Tres

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Entré a la clase del último curso, en la que ya llevaba dos años, acercándome directamente a las taquillas del final de la clase, sin molestarme en dar más de dos saludos, descalzándome para abrir mi taquilla y tomar mis zapatillas de papel. Miré hacia mi sitio. Cuarta fila junto a la ventana. Jungkook, que también había repetido el último año como yo, ya había llegado, y dormía, ocupando tanto su mesa como la mía.

Cerré la puerta de la taquilla y me acerqué a zancadas, dándole un par de toquecitos en el hombro para que se apartara y me dejara desplegar mi arsenal de estuches y papeles sobre la mesa.

- Días buenos, señorito Jeon.

- Llegas tarde.

Levantó la cabeza con pereza, echándose a un lado tras chasquear un poco la lengua como único saludo. Y me dejé caer contra mi asiento, soltando un suspiro largo, como si hubiera venido a pie en lugar de en autobús.

Jungkook me miró con los ojos entrecerrados, aun con la cabeza apoyada en sus brazos, dejados caer sobre la mesa. Alzó una ceja, indicándome que estaba esperando algo y puse los ojos en blanco, dándole un golpe suave con el pie en el muslo antes de inclinarme hacia mi mochila y abrirla para darle su parte de desayuno.

Un donuts gigante perfectamente glaseado por el que casi había perdido el autobús.

Estaba un poco aplastado pero sonrió cuando se lo extendí, incorporándose por fin, estirándose él hacia su mochila para sacar dos pequeños tetrabriks de leche, dejando uno de ellos en mi mesa, tomando su donuts y dándole un bocado enorme. Yo me había comido el mío por el camino.

- ¿Es leche de fresa? - pregunté, luchando contra el cierre. Después de unos largos treinta segundos Jungkook se apiadó y lo abrió por mí, sin dejar ni un segundo de masticar su donuts. Le di un trago largo. Gloria. - Vale, me encanta. Tráela siempre.

- ¿Y la de vainilla?

- Vale, puedes alternarlas.

- ¿Chocolate?

- Bien, mézclalas y tráeme cinco litros.

Jungkook se rió, con la boca llena y los ojos clavados en la puerta por si aparecía el profesor y tenía que meterse el resto del donuts en la boca de golpe. Le di otro trago a la leche de fresa. Madre de Dios ¿cómo no había probado esto antes? Pensaba decirle a mamá que se llegara al supermercado a comprar.

Hice un puchero cuando me di cuenta de que el presidente de la clase nos miraba con una mueca, supongo que debatiéndose internamente si levantarse y decirnos que estaba prohibido comer en clase o no. Pero lo hacíamos cada mañana, debería de haberse acostumbrado ya o al menos haberse atrevido a decírnoslo de una vez. Claro que cualquiera se acercaba a Jungkook tan temprano por la mañana, y menos cuando todos nos habíamos dado cuenta cómo de alto y fuerte estaba.

- Deberíamos casarnos, Jungkook - solté, apartando los ojos del presidente y centrándome en el tetrabrik de fresa. Estaba súper convencida de que si él tenía la nevera llena siempre de esto seríamos un matrimonio feliz.

- No puedo. Alguien que conozco me mataría si lo hago.

- Namjoon lo entenderá cuando le diga que me haces feliz - sonreí, dándole un codazo.

- No me refería a él.

La puerta se abrió de un portazo y el profesor entró de golpe, agitando en alto los papeles del examen de Historia que habíamos hecho la semana pasada. Jungkook y yo habíamos compartido respuestas, como buenos amigos, esperaba que no se hubiera dado cuenta.



Hana, dul, set - Kim Taehyung, Min YoongiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora