Capítulo 9

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_ Yo... No sé que..._ Alex no podía hablar, sus palabras salían torpemente de sus labios.

Rafa nos miraba desde el fondo del callejón posiblemente sin dar crédito a lo que había visto. Tenía los ojos muy abiertos y un gesto entre molestia y enfado.

_ ¿Desde cuando me tomáis por estúpido?

_ No es así, nosotras no queríamos hacerte daño_ Dije intentando excusarme.

_ ¿Mintiéndome? ¿Engañándome? ¿Haciéndome creer que tenía una oportunidad contigo cuando te besuqueabas con mi hermana? ¡Que asco por Dios!_ Dijo llevándose una mano a la cabeza y dándonos la espalda.

_ No ha sido así, te juro que no ha sido así_ Dijo al fin Alex.

_ ¿Qué mierdas me estás contando?

Nunca lo había visto así, con ese tono de voz con el que nos hablaba, con esa vibración ronca y ese hilo de voz que nos daba a entender que estaba realmente herido.

Sabía que él no nos haría daño, y en ningún momento sentí ira o rabia en él, era decepción, y estoy totalmente segura de que a Alex le dolía más que una bofetada. Si yo me sentía así, no podía ni siquiera imaginar el huracán de sentimientos que seguramente estaría desbordando a Alex.

Ella dio un paso hacía él, y él instantáneamente dio otro hacía atrás.

_ Que no se te ocurra acercarte más a mí_ levantó la mano en señal de que se detuviera_ Me das asco.

_ No digas eso por favor_ Cada vez se le hacía más difícil a Alex contener las lágrimas.

_ ¿Qué quieres que te diga? Solo soy un maldito estúpido_ Dijo con mirada desafiante_ Un maldito estúpido_ repitió.

Ahora tenía una sonrisa en su rostro, no una sonrisa como las que provoca el placer o la felicidad, no, era más como una sonrisa de resignación de aquel que cree haberlo comprendido todo. Él no quería ocultar que estaba herido, tampoco creo que lo hubiese conseguido.

Alex se detuvo en seco y lo miró a lo lejos con un pie delante del otro como a la que le han cortado el paso.

_ Déjame explicarte todo_ Dije intentando intervenir.

_ No quiero oír nada que salga de ti.

Él solo se dio la vuelta y suspiró una vez más, manteniéndonos a su espalda antes de iniciar el paso.

_ ¿A dónde vas?_ Preguntó Alex.

_ No te importa_ Contestó con un deje de manos Rafa.

Alex se quedó estática, mirándolo ir. No hizo por seguirle, supongo que comprendió que era mejor dejarlo marchar y que se relajara antes de intentar explicar algo que ahora mismo no iba a escuchar. Y es que a veces es mejor dar tiempo a que la sangre circule más lentamente por nuestro cuerpo y deje enfriar las ideas, para que podamos llegar a entederlas.

Al menos Alex me tenía a mí, yo iba a estar con ella en todo momento. Y tenía que demostrárselo de alguna manera, porque todo aquello había sido muy en parte culpa mía. Si yo no hubiese coqueteado con Rafa, o me hubiese alejado de Alex, o no hubiese aceptado la invitación de salir aquella noche de Manu, ahora no tendría conflictos con el corazón y todo sería mucho más fácil. Aunque probablemente también podrían sumar una más a la lista de fallecidos en el incendio...

Puse una mano en el hombro de ella cuidadosamente y tiré hacía atrás, volteándola y que quedara frente a mí para poder abrazarla. Coloqué cuidadosamente una mano en su cabeza y la pegué aún más a mi cuello. Sentía como su corazón estaba acelerado y su respiración entre cortada, la humedad de su rostro en mi cuello haciendo contraste con la calidez de sus suspiros. Ojalá supiera como calmarla, aunque supongo que ahora mismo necesitaba desahogar todo, y mi único fin era ser su trapo de lágrimas.

Un maldito saco de huesosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora