Una pequeña ayuda

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El frío que hacía en ese momento lo sentía hasta en los huesos, a pesar de que me cubría una manta que me había obsequiado una persona, eso no era suficiente para cubrirme de la fría nieve que caía poco a poco, y ni hablar del cartón sobre el que estaba recostado (estaba medio seco y medio mojado).

Pero a esas alturas, ya me daba igual.

Estaba recostado sobre mi lado derecho, viendo hacia la nada, ya no sabía si quería que me ayudaran o simplemente que me dejaran en paz, toda esperanza en mi se desvanecía poco a poco. Veía a las personas pasar, muchos de ellos fingían que yo no existía y los que notaban mi presencia me veían con lastima, no sabía que era peor. No sabía que noche buena hacía indiferentes a las personas, yo creía que era un día de amor y apoyo mutuo, al parecer sólo es un día en el que la gente despilfarra dinero para quedar bien con otros.

De repente, alguien se detuvo delante de mi.

Alcé la vista, tenían frente a mi a un hombre no tan viejo, canoso y vestido con un traje muy formal. Lo miré expectante por unos segundos, el puso la misma mirada. Por alguna razón, no me causaba miedo ni tenía algún mal presentimiento sobre él, pero aún así, puse precaución, no dejaría que nadie me lastimara de nuevo. Volví a fijar mi vista en la nada, como estaba anteriormente.
- Hola...- dijo tiernamente y se inclinó a mi altura. Lo ignoré por completo.- ¿Dónde están tus padres?- No respondí.- Mi nombre es Quillsh, ¿el tuyo?- Lo único que se escuchaba era el vaivén de los autos y voces de personas- Puedo llevarte a un lugar más cómodo y tibio que este, ¿sabes?, trabajo en un orfanato, hay niños, comida, habitaciones, escuela, de todo...- sacó unas fotos de su saco y estiró su mano para dármelas, las tomé temerosamente. Había fotos del edificio, efectivamente había niños y en varias fotos aparecía él, todos los niños parecían sonrientes y tranquilos, eso me dio algo de confianza.- Es un lugar exclusivo para niños dotados, contigo se podría hacer una excepción. Aunque tengo el presentimiento de que tu perteneces a ese grupo...- debo confesar que en esos tiempos, la palabra "dotado" aún me era difícil de entender, así que sólo asentí.- ¿Qué dices? ¿vienes?- Me levanté de dónde estaba recostado, lo vi y volví asentir. Tenía una buena corazonada acerca de él.
- Muy bien...- sonrió- pero antes de ir allá, necesitas algo abrigado que ponerte. Vamos a comprarte algo de ropa.

No puedo creer que estuve durante un mes exacto en la calle y ahora, por fin, volvería a tener un hogar.

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- Escoge la ropa que quieras, mientras tanto yo iré a conseguir unas cuantas cosas aquí dentro igualmente. Nos vemos en el mostrador dentro de un rato.

La tienda era enorme, muy iluminada y ordenada, hace tanto tiempo que no estaba en un lugar así. Sorprendentemente el lugar estaba casi vacío a pesar de ser época navideña, al parecer a nadie le apetece dar o recibir ropa en navidad.

Como es lógico, me dirigí a la sección donde se encontraba la ropa de niños de mi edad. No era ropa muy interesante, de hecho, era bastante formal, increíblemente no sabía que llevar. En un momento de confusión, revisé lo que llevaba puesto: un suéter  desgastado y roto, debajo una playera de igual manera (se suponía que era blanca, ahora es un pedazo de tela algo amarillenta y sucia), jeans rotos, holgados (ni si quiera era eran de mi tamaño) y sucios, no tenía puestos zapatos ni calcetines; sin embargo, me sentía cómodo con eso, me era más cómodo que imaginarme con esos pantalones de vestir o esas playeras coloridas que no provocaban alguna emoción en mi, o esos zapatos finos que apretarían mis pies, ni hablar de los calcetines... Los he odiado desde siempre. Así que, me dediqué a buscar algo parecido a lo que llevaba puesto.

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- ¿Seguro que estás cómodo con eso?- dijo algo inseguro y me vio a través del retrovisor del auto, yo iba en la parte trasera del éste, íbamos en camino hacia Winchester, lugar dónde se encontraba ese tal orfanato.
- Si... - dije en voz baja
- Bueno, al menos hubieras comprado algo de tu tamaño...- sonrió y soltó una risa amigable. Yo no respondí nada- Deberías ponerte el saco y lo demás que te compré, en Winchester hace más frío que aquí.- Saqué de la bolsa un saco enorme color café claro, unos guantes grises, una bufanda negra y unos zapatos. Me puse todo, lentamente.
Después de unos segundos de silencio, Quillsh comenzó a hablar.
- Bueno, ya te dije mi nombre, ¿cuál es el tuyo?
- Me llamo... Elle...
- Que interesante, nunca había escuchado ese nombre- sonrió ampliamente- Y ¿tu apellido?.
Me quedé pensando unos segundos. Decir mi apellido sería algo arriesgado, ¿por qué?, buscarían la manera de encontrar a mi padre y posiblemente regresar a vivir con él, regresar a su mundo de alcohol, depresión y otro posible abandono... No, gracias.
- No recuerdo mi apellido...- dije con la cabeza baja.
- Bueno, necesitarás uno, las personas no pueden tener sólo un nombre...- al parecer, empezó a pensar, tal vez en alguno. En un libro viejo que había en casa, recuerdo haber visto el apellido "Lawliet" entre uno de sus personajes, me encantaba como sonaba.
- ¿Podría ser... Lawliet?- dije aun con la vista hacia abajo.
- Elle Lawliet...- pensó un poco más- Se escucha bien, ese será entonces- sonrió, al mismo tiempo lo hice yo igualmente.- Oh, hablando de tu nombre, tengo que explicarte la mecánica del lugar al que iremos...
Mientras él hablaba sin parar, yo escuchaba atentamente, pero al mismo tiempo imaginaba como sería llegar a ese lugar y en lo bien que estaría.

Gracias a este hombre, es que ahora puedo creer en la posibilidad de un dios.

Quillsh Wammy fue la señal que yo necesitaba.

Elle Lawliet: I'm only humanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora