues has avanzado mucho más de lo que crees.

Un maldito saco de huesosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora