Trece

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No le había traído comida tampoco esta vez.

Había acompañado a Jungkook prácticamente hasta los vestuarios, cosa que no había hecho nunca, antes de atreverme a alejarme y tomar mi camino, incluso me había planteado quedarme a su entrenamiento, pero Jeongguk comenzaba a mirarme extrañado y no quería que sospechara nada. Le había dicho que lo que pasaba era que no tenía mucha hambre aun.

Pero después me había ido a la tienda de conveniencia más cercana y había comprado ramen para mí, comiendo junto a dos chicos que tenían el mismo uniforme que yo. Tenía que ir a ver a Yoongi, tenía que hacerlo porque iba cada jueves, y no ir sería romper la imagen de que no me importaba.

Aunque lo hacía, mucho.

Desde sus palabras del fin de semana pasado ninguno de los chicos me había repetido nada sobre Taehyung, aunque tampoco es que hubiera hecho falta, porque yo no me lo podía sacar de la cabeza. Había estado dándole vueltas todos los malditos días. Yoongi y Taehyung, y había llegado el jueves y a mí me dolía la cabeza.

Me sentí cómo una tonta al dudar si entrar o no a la tienda de discos, y me sentí idiota por tener miedo de que ella estuviera allí. No me había cruzado nunca con Jayoung, ¿por qué hoy tendría que ser diferente?

La puerta soltó un tintineo al abrirse y miré al interior, quedándome quieta durante unos segundos, buscándole por la parte de la tienda que podía ver desde mi posición, sujetando la puerta para que permaneciera abierta. Por una vez Yoongi no estaba entre los CDs, estaba sentado tras el mostrador, dónde yo solía pasar las horas, admirándole con las piernas cruzadas y el móvil entre los dedos.

Me llené los pulmones de aire, dando un paso al interior para poder soltar la puerta y dejar que se cerrara sola.

— Hola. — Yoongi ya tenía los ojos puestos en mí y subió la barbilla, despegándole el pelo de la cara, dejando que se deslizara con suavidad un poco hacia atrás.

Llevaba una camiseta blanca y una chaqueta vaquera un poco remangada, dejándole al descubierto algo más allá de las muñecas y me di cuenta de que había un poco de frío aquí dentro, tal vez había vuelto a estropearse el aire acondicionado. Tiré de mi falda hacia abajo mientras avanzaba y los ojos de Yoongi se movieron durante unos segundos hacia mis piernas.

— ¿Qué tal las clases? —preguntó, desviando la vista de nuevo hacia el ordenador. Como siempre a esta hora la tienda estaba vacía y terminé de acercarme.

— Aburridas. — Me mordisqueé uno de los lados internos de la mejilla, llegando al mostrador, rozando la madera con los dedos. Era la primera vez que no sabía si estaba bien o no que estuviera aquí—. ¿Qué haces?

— Inventario. — Sus ojos se mantuvieron en la pantalla, y yo no entendía cómo podía ver con el flequillo sobre sus ojos, las manos me picaban por apartárselo un poco hacia los lados, dejando así también a la vista sus cejas—. Estoy acabando, ahora dejo que te sientes. — Asentí, apoyando las manos en el mostrador y dejando caer mi peso en ellas, mirándole, admirando su perfil, sintiéndome hipnotizada por los pequeñísimos aros platas en sus orejas, y por lo bonita que tenía la nariz, y los labios, y la forma de sus pómulos. Llevaba toda una vida deseando demandarle...

— ¿No vas a soltar la mochila? 

— Voy.

Di un vistazo a mi alrededor mientras lo hacía, distrayéndome un poco más de tiempo en la parte de los instrumentos. En cuanto dejé la mochila en el suelo, contra el mostrador, volví mis ojos hacia Yoongi, encontrando con que se había separado un poco del ordenador, y me miraba. Abrió la boca antes de que pudiera hacerlo yo.

Hana, dul, set - Kim Taehyung, Min YoongiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora