#10

8 0 0
                                    

Es tarde. Aún aturdida palpo sobre mi mesilla para ver que hora es. Son las 03.51. Casi las cuatro. Suspiro mientras me masajeo las sienes. Mi cabeza duele tanto que parece que va a explotar. Respiro profundamente para intentar aliviarlo pero parece que se intensifica aún más, por lo que decido ir al piso de abajo a buscar algo que pueda aliviarlo. Me incorporo despacio en la cama para evitar el mareo, pero éste no desaparece. Me levanto y a tientas me apoyo en las paredes para evitar caerme. Como puedo bajo las escaleras y sin querer empujo el jarrón de mi madre que está junto a la escalera, aunque por suerte solo se movió varios centímetros. No me imagino el espectáculo que hubiera dado si se hubiera caído rodando por las escaleras. Una vez en la cocina busco el sobre con la medicación para evitar el dolor y lo diluyo en un vaso con un poco de agua. Me lo tomo y suspiro pesadamente mirando hacia el salón. Decido que lo mejor es quedarme a descansar en el salón y subir antes de las siete y de que todos se levanten porque seguramente si subo a mi cuarto lo más probable es que vuelva a agobiarme y a sentirme abrumada. Quedarme aquí para cambiar de ambiente me hará mejor. Me recuesto sobre el sofá y agarro la manta que mi padre usualmente tiene perfectamente doblada para él. Cierro mis ojos que nuevamente vuelven a sentirse pesados y suspiro. Me quedo varios segundos mirando hacia el mueble del salón sin ningún propósito. Solo pensando cómo sería mi vida si todo fuese normal. Si mi cerebro no funcionara de esta forma tan extraña en la que lo hace. Si todo fuese diferente.

De repente escucho algo parecido a unos pasos que provienen del pasillo de la planta baja. Me incorporo un poco para intentar visualizar qué es lo que provoca ese ruido que parece que cesa. A los segundos regresa y siento algo parecido a una presencia. A todo esto mi pulso no puede estar más acelerado e incluso me siento temblar levemente. De pronto una figura masculina aparece entre las sombras y ahogo un grito. Lo cierto es que menos mal que recordé que el resto de mi familia está durmiendo y de que Aiden ahora vive con nosotros porque sino... se habría liado buena.

-¿Alice?, ¿Qué haces levantada?.- Espeta.

-Creo que podría hacerte la misma pregunta.- Susurro. Él se ríe y niega con la cabeza.

-Ven. Vamos a hablar.- Dice adueñándose de la manta de mi padre.

-¿Hablar?, ¿Sabes que son las 04.00 de la mañana, verdad?.- Digo atónita.

-Si, bueno, miré la hora antes de que tu me despertaras con tus pasos.- Me mira divertido pero yo me incomodo un poco y me disculpo por haberlo despertado de madrugada.

-No te preocupes, yo me adapto a todo. Ven, no seas tímida, vamos a hacer una sesión improvisada ahora.- Dice y me hace sitio a su lado.

-¿Ahora?.- Pregunto.

-Ahora.- Se acomoda entre los cojines para quedar frente a frente.- Podríamos empezar por que tú me cuentes la razón por la que estás despierta ahora.-

-Bueno, lo cierto es que muchas veces me cuesta conciliar el sueño y justo cuando me desperté hace rato me dolía muchisimo la cabeza y bajé para buscar algo para aliviarlo.- Me siento extraña contandole cómo me siento a alguien ajeno todavía pero bueno, digamos que es mejor eso a callarme y no decirle nada a nadie.

-¿Y porqué ibas a dormir aquí?.- Pregunta mirándome sobre sus pestañas.

-¿Cómo sabes tú eso?.- Él me mira divertido y hace un ademán señalando la manta.

-Bueno, según parece estabas aquí antes de que yo entrara en escena, ¿no es así?.- Lo miro un poco incómoda porque tiene razón.

