o n c e.

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Tenía nervios. Muchos nervios.

Quería ir con el terapeuta sin encontrarme a Zabdiel, o estaría aún más nervioso. 

Ya estaba caminando por el pasillo del hospital. Abrí la segunda puerta, y entré. 

—¿Usted es el señor Velez? —Preguntó escribiendo en una pequeña hoja. 

—Sí, así es.

—Pongase cómodo, le hablaré sobre lo que me pidió. 

Acomodé la silla y tomé asiento, con mis manos entrelazadas. 

 —Su novio... —Hice una mueca, y supongo que entendió que Zabdiel ya no era nada mío. —Tiene suerte de seguir vivo durante años. —Me miró serio. —No le diré que el cáncer por fin dejó su cuerpo, porque nunca fue así. Solo lo controlamos para que él no fuera empeorando, pero, con los síntomas que tuvo la última vez que vino a verme, pensamos que su tiempo ya está contado.

Relamí mis labios. ¿Cómo se supone que debía reaccionar a eso?, comencé a jugar con mis propias manos, ahora ya no estaba nervioso. Estaba asustado, el miedo comenzaba a invadirme.

—Los otros doctores y yo, creemos que podrían ser semanas. —Bajó un poco su tono de voz. —Lo sentimos mucho, señor Velez, pero no podemos hacer algo más.

—El posible amor de mi vida está por morir en no sé cuántas semanas. —Reí un poco nervioso. —¿Usted cree que estoy tranquilo con eso? 

—Por supuesto que no. Así que si no quiere sufrir tanto después, le recomiendo que vaya a disfrutar el tiempo que le queda con él. —Propuso, a lo que yo asentí.

Salí de ahí con ganas de llorar, ya era rara la vez que no lloraba. Pero intenté parecer normal y serio. Seguí caminando por ahí, pensando en todo lo que había pasado. 

(...) 

En el trayecto hacia mi casa, me topé con Joel. Con el cual intenté no hablar, ya que era muy fastidioso y solamente quería que hablara con Erick, según él estaba deprimido.

Recordé lo que tenía planeado, así que al final acepté, por mi estrategia, y por el estrés que me estaba causando. 

Ahora mismo estaba en casa de Erick, un poco serio por la tensión del ambiente.

—Chris... —Me llamó en bajo. —Perdón por haberte mentido. —Suspiró. —Sé que las cosas no te van de lo mejor, y estás luchando porque todo parezca normal. Y no te culpo, ni me burlaré. Desde que dejaste de hablarme, me la he pasado de lo peor.

Lo miré y puse una mano en su hombro. Lo miré tranquilamente, y sonreí.

—Erick, ya no importa eso. Eres, y siempre serás mi mejor amigo, el mejor de todos. —Erick soltó una risilla y me apegó a su cuerpo, para abrazarme fuertemente.

—¿Entonces volverás a hablarme? 

—Claro. —Lo golpeé suave. —¿Te parece si salimos a algún lado, con alguien? —Asintió.

•••]

Llegamos a la casa de Zabdiel. Yo hice el intento de no salir corriendo como gallina de ahí, así que Erick me tenía agarrado de los brazos. 

Zabdiel abrió la puerta. Se veía demasiado mal, como una momia. Me puse de rodillas frente a él y abracé sus piernas.

—Por favor, perdóname. —Supliqué. —Perdóname por ser un idiota y no haber venido antes. Perdóname por haber sido el peor novio que has tenido. Perdóname por ser tan celoso y tener miedo a que te enamorarás de Richard.

—Disculpa aceptada. —Dijo dulce, me levanté un poco emocionado y lo abracé, tenía muchas ganas de besarlo, pero soporté.

Antes de que volviera a hablar, tomó mi rostro y me dió un pequeño beso. Puse mis manos sobre su cintura y ambos reímos estúpidamente. Había extrañado tanto volver a sentir sus labios.

—Van a seguir de melosos, ¿o ya nos vamos? —Dijo Erick zapateando el piso. 

—¿Nos vamos? —Preguntó Zabdi confundido.

—Sí, nos vamos. —Lo tomé de la mano y empezamos a correr hasta la cafetería más cerca que habría. 

Antes de llegar a la primera cuadra, me cansé demasiado. Tomamos un poco de aire, para después seguir corriendo y poder estar ahí a tiempo.

No nos tomamos ni 10 minutos cuando por fin llegamos, las puertas estaban abiertas así que entramos rápido. Zabdiel y yo le dijimos a Erick lo que queríamos y fue hasta la barra de comida a hacer nuestros pedidos.

—Parece qué estás de buen humor hoy, Christopher. —Me dijo Zabdiel notando que yo estaba sonriendo.

—Es porque estoy contigo. Y sinceramente, mis días son más bonitos si tú estás a mi lado. —Se sonrojó. 

No sabía si habíamos regresado, pero de cualquier manera, amaba estar con él. 

—¿Por qué tardaste tanto en pedirme perdón? —Preguntó cruzando sus brazos. 

—No sabía de qué manera hacerlo.

Iba a volver a hablar pero Eri llegó con los platos de comida. Se sentó a un lado de Zabdiel, y sin más, empezamos a comer. 

Nuestra tarde se pasó un poco rápida. Puesto que hablamos la mayoría del tiempo sobre nuestros viejos tiempos, y unas que otras veces contamos anécdotas chistosas que nos ocurrieron de pequeños.

 Si hay probabilidad de que existan las mejores personas en el mundo, puedo asegurar que para mí, son Erick y Zabdiel.

Cáncer. » Chrisdiel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora