Capítulo 6

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-Buenos días -saludo a Hoseok con voz cantarina cuando paso danzante ante su mesa el jueves.

El me mira por encima de los lentes -una descarada declaración de principios en cuanto a la moda y un esfuerzo por su parte para que se le tome más en serio-. Debería decirle que se deshiciese de esa camisa amarillo canario y de esos pantalones grises que parecen mallas. Quizá así lo consiguiera.

-Parece que alguien ha cogido -dice con una sonrisa malévola-. Bienvenida al club. ¡Estoy exhausto!

-¡Basta! Hoseok, eres un putón -contesto, y finjo una expresión de desagrado mientras tiro el portafolio debajo de la mesa. -¿Alguna novedad? -pregunto para desviar la conversación de las aventuras sexuales de Hoseok.

-No. Voy a salir a visitar a la señora Baines para darle un abracito. Anoche me llamo a las once para preguntarme si sería posible que los electricistas lleguen esta mañana. Me interrumpió en pleno acto de...

-¡Bueno, bueno! -digo con las manos levantadas -No sigas.

Me siento y giro la silla para ponerme de cara a él.

-Perdona, cielo. ¡Es que fue lo máximo! -insiste y me guiña el ojo. -Pero bueno esta estresada por que tiene programado celebrar un baile de verano en julio y lo quiere todo terminado para entonces. ¡Esta resuelta, bonita! Si no para de cambiar de idea jamás terminaremos. -de repente se levanta de su silla, me lanza un beso en el aire a tres metros de distancia y dice -:¡Au revoir, cielo!

-Adiós. Oye ¿Y Sun? -le grito mientras se aleja.

-¡Ha ido a visitar unos clientes! -grita y cierra la puerta al salir. 

Me vuelvo hacia mi escritorio y Tuzu me deja un café  delante. Lo cojo al instante y le doy un sorbo mientras  ella ronda mi mesa con nerviosismo.

-Kwan ha llamado para recordarte que hoy no vendrá -dice.

-Gracias Tuzu ¿Qué tal el fin de semana?

Ella sonríe y asiente con entusiasmo mientras se sube los lentes.

-Muy bien, gracias por preguntar. Terminé el punto de cruz y limpie todas las ventanas, por dentro y por fuera. Fue estupendo -contesta y sonríe vagamente mientras se marcha corriendo a archivar unas facturas.

¿Limpiar ventanas? ¿Estupendo? Es una chica encantadora pero,  por Dios, es más sosa que el pan sin sal.

Paso unas horas respondiendo correos electrónicos y limpiando la bandeja de entrada. Compruebo que ya se ha realizado la última  limpieza en el Lusso y cojo el celular cuando éste empieza a danzar sobre mi mesa. Al ver el nombre que aparece en la pantalla pongo los ojos en blanco. Nunca se da por vencido. Ayer me acribillo a llamadas sin parar (y yo se las he rechazado todas), pero sigue insistiendo. Tendré que hablar con él antes o después. Tiene algo que necesito: mi coche. 

A la una en punto saldo de la oficina para ir a comer con Jin.

-¿Qué no hay algún hombre decente en este pueblo? -pregunta pensativo mientras se limpia la boca con una servilleta. -Estoy perdiendo las ganas de vivir.
-No puede haberte ido tan mal.
Su cita de anoche fue un fracaso. En cuanto llego a la casa a las nueve y media, supe que la cosa no había ido bien.
Deja la servilleta sobre el plato vacío y lo aparta.

-Jimin, cuando un hombre saca la calculadora al final de la cena para decirte cuánto le debes, es mala señal.

Me echo a reír.  Si, es mala señal. Es la igualdad llevada al extremo.

-Entonces, ¿no vas a volver a quedar con él?
El resopla indignado.

-No, la escenita de la cena ya me había decepcionado bastante, pero que cogiera el dinero que le ofreci  para pagar el taxi, cuando me dejo en casa ya me desencanto del todo.

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