-Si...-

-Bueno, ¿Y porqué crees que tienes la necesidad de dormir aquí?.- Tardo unos segundos en responder porque la verdad es que no lo sé.

-Creo que porque paso mucho tiempo en mi habitación haciendo cosas y por la noche todo el mundo se va a dormir, está todo oscuro y en silencio y... no se, tengo la sensación de que me ahogo.-

-Ya veo... ¿Y el salón te da una sensación de amplitud, digamos?.- Lo miro sin entender muy bien a qué se refiere.- Si, es decir, este espacio te aporta a veces más tranquilidad que tu propio cuarto, que se supone que es tu santuario.-

-Ah, bueno si. Pero en general es en mi cuarto donde me siento más cómoda.- Jugueteo con un pequeño hilo que se ha salido de uno de los cojines.

-¿La sensación que has tenido hace un rato es la misma que cuando sales a la calle?.- Vuelvo a quedarme varios segundos pensando. Jod.er que intensas se vuelven las charlas a las 04.00 de la mañana.

-Si. Pero cuando salgo la sensación es aún más intensa y siento que no puedo controlarme. Se podría decir que la sensación fuera es más radical y descontrolada.- Me expreso moviendo mucho las manos, por lo que él parece que observa hasta el más mínimo detalle de lo que hago.

-¿Te ves capaz de salir?.- Pregunta tras varios segundos en silencio. Yo me tenso al instante.

-¿A-ahora?.- Trago saliva. Esto si que no me lo esperaba. Él se encoge de hombros.-Esta oscuro.-

-Pero estás conmigo. Y no tenemos que salir a la calle. Tienes un jardín enorme.- Miro hacia la puerta de cristal que conecta con el jardín. Hay un poco de viento pero todo parece tranquilo. Respiro entrecortada.

-Tengo miedo.- Le digo asustada.

-El miedo te tiene más miedo a ti.- Sonríe. Vuelvo a mirar a la puerta.

-¿Prometes estar ahí si algo pasa?.-

-Soy tu terapeuta, estoy aquí para eso, ¿no?.- Yo asiento insegura y me levanto poco a poco hasta situarme frente a la puerta de cristal. Doy media vuelta para mirar a Aiden que parece no dar crédito, pero aún así se levanta y se sitúa a mi lado. Apoya su mano sobre el picaporte gris. Examina mi rostro de terror. Mi pulso va muy rápido. Me tiemblan las piernas. Tengo palpitaciones y sudores fríos. Pero aquí estoy. Escucho que poco a poco va girando la llave para abrirla y la respiración se me entrecorta. Respiro profundamente como muchos terapeutas como Aiden me han enseñado, pero de poco me sirve ahora mismo.

-¿Bien?.- Detiene su acto por un momento.

-No. Pero sigue.- Él ríe y finalmente abre la puerta. El aire frío de la madrugada me acaricia todo el cuerpo. Toda mi piel se estremece. Miro preocupada hacia Aiden buscando ayuda. Él se sitúa frente a mí.

-Lo estás haciendo muy bien Al. Cuando te sientas segura da un paso hacia mí.- Tiende sus brazos hacia mí instándome a hacerlo.

-No puedo.- Me bloqueo al mirar hacia afuera y no ver nada, solo oscuridad.

-Estás conmigo Alice. No te diría que lo hicieras si no fuera por tu bien. Cuando lo hagas vas a sentirte muy orgullosa de ti misma.- Lo pienso dos veces y lo cierto es que tiene razón. Quizás por eso, sin pensármelo dos veces tras varios segundos de conflicto interno me tiro a sus brazos y lo abrazo fuertemente muerta de miedo. Siento el frío y el césped húmedo entre mis dedos de los pies. Es una sensación reconfortante pero como digo, estoy muerta de miedo y ya siento que todo me da vueltas.

-Lo has hecho muy bien, Al. Estoy muy orgulloso de ti.-

Ways To See ItDonde viven las historias. Descúbrelo ahora