t r e s.

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8 años. 

 —¡Feliz cumpleañoscariño! —Me felicitó mi mamá, estando sentada frente a mí. 

Ni siquiera recordaba que hoy era mi cumpleaños.

 Yo sentía que era un día como cualquier otro.

 —Gracias mamá. —Respondí dándole un abrazo.

(...)

Me encontraba jugando a las luchas con mi amiga-hermana, a pesar de ser mujer pegaba aún más fuerte que yo, pero quería "entrenar" para cuando tuviera una verdadera pelea. 

—¡Golpeas como niña! —Exclamó Ami dándome puñetazos no muy fuertes. 

—Y tú golpeas como travesti. 

Frunció el ceño molesta; sabía que sí le había llegado mi intento de insulto.

—Mamá, estoy segura de que Chris quiere como regalo ir a ver a su novio puerto riqueño. —Dijo mi Ami casi gritando. 

La miré totalmente confundido. ¿Cómo rayos supo de él?

—Bueno. —Sonrió mi mamá plácidamente. —No puedo negar que en un futuro se verían lindos juntos.

—Él, no me gusta. —Contesté un poco molesto a ambas.

—Ambos sabemos que sí, cuando yo fui contigo a visitarlo te pusiste muy nervioso solo porque él te lanzaba miradas. —Tomó un trozo de pan y lo mordió. —Además no sé qué haces con alguien que es 3 años mayor que tú, deberías estar con Camila, ella es de tu edad.

—¿Pacheco? —Pregunté casi ahogándome. —No, no, no. Ella siempre parece presumida cuando está conmigo, creéme que hemos salido a jugar y siempre hace sentir menos a las demás niñas solo porque estoy con ella.

Mi mamá nos vio a ambos discutiendo, como si Zabdiel fuera lo más importante en mi vida. (Aunque realmente lo era, y siempre iba puntual a visitarlo).

—Si no quieres llegar tarde con tu cita. —Me sonrojé. —Será mejor que nos vayamos ahora mismo, Chris. ¿No crees? —Propuso mi mamá mirándome.

Asentí emocionado y bajé de la silla del comedor.

[•••] 

Llegando al hospital, lo primero que hice fue salir corriendo hasta la habitación. Entrar y asegurarme de que mi mamá no viese ni escuchase.

Zabdiel ya estaba esperándome con los brazos abiertos, y una pequeña caja en sus piernas. Me hizo señal de que me acercara para abrazarlo, así que lo hice, con mucha fuerza y cariño. Me sentía tan bien con él.

—Creí que no vendrías. —Susurró entre el abrazo. —Tenía pensado en darte tu regalo hasta mañana, ya sabes, para que celebraras con tu familia tu día especial. 

—Mi mejor regalo ahora, ha sido verte. —Sonreí, y él también. —Y por supuesto, abrazarte.

Ambos nos quedamos en silencio. 

Pero no era un silencio incómodo, era uno pacífico, hasta que me dió la pequeña caja. 

La abrí poco a poco, sin romperla.

 Y lentamente fui sacando el pequeño collar que venía adentro. Al sacarlo completo, pude observar que tenía 2 letras juntas. 

C y Z.

Sonreí agradecido, de seguro gastó mucho dinero, ya que era de plata. 

—N-no debiste hacerlo, quiero decir; me gustó mucho, pero también me hubiera conformado con algo sencillo como una carta. —Dije emocionado. 

—No es nada, le pedí a mi mamá que lo comprara, dijo que te lo merecías ya que eres niño muy simpático. —Respondió cálidamente.

Cuando iba a darle otro abrazo, Erick llegó por atrás de mí y me empujó al piso, caímos riendo. 

Zabdiel y Erick aún no se llevaban muy bien, aunque ya tenían 2 años de conocerse. Eran algo así como enemigos, solamente porque soy cercano a ambos.

—Vaya Zabdiel, por fin te creció el cabello. —Comentó Erick mirándolo burlón.

—Vaya Erick, por fin dejaste de oler a prostituta. —Comentó Zabdiel con el mismo tono.

Sabía que ambos iban a pelarse, así que saqué a Erick a la fuerza y me quedé a solas con Zabdi de nuevo.

Oí el sonido de la puerta siendo golpeada, así que lo ignoré por completo. 

Solamente fastidiaba.

Desde que tuve 7 años, siempre quise experimentar qué se sentía besar a otro niño. Lo intenté con Zabdiel pero ese día me dejó un ojo morado. Pero si lo intentaba hoy, tal vez no me iría tan mal por ser mi cumpleaños.

—Zabdeiel, quiero que cierres los ojos y no los habras hasta que te diga. —Asintió y cerró los ojos lentamente.

Me acerqué hasta su rostro, y sin pensarlo 2 veces, lo besé. No sabía qué hacer, solamente teníamos nuestras bocas unidas, pero no podía mentir que me había gustado hacer tan siquiera eso, aunque no sabía ni besar. 

Me separé avergonzado de él y miré hacia otro lado. Me miró con ternura.

—¿Te sientes raro por haber besado a un niño? —Preguntó un poco preocupado. 

—No, no es eso. —Respondí tímido. —Solo espero no haberte... Dejado embarazado. —Dije para después casi salir corriendo.

Cáncer. » Chrisdiel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora