¡Carlos Clonó mis Llaves!

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Mi corazón dio un sobresalto, grité impulsivamente, sin embargo, Tatiana alcanzó a ahogar mi grito colocándome su mano en mi boca.

─¡Shhhhhhhhh No grites! ¿La puerta de esta pieza está con llave? ─susurró Tatiana.

─Sí ─contesté moviendo la cabeza.

─¿Tienes las llaves aquí? ─susurró nuevamente Tatiana, mientras quitaba su mano de mi boca y me indicaba con la otra que hablara en voz baja.

─Sí, aquí las tengo ─contesté también susurrando.

─Levantémonos despacio ─susurró Tatiana, al tiempo que cogía su celular.

De repente escuchamos que caminaban por el corredor hasta la puerta de salida; nos asomamos por debajo de la puerta del dormitorio, y alcanzamos a ver que la puerta principal del apartamento se cerraba de un golpe. Esta vez las dos gritamos muy duro.

─Debe ser el que te prestó el mouse ¡Tiene llaves de aquí! Voy a llamar a mi hermano para que nos venga a recoger: ¡Alfonso! ¡Alfonso! ─gritaba Tatiana a su hermano por el celular.

─¿Qué pasó? ─contestó Alfonso muy adormilado.

─¡Necesito que por favor nos recojas! ¡Hace poco alguien entró al apartamento... Alguien clonó las llaves de Camila!

─¡Qué!

─¡Alfonso, por favor, no te demores!

─Pero... ¡¿En este momento están solas?!

─¡Sí, pero por favor no te demores!

─¡Ya voy! Mientras tanto coloquen objetos pesados para trancar la puerta y avisen a portería lo que sucedió. ¡Ya voy para allá!

Corrimos el sofá más grande de la sala y trancamos la puerta con él. Mis piernas temblaban y las manos de Tatiana estaban tan frías como las de un cadáver. Yo no sentía mis manos.

─¡Camila, llamemos a la portería!

─Sí... espera, voy a revisar algo... ─Sentí el impulso de revisar dónde estaba enchufado el mouse.

Me dirigí presa del pánico hacia el computador... ¡Y efectivamente! Estaba en el puerto dañado ¡Carlos era el que había entrado en el apartamento!

─¡¿Qué estás haciendo Camila?! ¡Llama a la portería, por favor!

─Solo estaba revisando el puerto donde está conectado el mouse y está donde no debe estar; fue Carlos el que entró. La buena noticia es que mi papá tiene cámaras en todo el apartamento; voy a decirle al portero que suba para que las revisemos.

─Buenas noches señorita Camila ─contestó el portero, al otro lado del altavoz.

─Buenas noches, Jaime. ¿Podría subir al apartamento? Hace poco entró alguien aquí... ¡Carlos clonó las llaves de mi apartamento y entró!

─¡Voy señorita Camila! ¿Está usted bien?

─Sí, estoy con una amiga y colocamos un sofá detrás de la puerta para que no vuelvan a entrar.

─¡Voy a activar la alarma de seguridad para que vengan de inmediato!

Alfonso llamaba constantemente a Tatiana mientras conducía. Algunos vecinos del edificio se aglomeraron en la puerta de mi apartamento. Tatiana, Jaime y yo mirábamos una y otra vez la grabación de la sala; nada extraño se veía en ella ¡Nadie aparecía en la grabación!

Los hombres de la seguridad privada llegaron en el mismo momento que Alfonso; todos nos miraban como si fuéramos unas mentirosas; finalmente, Alfonso dijo que la cámara probablemente estaba dañada y los demás inmediatamente aprobaron esta explicación. Tatiana y yo intercambiamos miradas de complicidad, pero no nos atrevimos a decir nada; la prueba para inculpar a Carlos sencillamente no existía.

─Por ahora lo mejor es que nos vayamos ─dijo Alfonso.

─¡Sí! ─respondimos al unísono.

Antes de la TragedíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora