14.

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Desperté y abrí muy despacio mis ojos. Veía muy tenue. Podía escuchar algunas voces pero no podía identificar de quienes eran.
Me sentía agotado, desgarrado, destrozado y débil.
Cerré nuevamente los ojos y pensé en ella, Amanda.
Recuerdo aquel día donde éramos felices, ella queriéndome y yo amándola con toda la plenitud de mi alma. La quería y sé que Amanda era consciente de ello.
Si Amanda escucha mis pensamientos, quiero que sepa que aún recuerdo aquella caminata en aquel parque tan vacío y solitario; cuando tuvimos un picni en el bosque que tanto miedo te daba; el día que estuvimos en tu casa y casi nos descubren. Hemos vivido tanto y a la vez tan poco.

Escuchaba una voz
—Despierta, Will.
—Abre tus ojos.

Por una extraña razón no lograba conectar las voces con las personas. No quería abrir los ojos y no iba a hacerlo. A penas recuerdo lo acontecido y lo único que quiero es continuar de esta manera.

Calle mis pensamientos y entonces fui viajando al mundo de los sueños.

Desperté otra vez. Ahora todo estaba muy claro. Podía escuchar las voces, pero ni siquiera sabía en donde estaba. Me dolía la espalda, tenia la cara adolorida, las manos rojas, mis pies cansados e inestables y mi vida una basura.

Me senté y cuando lo hice me percate que estaba en una cama, en una habitación.
El cuarto estaba pintado de color azul cielo, lleno de posters de super héroes, logre reconocer al Capitán América, Iron Man, Spiderman, Daredevil y a los jóvenes titanes.

Mire un lateral de la cama y habían unas pantuflas de gatitos. ¿En serio, de gatitos?
Quería levantarme de esta cama e hice que mis pies accedieran a mis impulsos.
Primero me puse las estúpidas pantuflas de gatitos, sucesivamente trate de levantarme, sin embargo, sentía que todo el peso de mi cuerpo era tan pesado que a penas podía sostenerme de pie, por lo cual tuve que ir agarrandome de la pared, como un tremendo imbecil.
Tome el picaporte de la puerta y fui abriendo lentamente para no llamar la atención.
Cuando estuvo bien abierta seguí caminando. Veía varias habitaciones algunas estaban decoradas sólo una estaba sin ninguna etiqueta, sin estrellas o colores simplemente era una puerta.

En el momento que llegue a las escaleras, escuché la voz de una señora que jamás había escuchado, voces de una televisión que por lo que podía percibir era una discusión entre hombres peleando sobre la paz o la guerra.
Cuidadosamente fui bajando la escaleras, tomando como soporte el barandal y la pared. Realmente me veía como un abuelo que necesita una silla de ruedas.
Llegue al final de las escaleras y había un pasillo donde estaba lleno de cuadros, estatuas, fotos, algunas conchas de mar, recuerdos de Seattle, Nueva York y Nueva Jersey. Mire las fotos y era Lucy, con unos chicos y supongo que sus padres.
Continúe por el pasillo sin hacer mucho ruido, tomando con precaución la pared.
Llegue hasta un punto donde en las fotos no aparecía el señor que a menudo suele estar, así que deduzco que era el padre de Lucy y probablemente murió, su madre se divorcio o quizás solamente desapareció de sus vida.

Mire el final del pasillo y un niño me miró y grito.

—¡Hey! Ya despertó.

Otro chico miro y dijo

—Si es cierto, esta caminando.

Otros chicos diferentes, de unos 15 o 17 años vinieron corriendo hacia mi.
En el momento que estuvieron lo suficientemente cercas de mi me susurraron.
—Pasa tu mano por atrás de mi cuello.
Y el otro susurro.
—Haz lo mismo con tu otra mano pero ahora conmigo.

Y ahora ya no necesitaba la pared para caminar. Camine por todo lo que faltaba del pasillo y llegamos en una sala muy bonita, sillones de color rojo vino, una televisión de plasma que era demasiado grande, más grande que yo; un mueble con fotografías, libros, DVD's y VHS. Los chicos me llevaron a un comedor con una lámpara colgando que más bien, no parecía lámpara, era una especie de candelabro con cristales muy bonitos y sentada estaba Lucy y una señora que jamás había visto.

El secreto de mi vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora