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En un mundo donde las condiciones ambientales dificultaron la existencia humana y obligaron al cuerpo mutar para no perder la descendencia de la raza; los países al tener pocos habitantes se unificaron para pertenecer totalmente a reinos continen...
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La relación con el pequeño japonés mejoró a partir de aquella noche. Nuestros encuentros fueron más frecuentes, y con ellos, su actitud y confianza eran más cercanas.
¿Qué si estaba feliz con eso? Sí, pero mi codicia era tanta que no me conformaría con eso.
De entre todas las personas, yo era el más interesado en que Yuri recuperara sus recuerdos, pero, sabía que eso podía costarle la tranquila vida que hasta el momento había llevado y, como la persona más importante que era para mí, no podía permitir que pasara por algún tipo de sufrimiento.
Tuve miedo aquella noche, pues no sabía cómo iría a reaccionar en el momento que le dije que tanto la coronación y la boda, ya tenían fecha, y una muy cercana.
Pero, un gran alivio me invadió al saber que no lo había tomado tan mal.
El pequeño Yurio se convirtió en un visitante frecuente dentro del palacio y no era raro poder observarlo de vez en cuando jugar con Yuri y algunas veces en compañía de Mila.
Ver esas escenas me provocaba sentir envidia, pues Yuri logró adaptarse a su compañía muy rápido, pero al mismo tiempo me daba alegría que se estuviera desenvolviendo de manera positiva hacia los demás.
Había terminado rápido mi trabajo y las tutorías educativas que tenía planeadas durante el día, así que caminé hasta el centro de juegos, es decir el jardín trasero, donde normalmente Yuri pasaba el tiempo con los nietos de Nikolai.
Yurio discutía, como era de costumbre, con la joven pelirroja, mientras que Yuri hacía su mejor esfuerzo por calmar la situación.
— ¿Qué está pasando por aquí? —mencioné cuando llegué al lugar donde todos estaban.
— ¿Eh?... Viktor, no es nada grave... —dijo Yuri lleno de nervios y con la expresión agitada.
— ¡Yuri es un mentiroso! —Expresó el pequeño rubio lleno de enojo.
Sus ojos empezaban a lagrimear, su rostro expresaba nada más que enojo y su pose en brazos cruzados hacia que mis suposiciones fueran correctas.
— ¿Mentiroso? —Volteé a ver a Yuri y éste se encogió de hombros— ¿A qué te refieres?
Yuri abrazó al más pequeño con la intención de evitar que en una rabieta lastimara a Mila. Sin embargo le costó un poco de trabajo tenerlo quieto gracias al forcejeo que Yurio hacía.
No entendía muy bien la situación.
—Mila sabe que Yurio se quedará a dormir el día de hoy.
Hace un par de días, en una de nuestras numerosas pláticas, Yuri lo había mencionado.
Ah. Con que era eso.
Habíamos estado caminando durante quince minutos para poder llegar al jardín japonés. Del cansancio, ambos dejamos caer nuestros cuerpos sentados al pasto que había alrededor.