13 años.
Tenía tantas ganas de ver a Zabdiel, que podía jurar que iba a morir de desesperación. Mi mamá me dijo que hoy no podíamos ir al hospital, por cual permanecí enojado más de 3 horas.
—Pero mamá, tengo que ir a verlo. —Le supliqué tirado en el piso.
—Chris, no podemos ir, al menos no hoy.
Las ganas de llorar por la frustración habían aumentado, podría considerarme a mí mismo un dramático pero realmente quería ver a Zabdiel. Quería hablar con él sobre cualquier tema que quisiera, y darle todo mi cariño.
(...)
Las horas pasaron bastante lentas, lo único que hice fue jugar con mi video juego, aunque me aburría, pero no tenía otra cosa qué hacer.
El sonido de la puerta siendo golpeteada se hizo presente; con un esfuerzo la abrí, y era mi mamá quien estaba tocando.
—Cielo, alguien quiere verte en la sala de estar. Es tu amigo, me imagino que va alegrarte mucho verte con él. —Me dijo como si fuera lo mejor del mundo.
—Mamá, dile a Erick que no quiero hablar con nadie ahora. —Respondí desganado.
—Será mejor que vayas a ver tú.
Hice caso a su petición, y fui. Creí que era Eri, pero cuando llegué, estaba... Zabdiel ahí. Parecía muy fuerte y sano, se encontraba sentado en el sofá.
Mi sonrisa se ensanchó al verlo, no podía creer que por fin había salido de aquel aterrador lugar.
—Viniste... —Dije aún sonriendo como un niño enamorado.
—¿Y por qué no lo haría? —Contestó de la misma manera.
Tomó mi brazo y me abrazó con fuerza, aún me ponía nervioso que me tomara de forma inesperada, a pesar de que tenga 7 años de conocerlo.
—Cada vez creces más, Chris. —Susurró.
En realidad, él era más pequeño que yo, al menos en la estatura. Me llegaba como a la nariz, y siempre me burlaba de él por eso, aunque tuviera 16, se veía de mi edad.
Nos separamos unos segundos, y después volvimos a platicar, de cosas variadas y que a él le gustaría hacer, o realizar. Hasta que mencionó algo que realmente me hizo sentir fatal por dentro.
—Bueno... Desde la semana anterior, que dejaste de ir a verme, me recuperé. Y gracias a eso, conocí a un niño bastante lindo, tiene 15, y se llama Richard, Camacho creo. Deberías conocerlo también. —Me contó, con una gran sonrisa, como si estuviera hablando de la persona más maravillosa del mundo.
Como me hubiera gustado que mientras él hablara de mí, sonriera de esa manera.
Poco a poco mi emoción y alegría por tenerlo cerca fue disminuyendo, me comencé a sentir nuevamente desganado y sin mentir, sentía muchos celos también.
—No, ya tengo suficientes amigos. —Contesté seco.
Comencé a sentirme muy estúpido por sentir todo lo que en aquel sentía por Zabdiel, porque tal vez él jamás iba a sentir lo mismo por mí.
Al parecer las demás personas eran suertudas, a excepción de mí.
—Christopher, creo que, ya no te molestaré. —Dijo levantándose de su lugar un poco desanimado.
Deja de actúar tan estúpido.
—Está bien, espero que Richard te visite más seguido, cuídate. —Sonreí falsamente intentando parecer normal.
Al ver a Zabdiel salir por la puerta, no supe si dejarlo ir o pedirle disculpas por mi actitud. Elegí la primera opción, solo oí el sonido de la puerta cerrarse.
Me senté en el piso pensando en cómo había reaccionado ante lo que dijo, Zabdi. Sobre el estúpido niño del cual ahora está enamorado.
No podía negar que por dentro me sentía como mierda por no saber cómo gustarle a la persona que me gustó desde hace años. Me dolía el pecho por no ser lo suficientemente bueno para poder enamorarlo en un instante. ¿Acaso Richard es mejor que yo?, ¿qué tiene ese tal Richard que no tengo yo?, tenía ese criterio negativo de mí de nuevo; sentía que le daba asco a las personas y por eso nadie lograba soportarme o quererme.
Sin más, empecé a llorar en silencio, todo por celos, y por no ser correspondido. Me sentía como un niño indefenso que estaba experimentando los obstáculos del amor.
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Cáncer. » Chrisdiel.
Fiksi PenggemarChristopher va de visita al hospital solo por su abuela, la cual tiene anemia. Un día, en un error de habitación, encuentra a un pequeño castaño con la mitad de su cabello rapado, pero eso no le quitaba lo lindo a vista del chico. Desde aquel día, C...