Sweet tooth

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Les parecerá sorprendentemente increíble, pero tuvieron que pasar alrededor de 10 meses para que yo pudiera, si quiera, probar un dulce (y créanme cuando les digo que en Wammy's abundaban los dulces). Tal vez fue a mi gran fuerza de voluntad o quizá seguía con la idea de que un simple dulce podría enviarme a la tumba... Gracias madre por hacerme un loco paranoico.

Era halloween de 1985, 31 de octubre, mi cumpleaños número 6.
Wammy's tiene una extraña tradición: como todo el mundo, celebran está famosa fecha pidiendo dulces, disfrazándose y asustando a quien se le cruzara enfrente; pero hay un detalle, era completamente imposible dejar salir a niños huérfanos a la calle exponiéndolos a grandes peligros. Así que, ellos se disfrazan con cosas que tengan a la mano y van a pedirle dulces a cada adulto que se encuentren dentro de la institución.

Cómo es usual en mi, me quedé dentro de mi cuarto. No es que me divirtiera mucho encerrado y más el día de mi cumpleaños, pero quería evitar tentaciones, además que ya estaba acostumbrado. Mamá no me dejaba celebrar Halloween bajo ningún medio, tanto por su religión como por su estricta dieta anti-dulces, así que celebrábamos con una variedad de comidas que hacía ella... Suena bastante triste y deprimente ¿no?.

En fin, en medio de mi tranquilidad en aquella habitación, alguien abrió lentamente la puerta. Era Watari, esbozaba una enorme sonrisa; sobre sus manos sostenía un enorme de pastel de chocolate, sobre él estaban escritas las palabras "Feliz cumpleaños, L" con mermelada de fresa, colgaba sobre su brazo una bolsa con cubiertos dentro. Demonios, ¿y ahora que hago?.

- Sé que no te gusta comer dulces- dijo Watari al ver mi expresión de disgusto- pero creo que al menos debes probarlos una sola vez. Si no te gustan, sólo dejas de comerlos y ya.- seguía sin estar convencido- Vamos, una rebanada de pastel no te matará.

¿Fue eso lo suficientemente fuerte para convencerme de comer mis primeras dosis altas de azúcar? No lo sé, pero antes de que él sacara los cubiertos para darme una rebanada, arranqué con mi dedo índice y pulgar un pequeño pedazo y me lo metí a la boca.

Ese pequeño trozo hizo provocarme sensaciones que no había tenido antes. A pesar de no haberlo demostrado, una alegría interna recorrió mi pecho; de repente, tenía ganas de salir y correr; incluso, por muy loco que se oiga, mi cerebro se sintió distinto.
Antes de que Watari pudiera si quiera tomar un trozo de pastel, se lo arrebaté, lo puse sobre mi cama y empecé a devorarlo cual carnívoro.

- Yo quería un trozo...- río tiernamente al ver como mi rostro poco a poco se ensuciaba de chocolate.
- Consigue otro, éste es mío- le dije con la boca llena, procurando no haberme escuchado grosero, pero es que era verdad... Ese pastel ya me pertenecía.
- Haha, muy bien entonces...- sonrió y se levantó de la cama- Nos vemos en un rato, tengo que encargarme de los otros.
- No hay problema- aún tenía la boca repleta.
- Feliz cumpleaños, L- se dirigió a la puerta y salió de la habitación.

Por increíble que se escuche, después de comer casi 4 kg de pastel, mi cuerpo no sufrió cambios, no subí de peso ni repercutió en mi salud; así que, bueno, seguí comiendo más y más, temiendo a que algún día me diera un infarto o tuviera diabetes, como tantas veces mi mamá advertía que pasaría. No pasó absolutamente nada, ni si quiera actualmente a ocurrido esto.

Creo que esto fue una de las pocas cosas en la que se equivocó mi madre. Estoy sano, no he muerto, mi peso sigue intacto. Tal vez si fue algo paranoica, después de todo.

Ahora, soy un loco come dulce; un loco que consume más dulces que comida común y corriente; un loco que ingieren azúcar casi 24/7; un loco, cuya ingesta debe ser continúa, ya que el simple atraso de unas horas lo hace tener pequeños ataques de ansiedad.

Y todo gracias a Watari. Gracias a él descubrí un gran gusto que no sabía que tenía: el azúcar.

Elle Lawliet: I'm only humanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora