Zoe es una chica a la cual todos le dicen que es muy fría y sin corazón, sin saber que en el pasado ella confió y la lastimaron, por eso es así...
-Ian, es que tu no me entiendes, ella es única- Me quedé un momento callado pensando mis próximas pala...
Me desperté gracias al sonido de mi celular, lo agarré y me lo puse en el oído.
—¿Hola? —pregunté sin obtener respuesta del otro lado—. ¿Hola? —volví a preguntar, pero mi celular seguía sonando
Aleje mi celular de mi oído y me di cuenta de que lo que estaba sonando era el maldito despertador.
Me levanté de mi cama con pesadez, odio levantarme temprano, y pensar que es para ir a un nuevo Instituto hace que me den ganas de vomitar.
—Zoe, vas a llegar tarde —me dijo Austin desde la cocina del departamento
—¿Qué hora es? —le pregunté mientras bostezaba
—Son las 7:00 —al escuchar la hora todo el sueño que sentía desapareció y me metí al baño provocando las risas de Austin
Salí del baño y me fui a mi habitación para cambiarme. Me puse unos jeans con un sweater que me quedaba un poco flojo y unas botas.
Baje a la sala donde estaba Austin esperándome.
—¡Esto es tu culpa! —le grité mientras agarraba mi mochila y la colgaba en mis hombros
—¿Mi culpa? —me preguntó Austin mientras me seguía hasta la salida
—Sí, toda tu culpa, si me hubieras despertado antes ahora ya estaría en el Instituto —subí al auto y Austin se puso en marcha hacia el Instituto
Cuando llegamos ya todos habían entrado.
—Suerte en esta cárcel —se burló de mí con una sonrisa
Entre al Instituto y todos los que iban caminando por los pasillos me miraban como un bicho raro.
—¿Tú eres la nueva? —me preguntó una chica pelirroja que venía seguida por otras dos chicas, el tono de voz que estaba utilizando me molestaba bastante
—¿Te importa? —le respondí del mismo modo, estaba apunto de seguir caminando pero ella me tomó del brazo muy bruscamente
—A mi no me hablas así estúpida —me amenazó provocando que una sonrisa apareciera en mis labios
—Lo siento, es que no sé como se le habla a las perras —su rostro se torno de un color carmesí por el enojo
Me solté de su agarre y antes de irme la mire con una sonrisa y le guiñe un ojo.
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Seguí con mi camino –aún con la mirada de todos– hacia la Oficina del director. No tuve que caminar mucho porque él me esperaba al final del pasillo.
—Señorita Hoffman —rodé mis ojos—. Llega tarde
—Tuve un pequeño problema al llegar aquí
—¿Un problema?, ¿Qué sucedió?
—Nada grave, no creo en que vuelva a tener ese problema —le aseguré y en ese momento la pelirroja –seguida por las otras dos chicas– pasaron a nuestro lado mirándome mal
