Capitulo 2

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[AUN NO EDITADO]

No fue la mejor noche. Despertaba muchas veces y bebí demasiada agua, por lo que fui repetidas veces al baño. Aunque no me quejo del todo porque gracias al cielo no me dieron crisis esta noche.

Ya era de mañana y le pedí a mi madre que abriera las cortinas. Cuando lo hizo mi corazón saltó de alegría al ver que el sol estaba ahí, en el firmamento. Sonreí de oreja a oreja y me quedé un rato contemplando la vista.

Minutos después una señora entró en la habitación y me trajo el desayuno a la mesita al lado de mi camilla. Cuando abrí la tapa me llegó un exquisito aroma de huevo revuelto. Lo acompañaba dos panes blancos y leche chocolatada, con una manzana verde al lado. Estaba lista para devorar todo, pero me percaté de que mi desayuno iba acompañado de un bonito toque, una nota en la bandeja que decía "¡Qué Dios te bendiga!" Sonreí a aquel gesto y empecé a comer.

–Bajaré a comprarme algo y subo de inmediato cariño –me dijo mi madre, a lo cual yo pronuncié un "ajá" con la boca llena de comida.

Me sentía muy a gusto en ese momento. Los rayos de sol atravesaban la gran ventana de mi habitación e iluminaban todo. Cerré los ojos un instante y disfrute de aquel momento de paz.

Mi madre llegó un rato después con su desayuno y terminamos de comer juntas.

A decir verdad me sentía tranquila en estos momentos. No crisis, no pensamientos negativos, no angustias, no inquietud.

Después de que la señora encargada de la comida se llevara mi bandeja entró por la puerta un hombre de mediana edad.

–Buenos días Daniela, soy el doctor Nicolas y vengo a hacerte algunas preguntas.

El doctor se acercó a mi camilla y empezó a hacerme muchas preguntas conforme a mi insuficiencia cardiaca y con respecto a las crisis de ansiedad que he tenido últimamente. Al parecer mi enfermedad no andaba muy bien, porque cuando terminó de hacerme las preguntas puso un rostro muy serio.

–Daniela, te haremos un par de exámenes y conforme a ello te daremos de alta o, de lo contrario, tendrás que quedarte algunas semanas. Dejaré informado a los enfermeros que vengan después de la hora de almuerzo, pero no podrás comer, ya que algunos exámenes deben ser en ayunas. Te veo más tarde.

Lo primero que pensé fue en que los exámenes resultaran malos y tuviera que quedarme más tiempo en este hospital. Me dió un repentino dolor de estómago por el miedo a que eso pasara, pero cerré los ojos y traté de respirar para dejar ir ese pensamiento y no anticiparme a lo que pudiera ocurrir.

Para mi suerte pude volver a la calma y descansé el resto del día hasta que los enfermeros vinieron a buscarme.

Las flores también lloran [Editada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora