d i e z.

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8 años.

 [Flash-back]

 —Bien Yane, te prestaré mis carritos. Pero no agarres el azul. —Le dije poniendo mis juguetes sobre el piso. 

Yo estaba en la casa de Erick jugando. Él por mientras había ido a buscar sus pistas de carreras en el ático. 

Yane, su hermana, tomó mi carrito azul.

—No es azul. —Chilló. —Es verde. —Me lo aventó mi entrepierna provocando que tuviera un gran dolor. 

—¡MAMÁÁÁÁÁÁÁÁ! —Grité casi llorando. 

Erick corriendo se dirigió hasta a mí y empujó a Yaneli como si fuera una muñeca de trapo viejo. 

—Chris, te he dicho que no juegues con mi hermana. —Frunció el ceño y yo me encojí en brazos.-Bueno, no importa, espero y no te haya dejado esteril.

—¿Esteril? —Hice una mueca. —¿Qué es eso? 

—Sin hijos. 

—Yo no he tenido hijos Eri. —Contesté confundido. —Los tendré hasta que me case con Zabdi.

Sonrió con ternura y me levantó del piso. Me abrazó fuertemente y comenzamos a jugar a las luchitas.

Aunque pareciera que nosotros sólo éramos estúpidez humana, era como mi hermano mayor, siempre me cuidaba y estaba al pendiente de mí, cosas que ni siquiera Ami podía hacer. 

[•••] 

—Muy bien, niños, abrochen sus cinturones. —Dijo mi mamá con el volante en mano. 

Y como el rebelde que era, no lo hice. Puse mis brazos detrás de mi nuca, y Erick me regañó.

—Colocalo, Bryant. —Me golpeó la mano. —No querrás salir volando por la ventana como mi gato. 

Le hice caso un poco molesto. No me gustaba que me dieran órdenes. 

 Comenzamos a contar chistes sin algún sentido. Nos reíamos tan fuerte que a veces me dolía el estómago, o sentía ganas de ir al baño. 

—Sabes Christopher. -Limpió una lágrima de su ojo. —Cuando ves a Zabdiel pareces un tómate.

—Y tú cuando caminas parece que estás cagando. —Dije y sin resistir empecé a reír, me dió una bofetada.

—Qué son esas palabras, Christopher. —Comentó mi mamá.

—Lo siento má. Fue Erick. —Lo culpé y me miró indignado.

Los minutos se fueron demasiado rápido. Llegamos al hospital, y justamente Zbdiel estaba afuera. Sonreí y comencé a dar saltos en mi asiento emocionado, mi corazón comenzaba a latir fuerte y rápido. 

—Tranquilo viejo, yo estaré ahí para humillarte. —Lo miré mal y rió. 

Desabrochamos nuestros cinturones y bajamos del carro. Zabdiel sonrió en grande al vernos, y corrió para abrazarme. Me encataba su olor a flores y fresas.

—¿Por qué Zabdiel huele a niña? —Preguntó Erick confundido.

 —Cállate, tú hueles a vagabundo y nadie se está quejando. —Se defendió Zabdiel.

—Zabdi, ¿puedo hacerte una pregunta? —Lo miré a los ojos mientras lo tomaba de las manos.

-C-claro. -Se sonrojó.

—¿Por qué eres tan lindo? —Acaricié su mejilla. —Digo, siempre que sonríes, te ríes o te sonrojas, te ves muy bonito. Incluso más de lo que ya eres, ni siquiera la niña más hermosa podría compararse a ti. —Acaricié su cabello. 

—E-eh, y-yo... N-no lo s-sé... —Respondió nervioso y sonreí por causar ese efecto tan repentino en él. 

—Tal vez digo eso porque me gustas, y mucho. —Lo abracé de nuevo.

Siempre supe que a él le encantaba que yo lo abrazara, y aunque yo odiara los abrazos, solo me comportaba cariñoso por él. + 

—Guácala, qué cursis. —Hizo una cara de asco Erick mirándonos. 

—¿Podrías callarte?, tú ni siquiera le gustas a alguien. —Le contesté.

Cáncer. » Chrisdiel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora