Baymella 5/6.

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Entre lágrimas pudo recordar la primera cita que tuvo con Leah.

— ¡Te he dado todo! ¿¡Y me pagas de está manera!? — Mordió sus labio intentando por lo menos no quebrarse un poco más, las grandes y fuertes manos de su padre apretaban con violencia sus hombros, sacudiéndola.

No tenía palabras para describir el miedo que estaba viviendo, jamás en su corta vida había visto así a su padre y la primera vez fue gracias a ella.

— ¡Contesta! — Gritó e hizo temblar a la castaña entre sus manos, su madre la miraba como la peor cosa del mundo y en los ojos de su padre solo cabían dos emociones, rabia y asco.

Sus hermanos permanecían callados mirando la escena desde la comodidad de la mesa, tan reservados que parecían estatuas.

Se mantuvo en silencio mientras procesaba todo lo sucedido, la mañana sin duda no pintaba de maravilla.

— Tienes una semana, Pamela. — La liberó pero al mismo tiempo la empujo hacía el refrigerador, la pequeña castaña gimió de dolor al caer con el brazo izquierdo. — O te puedes olvidar que tienes familia.

El alto hombre abandonó rápidamente la cocina y lo siguieron los demás integrantes de su familia, dejándola tirada como una basura, no entendía por que las cosas siempre salían mal en su vida.

Tampoco entendía como es que descubrieron a cerca de Leah, fue tan cuidadosa y al final de cuentas acabaron notandolo.

— ¡Maldición! — Gritó mirando atentamente aquel reloj que colgaba en la pared, faltaban exactamente diez minutos para el almuerzo de Leah.

Cogió aire totalmente frustrada y limpió con las yemas de sus dedos las lágrimas que yacían en su rostro, una sonrisa automáticamente se formo en sus labios, la menos que quería era lucir miserable aunque ya lo era.

Los almuerzos junto a Leah siempre era tan divertidos, había tantas cosas de que hablar, planes al futuro sin embargo Pamela se veía ajena a la plática.

La princesa de Staten Island lo notó casi al instante de llegar al restaurante, la castaña no se tomo la molestia de recibirla con un abrazo y tallaba levemente su brazo izquierdo con una mueca de dolor en su rostro, Leah se mordió el labio mirándola.

— ¿Pasó algo? — Preguntó directamente sentándose enfrente de ella.

— Me he caído en el trabajo. — Leah fruncio su rostro, Pamela no era estúpida y siempre tenia mucho cuidado en varios aspectos en su vida, caerse estaba prohibido en la vida de la menor.

— O te ha tirado alguien. — Mercedes Kaestner era el nombre más sonado, Pamela llegó un día muy enojada con ella por una broma hecha por su compañera de trabajo. Posiblemente patear el trasero de esa tal Mercedes estaba en su lista de deseos.

— No, me he tropezado está mañana. — Calmó rápidamente al leer los pensamientos que Leah seguro tenía.

Mercedes era muy mala compañera pero a la vez era muy buena amiga.

Fue lo únicas frases que logró sacarle a Pamela durante el almuerzo, la pequeña castaña se negaba a responder las preguntas lanzadas por su pareja, no tenía intenciones de alargar la conversación.

— ¿Nos veremos mañana? — Preguntó Leah caminando por el callejón que conducía a su departamento, solo pocas personas conocían aquel atajo.

La abrazucona miraba al suelo jugando con sus pies.

— Estoy segura. — Respondió con una enorme sonrisa, sus ojos tenían aquel brillo de siempre y gracias a la noche se apreciaba más.

Ambas se quedaron paradas a mitad del camino.

Complicated (WWE WOMEN'S) |AU|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora