Capítulo 11

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     Tardaron unos segundos en volver a mí los ruidos. El agudo pitido que había dominado mi sentido se estaba marchando, y yo aún seguía con los ojos cerrados sin saber si estaba viva o estaba muerta. Tenía que abrirlos.

Manu estaba tirada en el suelo con el arma aún entre sus manos, y luchaba por quitarse de encima a ¿Carla?

Ya me había olvidado de ella, no sabía que estaba pasando hasta que vi una mancha roja crecer por la espalda de mi nueva amiga. Manu se la quitó de encima antes de que pudiera reaccionar dejándola boca arriba. Le costaba respirar y de su boca emanaba sangre como si de una fuente se tratase. Tosía e intenté ayudarla, pero Manu me frenó.

_¡No! ¡Carla!_ Grité y me apresuré a ver cómo estaba antes de encontrarme de frente con el arma de Manu, que negaba con la cabeza, haciendo que volviera en mis pasos.

_ ¿Dónde crees que vas?

_ ¡Necesita ayuda! ¡Vamos Manu! ¡Tú no eres así! _ Ya no podía contener mis lágrimas, ni mis llantos, ni los suspiros que no dejaban de salir de mi boca, puede que ni siquiera entendiera que estaba diciendo, y que solo yo lo hiciera.

_ Ya nadie puede hacer nada por ella.

Oía a Alex llorar tras de mí, y ver a Rafa igual, ahogado entre lágrimas. Supongo que también tenían miedo, era imposible no tenerlo. Pero por alguna razón, mi corazón, que seguramente se había detenido por algunos segundos, ahora marchaba a un ritmo lento y pausado. Cómo si ya no tuviera nada que perder, moriría de todos modos si no hacía nada, todos los haríamos, tal vez podría morir intentando hacer algo...

Manu ya se había levantado del suelo, y de nuevo me apuntaba con el arma.

_ ¿Sabes? _ Dije levantándome y poniéndome a su altura con una mirada desafiante.

Limpié mis lágrimas como pude, e intenté sonreír.

_ ¿Qué estás haciendo?

_ Lo he visto_ mentía.

_ ¿Qué has visto?

_ Mi vida pasar por mis ojos, tenías razón, fue muy rápido.

_ Pero, no te llegué a matar_ Dijo caminando hacía atrás tras, mientras yo caminaba hacía ella. En ningún momento dejó de apuntarme, pero eso ya no importaba.

_ ¿No? Qué raro, yo siento que ya estoy muerta.

_ ¿De qué estás hablando?

Justo detrás de Manu, estaba la pequeña mesa de madera sin cristal del salón, si conseguía hacer que caminara algo más hacía atrás ella se caería por sí misma, entonces solo tendría que correr hacía el arma y robársela.

Parece que las películas de gansters en blanco y negro que ponían en el centro al fin tuvieron sus frutos.

Mi mente solo me repetía, debes darte prisa, Carla está herida.

_ Déjame preguntarte algo_ dije sin parar de andar.

_ ¿Qué quieres saber? _ Dijo ella mirándome extrañada.

_ ¿Cómo empezó todo?

_ ¿Para qué quieres saberlo?_ Dijo frenándose de golpe justo antes de llegar a la mesa.

Yo no dejé de andar hasta que sentí el duro cañón del arma incrustarse en mis costillas. Ella miró el arma que estaba entre nosotras y me miró a mí.

_ Tal vez me pregunten cuando llegue al infierno_ miré hacía dónde ella miraba y volví a clavar mis ojos en los suyos.

De verdad no sé de dónde estaba saliendo ese yo... yo nunca había sido así, me sentía tan fría, tan calculadora, tan... demente jugando a aquel juego con ella. Seguramente ni Alex, ni Mariana, ni Rafa me conocían, ni siquiera yo sería capaz de reconocerme en aquel momento, pero era hora de actuar, de ponerme en su lugar, de intentar hacer algo, de ganar tiempo o ¡no sé! Cualquier cosa que pudiera hacer que nos hiciera tener algunos segundos más podía darnos esperanzas de que alguien hubiese oído el disparo y llegara hasta nosotras. Aunque todo fuera tarde para mí, no podía permitir que alguien hiciera daño a mis amigos, y mucho menos a Alex.

Un maldito saco de huesosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora