Una siesta de diciembre

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Recuerdo que lo vi por primera vez ahí mismo, en ese umbral, y creí que era mi hermano jugándome una broma. Ya sabe, cuando uno es chico hace esas cosas. Me hice la fuerte, lo enfrenté e intenté quitarle la máscara impresionante de la cara. Nunca voy a olvidarlo, doc. Los dedos se me hundieron en esa carne blanda, roja. Con las uñas, había empeorado el aspecto de esa cosa. Entonces, sonrió, me dijo «que la inocencia te valga» y se esfumó.


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Las palabras de este mes: Fuerte, máscara, uñas.

Microrrelato escrito para el reto Cinco líneas de agosto de Adella Brac.


El fantasma en mi tintero - Pequeñas historiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora