Nunca más volví a saber de Alex, tampoco la he buscado. Sus demonios internos son mayores que los míos, y a mi me está costando vencerlos.
Sé que Mariana ha estado hablando a escondidas con Rafa, no he querido preguntar. Para qué abrir las heridas del pasado, ellas solas se cierran con el tiempo.
Han pasado ya dos años desde que todo pasó. Yo continué con mi vida, sola. No es que esté esperando a Alex, es solo que no he encontrado a nadie que la iguale... tal vez tengo las expectativas demasiado altas. De todos modos he comprendido que no necesito a nadie más que a mí para ser feliz.
Ya casi he acabado mis estudios y estoy viviendo con Mariana, que ya ejerce como abogada.
Me encanta cuando sale de casa con el vestido de chaqueta y los tacones de aguja y vuelve con éstos en una mano y la punta de las medias rotas, como ahora.
_ No aguanto éstos zapatos, terminaré siendo una abogada hippie.
_ Tú estás guapa con todo_ Le dije.
_ Es cosa de familia_ Me guiñó.
Todo ha sido muy diferente desde que todo acabó, mi vida es diferente, Mariana es diferente, mi familia es diferente, y yo soy diferente, pero aquí, a nadie parece importarle mi pasado, y es algo que agradezco.
Con respecto a Juan, volvió a mi cuando regresé a casa, me dijo que él había cambiado, que me había extrañado y que se había dado cuenta que me amaba y que quería estar conmigo. Mariana le cerró la puerta en las narices antes de que pudiera terminar de hablar, se cruzó de brazos y se me quedó mirando seriamente. "¿Me vas a regañar por lo que acabo de hacer?", me preguntó, yo solo me acerqué a ella y la abracé. Siempre es más fácil cuando ella está conmigo.
Doy gracias a Dios de que todo aquello no borrara aquella sonrisa y aquella forma de ser, mi Mariana seguía siendo mi Mariana, y aunque comprendía que no iba a estar conmigo para siempre, que haría su vida y yo haría la mía y seguramente en algún momento nuestros caminos se separaran siempre seríamos hermanas.
_ ¿En qué piensas?_ Me preguntó sacándome de mis pensamientos.
Acababa de salir de su dormitorio con unas mallas, una camiseta de tirantes y unas zapatillas con forma de perro en sus pies.
_ Que me alegro mucho de que estés conmigo_ Dije mirándola desde el sofá.
_ ¿Quieres algo?_ Dijo entrando a la cocina.
_ ¿Qué tal un helado?
Mariana me miró, sonrió y se dirigió a la nevera.
_ Eres tan floja que estabas esperando a que yo llegara con el helado.
Yo no pude evitar sonreír.
_ Eres mi hermanita consentidora_ Le dije.
_ No te aproveches de nuestro lazo fraternal_ Dijo sentándose al lado con un bote de helado y dos cucharas_ ¿Cómo vas con eso?_ Dijo señalándome los apuntes que tenía en lo alto de la mesa del salón, sinceramente no me acordaba de ellos hasta que ella lo mencionó.
_ Bien, creo, solo me quedan las dos últimas páginas y listo.
_ ¿A qué hora tienes mañana el examen?
_ A las once.
_ ¿Y todo habrá terminado?
_ Al fin_ Le sonreí_ Seré libre.
Mariana no dijo nada más, y se mantuvo en silencio pensativa.
_ ¿Qué te pasa?_ Pregunté.
_ Estaba pensando que tendremos que celebrarlo.
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Un maldito saco de huesos
Genç KurguNunca pensó que un centro de rehabilitación de enfermedades psicológicas perdido en las afueras de un recóndito pueblucho pudiera llenarla de sensaciones nuevas y hacerla sentir viva de nuevo. Dos opciones, una decisión correcta ¿Será su cabeza la q...