Epilogo

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  Vi a Freddy entrar por la blanca puerta, tras un ramo de rosas, su tierno rostro apareció. Austin, de la mano de su papá, sonrió ampliamente y quiso zafarse del agarre de Freddy.

-¡Mami!-gritó Austin y llevó a rastras a Freddy.

-Espera, hijo-dijo Freddy y le soltó la mano.

Mi esposo se volvió y cerró la puerta de la habitación.

-¡Te he extrañado mucho!-dijo Austin y apoyó su rostro en el borde de la camilla.

-Aii, mi amor, yo también-dije y acaricié su pequeña mano.

-Valentina se ha ido, le dije que se quedara contigo hasta que volviera con Austin-se quejó Freddy y se acomodó a un lado de la camilla-. ¿Estás bien?

-Muy bien-le sonreí débilmente.

-¿Mis niñas?-preguntó Freddy.

-¿Mis hermanas?-preguntó Austin.

Freddy me dio el ramo de rosas y besó mis labios.

-Te amo, _______.

-Yo también te amo, Freddy-volví a sonreírle-. La enfermera me ha dicho que están muy sanas y que son hermosas.

-Con una madre como tú, de seguro son hermosas.

Freddy desvió la mirada y la posó en Austin. El niño, estaba inclinado sobre la cuna de Megan y le sonreía con ternura.

-¿Ella es Megan?-preguntó.

-Ella es, Megan, tu hermana menor-le dijo Freddy y cruzó la habitación para ir con Austin.

-¿Me tomas en brazos, papi? No veo a Taylor.

Freddy tomó a Austin en sus brazos y se inclinó un poco sobre la cuna de Taylor. Austin sonrió y se tapó la boca con ambas manos.

-Es igual a Megan.

Reí levemente y Freddy se unió a mis risas.

-Son gemelas, Austin-le explicó Freddy.

-Oh mi Dios-dijo Austin-. ¿Cómo haremos para saber quien es quien?-preguntó.

-Es fácil-respondió Freddy-. Observa los ojos de Megan, son como los tuyos y los míos-Austin frunció el ceño.

-Megan está dormida.

-Lo sé, hijo. Pero, cuando despierte, puedes fijarte en eso.

Taylor se movió un poco y refregó una de sus manitas en sus ojos. Abrió lentamente uno y luego el otro. Austin la observó atento y luego alzó su mano para agitarla en un saludo.

-Ella es Taylor-le dijo Freddy-. Es quince minutos mayor que Megan.

-Pero no mayor que yo-dijo Austin observando a Freddy-. ¿Mami me sigue queriendo?

No hablé, estaba débil, no tenía casi fuerzas. El parto de las niñas había sido terriblemente doloroso, y sufrir en medio del parto no era nada agradable. Freddy, luego del parto, había estado pendiente de mí, pero sus insistentes preguntas me sacaban de quicio y terminamos por tener una pequeña discusión. La cual, se arregló cuando nos dieron a las niñas, sanas y limpias.

-Mami te ama, al igual que yo y al igual que van a amarte tus hermanas.

Austin sonrió y pasó sus pequeños brazos por el cuello de Freddy lo abrazó fuertemente.

Dos días después, me habían dado permiso para salir del hospital. Mientras Freddy cargaba a las niñas, Austin se encargaba de llevar los globos y yo, llevaba el bolso.

Llegamos a casa, alrededor de las once de la noche. Austin venía durmiendo en el asiento trasero del auto, a la derecha, mientras que sus hermanas, iban en las sillitas.

Freddy me explicó como debíamos hacer para que Austin no se despertara y pudiéramos bajar las cosas del auto. Sin decir más, Freddy tomó en brazos al niño de dos años mientras que yo me quedaba en el coche, esperando por Freddy. Cuando él volvió, bajé del auto. Freddy tomó en brazos a las niñas y yo bajé con el bolso y los globos.

-Me siento fatal-admití arropando a Megan.

-Cariño, debes descansar-dijo Freddy haciendo lo mismo que yo, pero con Taylor-. Los niños duermen, yo no molesto, puedes irte a la cama.

-Gracias, Freddy-me acerqué a él y lo besé.

-No tienes por qué agradecerme, las gracias debo dártelas a ti, por darme una hermosa familia.

-No hubiera podido darte niños, yo sola-le sonreí.

Rió y volvió a besarme.

Tres y media de la mañana. Taylor comenzó con un leve lloriqueo, Megan la siguió y juntas dieron una serenata de llantos durante veinte minutos.

Freddy estaba en la mecedora de mimbre, con Taylor en brazos y los parpados ya se le caían. Sacudió la cabeza y acomodó a Taylor entre sus músculos. La niña hizo una mueca y siguió durmiendo.

Dejé a Megan en su cuna. Extendí los brazos frente a Freddy y me dio a Taylor, se puso de pie y abandonó la habitación.

Una noche terrible.

Seis y media de la mañana. Megan decidió despertar a todos en la casa. Ambas tenían hambre y Austin reclamaba su desayuno desde la habitación.

-Ve tú-le dije a Freddy.

Él enterró la cara en almohada y suspiró. Alargué el brazo y acaricie su espalda mientras mantenía a Megan sobre mi pecho.

-Estoy cansado.

-Lo sé, amor-respondí-. Yo también lo estoy, pero, Austin va a ponerse celoso si nos ve a ambos con las niñas y nadie quiere darle el desayuno.

Freddy asintió y se puso de pie. Arrastró los pies hasta la puerta y salió de allí. Observé a Taylor durmiendo entre dos almohadones, para no caerse de la cama. Sonreí y quité a Megan de mi pecho. Con los ojos cerrados, movió la boca mientras la dejaba al lado de su hermana.

Freddy hizo el desayuno para Austin, él y yo. Las niñas quedaron en la segunda planta, mientras nosotros desayunábamos soportando los gritos emocionados de Austin, intentando no dormirnos sobre el tazón.

Tres niños, un marido ejemplar. Una historia extraña, pero, a la vez fascinante. Cualquiera que sepa donde Freddy y yo nos conocimos, juraría que no ibamos a soportar más de dos años juntos.

Y véannos ahora, con tres hijos, gemelas, una casa hermosa y amplia, dos hermosos tios para nuestros niños, mis suegros siempre brindando su apoyo, amigos que nos ayudan y quieren.

Si pudiera volver a vivir esto, lo haría. Sin contar con la pérdida de mis padres y el mal rato que pasamos Freddy y yo al principio. Pero todo pasa por una razón y cuando su padre se negó a que Freddy viera a sus hermanos, nos escribió el destino más hermoso que cualquier persona pudiera escribir. Deberíamos detestarlo, pero, nunca podría ser así, sin el pequeño empujón de él, nosotros dos no estaríamos juntos y tres niños no habrían sido concebidos.

Recuerda, siempre que llovió paró. Y todo pasa por una simple razón. Antes de ser feliz, se pasa por muchas tristezas. Así que, si sientes que tu mundo se derrumba por una persona, no te des por vencido, y observa esta historia:

Una huérfana cae en una subasta, es comprada por un joven, el joven la desprecia, la obliga a casarse con él, todo el odio que él le tiene, el amor de ella es, se lo confiesa, él se aleja, él confiesa que no sabe amar cuando es amado, ella le enseña, sufre un pequeño incidente, él le confiesa que la ama, se vuelven inseparables, llega el primer niño, las gemelas y el amor día a día es increíblemente difícil de creer.

La Bella y la BestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora