Ukiyo II

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- Oh, Yuko...lo siento, ¡lo siento tanto! ¿Cómo es posible que fuera tan descuidado? - dijo Yuri auxiliando a la castaña que daba pequeños gimoteos de dolor en el suelo. Habia sucedido, cegada por la pila de trastos, tropezó con la canasta que Sara había dejado en el camino y ahora parecía que realmente se había lastimado el tobillo.- Dejame ayudarte...- ofreciendo su brazo a la chica que para que pudiera levantarse, sin embargo, apenas había puesto su pie en el suelo, lanzo nuevamente un grito de dolor.

-No, no puedo, Yuri duele mucho...-dijo la chica conteniendo las lágrimas.

- ¿Qué es lo que ocurre aquí? ¿Que son esos gritos? - exclamo Lilia entrando a la habitación seguida de Yakov.

-Es nuestra pequeña maiko- contesto de inmediato Sara con un falso rostro de preocupación - tropezó con la canasta que Yuri dejo en el suelo y parece que esta lastimada, de gravedad-

-Esto no puede estar pasando en este momento...- suspiro Lilia - Yakov, revisala y dime que tan grave es -. El hombre se acercó y sonrió a la chica mientras tocaba su tobillo, después de unos minutos puso una mirada severa.

-Necesitara descanso, por lo menos un par de días, con él tobillo así, ni siquiera podrá cruzar la puerta de esa habitación-

-Eso no es posible...prometimos que tendríamos un espectáculo hoy y solo faltan unas horas...- dijo la mujer masajeando el espacio entre sus ojos, había recibido una buena cantidad por el debut de una maiko y no podía permitirse el lujo de devolverlo.

-Si quieres puedo ir yo Lilia-sugirió Sara tratando de sonar sumisa - sabes que siempre soy bien recibida en esa casa de té y seguro no tendrá problemas en que yo vaya. -

-No definitivamente no, en primer lugar estas castigada y te lo adverti, no saldrás de aquí por lo menos en una semana más y en segunda, por prometimos el debut de una nueva maiko, no nos aceptaran a alguien que ya conocen-

-¿Que- Que tal Yuri?- sugirió Yuko mientras Yakov la levantaba en brazos, cuidando de no lastimarla ni mover demasiado la parte afectada.

- Imposible, Yuri no es una maiko, no fue entrenado y además es un chico, jamás pensaría en hacer algo como eso-

-Es verdad, Yuko ...simplemente soy un sirviente...- tartamudeo el japonés ante la idea de su novia.

-Pero Yuri, tu lo sabes todo, me has ayudado a practicar cada una de mis lecciones...quizás falla un poco tu baile, pero tocas maravillosamente y cantas aun mejor, además con el kimono y bien maquillado, seguro nadie se dará cuenta de ello.-

-Yuko, enserio, no puedo hacer esto, yo jamás ...-

-Está bien...- dijo finalmente Lilia, tras reflexionarlo un poco - parece que no tengo más opción y de alguna manera tienes que pagar por tu error Yuri, esto nos costara una buena fortuna si no cumplimos con el contrato, no vale la pena llorar sobre la leche derramada, así que Yakov por favor lleva a Yuuko a su habitación y yo me encargare de arreglar a Yuuri...¡Deprisa! ¡no tenemos tiempo que perder!-

Yuuri no sabía cómo había llegado a eso, pero su estómago sintió mariposas todo el tiempo que duro aquella transformación, aunque debía de admitir que estaba fascinado, cuando sintió aquel fino cepillo peinando su cabello, la sensación del maquillaje sobre su rostro, el carmín en sus labios ,las cosquillas en su nariz provocado por aquel polvo que olía a jazmín y que muchas veces Sara le había prohibido estrictamente tocar, por último la suave seda deslizando en su piel y ciñendo su cintura. Sin embargo cerró los ojos en todo el proceso, solo abriéndolos nuevamente cuando Lilia lo puso frente al espejo.

