Cap 9

41 5 0
                                    

[Autora]

Se despierta muy perezosamente, mira a su alrededor y viendo que no hay nadie, examinó el lugar en el que se encuentra.

Estaba en una habitación muy iluminada gracias al gran ventanal que ahí había, una mesilla a cada lado de la cama matrimonial, y cinco puertas de madera caoba (dos para el armario, una para el baño, otra para la salida y la última era un misterio por resolver).

Fue a levantarse para ir al armario, pero un tintineo y un pequeño tironcito se lo impidió.
Se giró para ver al causante de aquello y lo que vio no le gustó para nada...

Emma.- Estoy amarrada... ¿Pero por qué?. _ Murmuró.

Intentó quitarse la esposa que la agarraba de una sola mano a la cama, pero no pudo.

Oyó la puerta abrirse, se puso alerta y giró a ver quién era.

Era una señora de 30 años aproximadamente que traía una toalla, ropa y una maletita pequeña y rectangular encima de una camarera con ruedas en el que posaban dos charolas con un plato llano y otro ondulado, unos cubiertos, servilleta y un vaso con agua.

Emma la miró curiosa por todo lo que traía.

La señora levantó la cabeza una ves entrado a la habitación y se sorprendió de ver a la muchacha despierta.
Dejó la camarera con todo encima y salió corriendo de la habitación cerrando con llave.

Emma intentó otra vez quitarse la esposa para irse a aquella camarera y mirarlo todo con mejor detenimiento e ir al baño.

Resignada por no conseguirlo, cerró los ojos sentándose en la cama y apoyando la cabeza con cansancio.

Volvió a oír la puerta abrirse y pensando que era otra vez la señora, no miró.
Oyó el chirrido que hacía la camarera al ser movida a su lado.

Sintió una mirada y algo que la aplastaba contra la pared.
Asustada quiso ver quién era, pero no pudo ya que lo único que veía era una enorme palma aplastándole toda la cara.

Con su mano libre quiso quitárselo de su rostro, hasta que oyó una conocida risa.

Emma.- "Zero." _ Pensó.

Al instante se relajó y se dejó hacer.

El chico no sabía el por qué ella se había relajado tan rápido, pero no le dio mucha importancia ya que la pudo asustar un poco.

Zero.- Al fin despiertas felino.

Emma.- No p-puedo res-p-pirar Ze-r-ro. _ Se quejó.

Éste al instante la golpeó con demasiada fuerza contra la pared para sisearle cerca del rostro cubierto por su mano. - Que sea la última vez que me llamas así mocosa.

Ella le respondió con un inaudible gemido.

Zero se separó. - Quiero que te comas todo esto y suministra el agua ya que es lo único que tomarás durante la comida. _ Dijo mientras se sentaba cruzando los brazos y las piernas en la silla al lado de la ventana y de lado a la chica, mirándola en todo aquel proceso.

Emma.- No quiero comer.

Zero.- Si no te comes eso, no volverás a comer en una semana...
Y créeme cuando te digo que necesitas reponer tus fuerzas para lo que te viene de hoy en adelante niña. _ Sonrió con sadismo.

Emma.- Es que... No puedo comer lo que hay ahí. _ Se corrigió señalando las charolas.
Una tenía puré de espinacas y la otra patatas con pollo y tomate.

Zero.- ¿Y eso?. _ Preguntó curioso.

La observó de arriba a abajo:
Vestía un camisón blanco transparente, lo que dejaba ver millones de moretones y cortes por todo su cuerpo.
Miró la muñeca apresada por unas esposas, la piel estaba totalmente levantada y roja. Tenía un enorme arañazo que la traspasaba de un extremo a otro por todo su pecho y abdomen.
Su cara también era una "obra de arte", por así decirlo...
El labio estaba partido y aún sangrante, tenía cinco afilados cortes en cada mejilla (como si fueran las marcas de sus uñas al haberle sostenido el rostro) y adornaban pequeños moretones por todo el rostro; y el pelo lo tenía totalmente revuelto con algunos mechones sobre la cama, como si alguien se los hubiera arrancado de cuajo; y por último, su cuerpo estaba más delgado de lo normal por no haber comido 4 días en los que estaba dormida (inconsciente).

Zero reconoció que 4 días atrás se pasó al tomarla de aquella manera tan brutal como si fuera todo un animal salvaje queriendo devorar a la presa más pequeña.

Así fue en realidad...
Él tenía la forma de un enorme lobo de 2 metros (200cm) y ella de un gato de 0'25 metros (25cm).
Era una gran masa de diferencia entre los dos tanto animal como humano...

En humano, él medía 1'90 metros y ella 1'36 metros.

He aquí la consecuencia de no poder reprimir sus impulsos sexuales al tenerlo con su forma animal: Una chica decrépita, flacucha y débil.

Emma.- No puedo tomar el puré de espinacas ni el tomate de la otra charola, ya que me hacen mal al organismo.

Él dejó de divagar en sus pensamientos al escucharla.

Zero.- Eso a mí qué me importa, tómatelo y ya. _ Le dijo secamente.

Emma.- Dije que no puedo y ya. _ Le contestó de igual manera.

El chico se levantó y se encaminó a la chica de forma amenazante dispuesto a obligarla a comer.

Emma se puso nerviosa intuyendo lo que éste iba a hacer.
- Y-yo no puedo, porque me producen unas pequeñas heridas en la lengua y me dolería mucho si eso sucede.

Zero ya estaba enfrente de ella con la silla, cogió la charola con el puré, se sentó y la obligó a abrir la boca para meterle a la fuerza la primera cucharada.

Ella retrocedió negando. - No, Zero... Enserio que no puedo.

Este ya arto de toda esa mierda, la cogió de las mejillas con solo una mano, la apretujó entre sus dedos haciéndola abrir la boca e introdujo de un solo movimiento el puré.

Ésta al ingerirlo, rápidamente se apartó y empezó a vomitar aún sin no haber ingerido nada salvo eso.

Zero maldijo por lo bajo cuando ella vomitó en todo el edredón.

Al terminar el acto, levantó la cabeza para disculparse. - L-lo sien...

No pudo terminar ya que él la abofeteó con fuerza haciéndola volver el rostro.

Sorprendida se tocó el rostro para luego mirarlo.

Él la estaba fulminando con la mirada. - Quiero que recojas toda esa porquería con la lengua si hace falta. No quiero ver ni una jodida mancha... ¡¿Me oíste asqueroso felino de mierda?! _ Demandó a gritos antes de salir del cuarto. - ¡Y ten en claro que no volverás a comer nada hasta que me venga en gana!. _ Dijo dando un portazo dejando todo en donde estaba, pero sin antes quitar la ropa y la toalla de la camarera para sustituirlos por una píldora anti-bebés.

Sólo esperaba que cuando regresara ella hubiera recogido el desastre que creó, se tomara todo el alimento (aunque tenga que vomitarlo después) y la píldora.

Él (2º Ella)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora