Siete

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Me mantuve mirando mi reflejo en el espejo mientras terminaba de ajustarme el top negro, no tenía escote, pero era palabra de honor y me marcaba más el pecho, haciendo ver que había más de lo que realmente había. Quién inventara los sujetadores sin tirantes se merecía el cielo y el infierno al mismo tiempo.

Desde ayer Yoongi no me había dirigido la palabra, y yo no me había atrevido a dirigírsela a él, porque me había besado, así de pronto y así sin más, y en mi estómago se encogía y se me formaba una presión en el pecho que solo se liberaría si me ponía a gritar, pero no gritaba.

Me mordí el labio inferior, soltándolo justo después al darme cuenta de que estaba consiguiendo que el pintalabios se traspasara a los dientes. Chasqueé la lengua, frotando el dedo índice contra estos para que se fuera. Seulgi me había dicho que estaba siendo tonta, y que tenía que espabilar ya, pero era más fácil decirlo que hacerlo.

Alcancé los pantalones cortos vaqueros de tiro alto, poniéndomelos mientras pensaba que esta noche, con el ambiente a alcohol, cigarros, gente y música sería un buen momento para hablar con Min Yoongi sobre lo que había pasado, o también podía fingir que no había ocurrido nada y alimentarme de las fantasías que me proporcionarían el beso durante los próximos cinco años.

La puerta de la habitación de mi hermano se abrió y medio chillé, dándome la vuelta para quedarme de espaldas a la puerta, terminando de subirme los pantalones de un tirón.

— ¡Taehyung!

— Perdón. Creía que ya habías terminado. — Esperé a que se escuchara el sonido de la puerta al cerrarse pero no ocurrió nada, y puse los ojos en blanco, luchando por abrochar los cuatro botones del pantalón, ¿desde cuándo habían dejado de poner cremalleras en los vaqueros de chicas?

— "Perdón", pero sigues ahí. — Dos segundos más y nada—. O entras o te vas, pero haz algo ya.

Y la puerta se cerró al mismo tiempo en el que yo terminaba de abrochar el penúltimo botón, con Taehyung dentro. Me giré hacia él mientras terminaba, observándole avanzar por la habitación con sus ojos clavados en mí.

— Espera, no me mires todavía, que no he terminado.

— Estás muy guapa —susurró, pasando por delante de mí para ir a la cama de mi hermano, y dejarse caer en ella. Y apreté los labios.

— Ni siquiera me he puesto los zapatos. Espera.

Conseguí abrochar el último botón del pantalón y me acerqué dos pasos hacia él, que se incorporó deprisa, sentándose en el filo de la cama, con las manos apoyadas en las rodillas, por un momento recordé que esa postura era casi la misma que había tenido Yoongi ayer cuando entré a esta misma habitación. Me calcé los zapatos con tacón grueso y bajo que estaría estrenando hoy y volví a separarme un paso.

— Esto y la chaqueta vaquera de Namnam —sonreí, observando los ojos de Taehyung recorrerme lentamente, parpadeando despacio cada pocos segundos. Tenía la boca cerrada y los labios se le veían un poco más gruesos y brillantes de lo normal. — ¿Qué te parece?

— Estás muy guapa —asintió y yo sonreí, girándome hacia el espejo para mirarme. Quizás un collar fino y pegado al cuello quedaría bien, pero se me habían olvidado en casa y aquí no tenía ninguno. Sentí a Taehyung levantarse a mi espalda, acercándose también al espejo y me fijé en lo que llevaba puesto.

— Me encanta esa camisa —susurré, mirándole a través del reflejo, haciéndole sonreír, se acercó a mi espalda hasta que me rozó y se echó un poco hacia delante, apoyando su mejilla contra la parte alta de mi cabeza.

— Lo sé. — Era blanca, sencilla y bastante suelta, y por alguna razón no podía dejar de mirar cómo se ajustaba a sus hombros, con aquella manga corta ancha y a la mitad del brazo. — ¿Podemos hacernos una foto?

Hana, dul, set - Kim Taehyung, Min YoongiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora