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En un mundo donde las condiciones ambientales dificultaron la existencia humana y obligaron al cuerpo mutar para no perder la descendencia de la raza; los países al tener pocos habitantes se unificaron para pertenecer totalmente a reinos continen...
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—Viktor —dije entre jadeos tratando de recuperar el aliento tras aquel beso—, siento que vamos rápido.
Por su parte, no dijo nada. Con una figura inmutable y su rostro sin mostrar alguna expresión; sólo me observó, alzó su mano derecha a la altura de mi mejilla y le dio suaves toques con sus pálidos y finos dedos; haciendo que todo mi interior se estremeciera.
—Perdón —dijo, y dejó de acariciar mis pómulos—, me dejé llevar —guiñó con su ojo izquierdo.
La noche pasaba lenta, pero no lo hacía de una manera desesperante, pues estar con Viktor se sentía extrañamente tan bien.
Mi cuerpo, a pesar de sentirme agitado y mi corazón que palpitaba con una fuerza inhumana cada vez que lo veía, parecía estar familiarizado con su presencia. Era como si éste estuviera acostumbrado a su compañía, como si siempre hubiera estado a mi lado. Así lo sentía.
—Hay algo que no entiendo —confesé.
—Dime Yuri —pausó. Bajó su mirada intentando evadir la mía—. Yo, intentare aclarar tus dudas —titubeó—; siempre y cuando estén dentro de mi alcance.
— ¿Por qué a pesar de no conocernos, me siento tan a gusto con tu presencia? —Cuestioné sin que me importara lo atrevido que sonara—. Es decir, tu aroma, tus toques, tu mirada —suspiré con el propósito de armarme de valor para declarar lo que estaba a punto de transmitirle—. Todo me parece tan familiar y embriagante.
Viktor tomó mi mano y sobó con pequeños toques el dorso de la misma. Aclaró su garganta y desvió su mirada intentando escapar de mi enfrentamiento.
— ¿Crees en las parejas destinadas? —Se animó a hablar.
—Leí sobre eso hace algún tiempo, pero ¿no se trata de una leyenda solamente? ¿Algo en lo que nuestros ancestros de la nueva era creían?
Peinó sus largos cabellos plateados hacia atrás y levantó la mirada, para después soltar un pesado suspiro.
—Una leyenda ¿eh? —Soltó—. Es tan romántico ¿no lo crees?
Su tono de voz a partir de mi respuesta fue muy distinto al de momentos antes. Suponía que había hecho algo mal.
—Suena muy romántico, pero, también si eso manipula los sentimientos; para mí deja de serlo —bajé la mirada. La distancia que nos separaba era grande; y no me refiero a una distancia física, pues tal vez mi respuesta indiferente fue la causante del ambiente pesado que se sentía entre nosotros.
—Sería genial que Yuri fuera mi pareja destinada —suspiró.
—Yo —intenté remendar lo que había provocado. Me sentía culpable—, Viktor, perdón.
Tras esas palabras él por fin me enfrentó dedicándome una mirada directa hacia la mía. Sus ojos celeste, brillaban entre toda la oscuridad y su expresión era suave; no parecía tener algún rencor o enojo por mi comportamiento.