La hija de Madoka y Homura [Detenida]

Confesión y Adiós.

Sasuke fue abriendo los ojos confuso y atolondrado.

-S...Suk... -Balbuceó. -¿Qué ha pasad...?

-Tranquilo. Sólo te has desmayado, pero ya estás bien.

-¿Habíamos quedado?-

Yo cerré los ojos. -Sí...

-¡Llegas tarde!

-¿Ehhh? -Me quedé en blanco muerta de la vergüenza. Realmente se acordaba bien. -Sí que te recuperas rápido.

-¡Jaja! No importa. -Me guiñó un ojo mientras se incorporaba. -¿Qué querías enseñarme?

-¡Oh, sí. Cierto! -Miré mí reloj. Aún no era tarde para darle mi regalo.

Le cogí de la mano sin saber muy bien qué hacía, guíada por el entusiasmo momentáneo de haberle salvado y por esa pasión que todas llevamos dentro, aunque seamos Puellas Magi y se nos olvide.

Le llevé corriendo cuesta arriba hacia un descampado en la montaña.

<Perfecto.> Me había quedado mejor que si lo hubiera calculado.

Le había dicho que cerrara los ojos previamente. Le coloqué frente al horizonte con cuidado para que no se tropezase. -¡Abre!-

Él obedeció. -¡Guauu! -Exclamó mientras admiraba la preciosa vista que le había "preparado". -¡Es precioso, Suki! ¡Gracias! -Me abrazó con un cariño envolvente.

Yo estaba muy feliz.

De pronto me vino esa frase otra vez, sin yo quererlo. <No ser más una Puella Magi.>

Eso me molestó en cierta medida, <¿por qué me viene esa frase?>. No quería ni pensar en ese tema, era mi momento, nuestro momento.

Había salvado a Sasu, y ahora le estaba llevando a ver un paisaje, es cómo si fuese un cuento de fantasía en el que los roles están cambiados.

Continué abrazada a él mientras él miraba el atardecer en el cielo. Yo sólo tenía unas rocas de vistas, pero no me importaba.

Algo me vino como un rallo, ¿cómo no me había dado cuenta antes? <Supongo que al ser Puella Magi estoy más centrada en las brujas que en lo que pasa a mi alrededor. Ósea, soy tonta.>

Pero en realidad no lo era tanto, porque acababa de predecir lo que iba a pasar justo en los sucesivos instantes.

Sasuke dejó de abrazarme y me miró a los ojos directamente.

Yo me puse colorada... No quería que dijese nada, o me sentiría incómoda. -Pues...-Hice un esfuerzo por hablar yo. -Esta vista tan bonita...eto...Nadie la conoce.

-¿Qué quieres decir?

-Pues...¡Que ahora es tuya! -Me alejé unos centímetros de él. -Sé que aunque estás muy de lleno en el fútbol también te gusta tocar algún instrumento, y...

-¿Cómo sabes...?

-¡Aquí puedes ensayar!-

Él se quedó perplejo. -Tienes razón, gracias. -Se alejó más de mí y miró al suelo.

Noté una ligera decepción en su tono de voz. -¿Pasa algo, Sasu?

-No... -Me volvió a mirar. -Oye, Suki, sé que estás muy ocupada últimamente, pero...-

<¡¿Eh?! ¿De qué habla? ¿Está pasando lo que creo que está pasando? Relajate, Suki...>

-No sé. No quedas mucho después de clase, pero, ¿querrías salir conmigo?-

Estaba súper nerviosa. El corazón me latía a toda velocidad, tenía la boca seca y las axilas empapadas. Todas las señales, o "indirectas" que me había mandado Sasuke hasta ahora, apuntaban a esto, ¿cómo no lo vi venir antes?

-Yo...eto... ¡Tengo que irme! -Salí corriendo. Lo sé, es de cobardes. Pero le acababa de salvar la vida, así que no cuenta.

-¡Suki! -Me besó.

Aquí hago un inciso, esto no se puede describir. Fue un beso perfecto, eso es todo.

-Suki... -Me dijo mirándome a la cara súper sonrojado. -Me gustas. De verdad.

-Yo... -Cerré los ojos y respiré hondo para encontrar un poco de confianza. -Tú a mí también.-

Él se alegró.

-Pero como has dicho, estoy muy ocupada y... -en este punto, realmente me quería morir, desaparecer. Empecé a desvariar. No sabía muy bien cómo continuar esa conversación. Pero lo que realmente me daba rabia era que no podía decirle la verdad.
Acababa de salvarle la vida, ese día me había enfrentado a dos brujas, y eso para mí es el pan de cada día. Pero no para él, y por ese motivo pensé que no podría darle lo que se merece. Ni ahora, ni nunca.

-¿Que estás ocupada? -Él rió. -Ya lo sé. Siempre lo he sabido.
-¿Qué quieres decir? -Pregunté sorprendida.
Él rió otra vez, histérico. Pude ver que ya no estaba nervioso, pero sin embargo sí inquieto, había algo que le molestaba, y yo empezaba a sentirme incómoda por el rumbo que llevaba la conversación. -Yo tengo fútbol cada tarde y toco el bajo a escondidas, ¿te parece poco?
-Yo... -Tartamudeé. -Por un momento creí que sospechaba algo de mi vida como Puella Magi, o que alguien le hubiera contado.
-Estoy harto. No puedo vivir así. Encima con la pesada de Honoka acosandome a todas horas.
-¿Tú también lo sientes? -Me reí. -Creí que sólo era insoportable para mí.-
Él también se rió. Me soltó las manos que hasta ahora había tenido entre las suyas. -¿Por qué no podemos tan siquiera intentar estar juntos?-
Yo suspiré y cerré los ojos por un segundo, luego le miré. -Adiós, Sasuke.