-Creo que te ves realmente hermosa Yuko- dijo Yuri a su amiga mientras le pasaba sus tabis, admirando a la castaña que ya se encontraba vestida con su bonita yukata, que era prácticamente lo que debía usar para ir a su nuevo colegio, la pequeña no podía lucir más emocionada y desde que había amanecido una gran sonrisa se hizo presente en su rostro, esto se debía a que el día anterior, Lilia le había dicho que por fin podría asistir al kaburenjo, la escuela para Geishas, para por fin aprender y pulir todos los conocimientos que necesitaba para convertirse en una de aquellas mujeres que lucían como hermosos lirios en medio de casa de té a casa de té. Por supuesto que Yuri se alegraba por su amiga, comenzaba a cumplir su sueño, sin embargo no podía evitar sentir un huequito en su corazón, la primera razón que es Yuko pasaría todo la mañana en aquel lugar, por lo que durante las primeras horas del día se encontraría completamente solo, con sus hermanas mayores que apenas y si le dirigían algunas palabras por lastima con sonrisas forzadas o soportar los desplantes de Sara, que claramente se había encargado de decirles a todas que era la vergüenza de la okiya, que había hecho perder a Lilia una gran suma de dinero al resultado ser un chico en lugar de una nueva shikomi. Podía soportar los golpes duros al tener a su amiga cerca, pero ahora no sabría cómo hacer para lidiar con todo aquello sin compañía. En segundo lugar, porque tenía un poco de envidia, ya que él no estaba ni cerca de cumplir el suyo, no sabía nada de su padre ni mucho menos del paradero de su hermana, y el encontrarlos cada vez se sentía más como algo lejano e imposible.
-¿Qué aún no está lista?- exclamo Sara bastante molesta desde la otra habitación – Ya es tarde, desde ahora está bajo mi cargo, y ¡no creas que voy a ser burla de todo el hanamachi por culpa de ella!-
-Cálmate, Sara- dijo la matriarca de aquel lugar con su mismas voz neutra e impasible de siempre- Yuko tiene el tiempo suficiente para asistir al kaburenjo sin ningún tipo de retraso -
-Creo que es mejor que te des prisa- dijo Yuri al oído de la niña con una risita – Sara parece a punto de explotar-
-Si, si y no queremos pedacitos de Sara por toda la casa- alargando la letra o y riendo al igual que su amigo.
-Bien, ahora si estas perfecta – dio Yuri terminando de trenzar el cabello de la menor, desde que Yuko le había enseñado como hacerlo, aquel simple acto se había convertido en casi un ritual para ambos niños, si uno de ellos se encontraba enojado, se tropezaba o se sentía enfermo bastaba con que el restante le trenzara el cabello para que una sonrisa de nuevo apareciera, era un código secreto y silencioso que habían adoptado para decir que aun cuando no estuvieran juntos el otro estaría ahí, apoyándolo sin importar la distancia.-Gracias Yuri...¿estarás bien sin mí?- tomando las manos del pelinegro entre las suyas con un gesto preocupado
-Claro que si Yuko, soy un niño ¿lo recuerdas? Debo de ser fuerte- mostrando una sonrisa para animarla – Ahora, promete que me contaras todo apenas vuelvas -
-¡Por supuesto! Serás el primero con el que hable- continuo dando un rápido abrazo y un beso en la mejilla antes de salir corriendo al escuchar un nuevo grito por parte de Sara. Yuri suspiro y se dispuso a terminar sus deberes, ahora tendría que realizar la mayoría y tendría que apurarse si es que quería terminar lo más pronto posible.
Pocas horas después el niño había por fin terminado de regar todas las flores, alimentar a los peces y arrancar todas las malezas del jardín, sin contar el llenar la tinaja de la azotea, sus dedos dolían y las palmas de sus manos tenían ya varias ampollas, sin embargo aún le faltaba arreglar y doblar los kimonos del cuarto de sus hermanas, decidió que haría primero el cuarto de Sara, ella aun no llegaba después de acompañar a Yuko , así era mejor, de esta manera se evitaría un regaño por parte de Yakov y sobre todo los reclamos de su hermana mayor por tocar sus cosas. Era la primera vez que entraba, no pudo evitar el quedarse embelesado por aquella habitación tan bonita y espaciosa a comparación de su pequeño ático, mirando con detalle aquellas hermosas pinturas de cerezos, garzas o peces Koi que decoraban las paredes, pero sobre todo por aquellos brillantes adornos de cabello y la caja de maquillaje que descansaban en el tocador de la chica. Yuri se sentó frente al tocador, tomando entre sus pequeñas manos aquellos adornos y escuchar el tintineo que producían al menor movimiento, incluso atreviéndose a colocar algunos entre su cabello, aunque claro de un modo descuidado y torpe, riendo al ver su reflejo, después tomo algunos polvos que descansaban sobre el tocador, estos olían a duraznos, lirios y magnolia, colocándose un poco en su rostro provocando un par de estornudos. Este inocente juego le había puesto de un buen humor y sin que se diera cuenta ya había comenzado a cantar, esto no era nuevo para él, de hecho muchas veces en Hasetsu lo había elogiado por su voz, al punto de que muchos de los huéspedes le pedían que les cantara en medio de los banquetes, sin embargo Yuri era tan tímido e inseguro que solo lo hacía cuando era cumpleaños de alguien de su familia o se encontraba verdaderamente feliz. Entonces, al ver de nuevo su reflejo, se imaginó como se vería con uno de aquellos elegantes kimonos, maquillando su rostro con blanco y carmín para después bailar en una casa té en presencia de personas importantes. Sin embargo su sueño fue interrumpido por la voz de Sara a sus espaldas
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Entre Cerezos
FanficKatsuki Yuri a enfrentando la soledad desde que era un niño al ser vendido por su padre después de perder a su hogar y a su madre, ahora se enfrenta a un mundo desconocido para él, etéreo, bello, frágil y fascinante para convertirse en una Geisha, o...