-Debo de admitir...- confeso la mujer casi con ternura y apoyando de manera delicada su mano sobre su barbilla - Que es un resultado bastante aceptable, con ese maquillaje difícilmente alguien notara tu verdadera naturaleza, muy bien escucha bien Yuri...hoy no podemos arriesgarnos, esta okiya ha sido siempre reconocida por educar de una manera impecable a sus geishas, así que los errores no son aceptados, esta noche no bailaras, como dijo Yuko, lo mejor sera que simplemente cantes, yo te acompañare con el shamisen...iré a avisarle a Yakov que estamos listos- saliendo de la habitación con un paso apresurado.

Yuri asintió y apenas Lilia salio de la habitación, el pelinegro volvió su vista al espejo, no reconocía a la persona del otro lado del espejo, que también le miraba desconcertado y un poco asustado, sin embargo, era verdad, en ese momento no era Yuri, no era aquel niño asustado, con las manos llenas de ampollas y la espalda cansada, era una maiko, una bonita maiko vestida con un hermoso kimono de seda, y el recuerdo de un hombre con cabello de plata, le hizo cosquillas en el corazón y provoco una sonrisa en sus labios.

-¡ Yuri! ¿En que estás perdiendo el tiempo? debemos de irnos, ¡Vamos! ¡Vamos!- dijo apresurando al joven que caminaba lo mejor que podía con aquel traje - Oh...es verdad, lo olvidaba - colocando en el peinado de Yuri, la peineta que había comprado como regalo para Yuko - Me pidió que te diera esto, dijo que te traería suerte -.

Yuuri agradeció el gesto, necesitaba un poco de apoyo en ese momento, en ese más que nunca. Siguió a Lilia al transporte sintiendo el corazón en la garganta conforme se acercaban a la casa de té.

-Si realmente quieres ser una buena maiko, el ponerte nervioso solo es una desperdicio de energía- sentencio Lilia con una voz casi gélida aunque dulcificándose casi de inmediato – además...tienes una voz muy superior al promedio, lo harás bien-

El japonés sentía como irreal aquel día, en especial su ceremonia del nombre, había soñado con un momento así desde que era niño, desde que había visto a esas hermosas y elegantes mujeres, pero él era un hombre y solo podía aspirar a ser un sirviente, un objeto útil con una deuda.

-Yuriko- dijo Lilia casi orgullosa y con una mirada solemne al joven que lucía anonadado –Ese es tu nuevo nombre, ahora pórtalo con orgullo- acomodando un mechón de cabello suelto con sumo cuidado – Bien, no es tiempo de ponernos sentimentales, eso no es práctico en nuestro mundo, es hora de que el mundo te conozca -

El pelinegro entro a la casa de té procurando no girar su rostro hacia su audiencia, eso solo empeoraría las cosas, en su cabeza, solo debía recordar los lugares en los que le gustaba cantar, su antigua casa, mientras su hermana hacia la colada, con Yuko al terminar los deberes de okiya, y entonces, su canto salió natural, dulce como un suave trino que salía de su corazón aunque ligeramente unido con una leve bruma que correspondía a la nostalgia.

Cerró sus ojos en todo momento, dejando que la música guiara su voz, el ambiente incluso se mostró silencio, ni siquiera la más leve respiración se atrevía a interrumpir tan bello acto. Cuando Yuri termino, su respiración estaba un poco agitado, sus labios húmedos y su espalda ligeramente arqueada como si acabara de besar, parpadeando un par de veces antes abrir sus ojos por completo. Fue entonces cuando su rostro perdió el color, en la mesa de enfrente, en la mejor parte de la sala, estaba Yurio, que tenía sus ojos completamente abiertos, como si no creyera lo que acababa de ver y a su lado, con una sonrisa, cuyo significado no sabía, se encontraba Victor Nikiforov.

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⏰ Última actualización: Jul 08, 2019 ⏰

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