Antes de la Tragedía

¿Y todo vuelve a la normalidad...?

Mi padre se sentó en el escritorio del estudio y empezó a revisar el computador, pero todo funcionaba perfectamente; yo no lo podía creer, retiré nuevamente la cpu de la pared y ante mis ojos desorbitados, sin más, el mouse estaba conectado nuevamente en el puerto donde lo había dejado Carlos.

─Aquí no veo nada malo. Camila: ¿Qué es lo que no te funciona?

─Mmm pues ahora parece que todo funciona bien... voy a terminar ese trabajo de una vez.

─Tranquila hija, tal vez estés un poco estresada. Voy a pedir unas pizzas ¿Quieres?

─Sí. Tienes razón, a lo mejor me ayuda a relajarme un poco. ─En ese momento pensé que lo mejor era olvidarme de todo comiendo con mi padre. No comprendía qué había sucedido, no recordaba haber cambiado nuevamente el mouse de puerto.

Como era habitual la pizza de pepperoni estaba deliciosa. Me olvidé de mi mal día escuchando los tropiezos que tuvo mi padre en su viaje, él tiene la destreza de reírse y hacer reír a los demás contando sus percances. Esa conversación me hizo ver lo cómicas que parecen algunas situaciones por más desagradables que parezcan, cuando has salido de ellas, por supuesto.

─¿Cuándo vuelves a viajar?

─Tengo que salir en el primer vuelo de la mañana, pero te prometo que cuando regrese la próxima semana me quedaré seis meses en la ciudad; cierro este negocio y ya no tengo que salir por un buen tiempo. Te doy mi palabra hija ─contestó mi padre suspirando.

Miré a mi padre sonriéndole. No era la primera vez que escuchaba una falsa promesa de sus labios. De repente volví a sentir ese escalofrío que recorría mi columna y se posaba en mi nuca, y pensé: mañana tengo que convencer a Tatiana para que se quede conmigo, si no puede, pues me tocará irme para su casa y soportar al pesado de su hermano. ─No quería preocupar a mi padre con algo que no tenía ninguna importancia, pero lo cierto era que la sola idea de quedarme sola, con el susto que pasé, me daba miedo.