//Juntos//

66 8 7
                                    


Bien dicen que el amor llega cuando menos te lo esperas, cuando no estás esperando que toque a tu puerta, cuando en realidad ni siquiera le has tomado importancia porque has dejado de creer en él, el amor llega cuando más lo necesitas, cuando necesitas un abrazo en medio de las lágrimas, cuando las sonrisas han desaparecido y el gris ha devorado los vistosos colores que componían tus días. El amor es algo realmente grande, algo increíble que difícilmente se podrá describir porque para cada persona el amor son cosas o personas diferentes.

Para mí el amor eran las cálidas manos de mi madre cuando limpiaba mis lágrimas y los susurros dulces de su voz diciéndome que todo estaría bien, amor eran las tardes de pláticas con mi abuela en el pequeño balcón de su casa, con galletas y libros viejos que nos acompañaban. Eso era amor para mí y cuando lo perdí creí que ya no lo volvería a encontrar, que me quedaría con los pedazos rotos y nada más, sin embargo me equivoqué y fue la equivocación más hermosa de todo mi vida porque él llegó con sonrisas sinceras y gestos dulces, abrazos fuertes y palabras llenas de paz, ese chico de cabellos casi dorados me enseñó que nunca se debe dejar de amar.

"¿azul o morado?" le mostré las dos alfombras a la espera de una respuesta

"azul" respondió, mientras se llevaba una palomita de maíz a la boca "me gusta como lo has arreglado" señaló la habitación

"sí, es lindo" sonreí "aun así continuo molesta"

"vamos Hannah, ha pasado un mes" me miró con el ceño fruncido "no puedes seguir molesta por eso, bebé"

"sí puedo" volteé enseguida para evitar que me viera sonrojar "cuando te dije que podías ayudarme no me refería a pagar el departamento por un año"

"lo hecho, hecho está, cariño" sentí su sonrisa en medio de sus palabras "sólo olvídalo"

"te pagaré, ya te lo había dicho"

"¿puedo elegir la forma de pago?" le escuché preguntar con un tono de voz pícaro

"tonto" murmuré entre dientes

"sí, yo también te quiero"

Las cosas mejoraban de a poco, la graduación llegó en un abrir y cerrar de ojos, cuando nos dimos cuenta ya teníamos nuestros diplomas y títulos en mano listos para emprender el camino a la universidad. Yo decidí empezar a trabajar a tiempo completo en la cafetería para poder ahorrar lo suficiente y estudiar lo que verdaderamente me gustaba, debía admitir que no tener que pagar el departamento era una ventaja.

Trabajé regularmente durante dos meses en los cuales Sean iba a visitarme todos los días sin falta a las siete y veinte en punto antes de ir a sus clases puesto que a él sus padres le pagaron inmediatamente los estudios, (una carrera en comercio exterior) y a las tres y quince, tiempo en el cual se dedicaba a molestarme, tomar café, comer pasteles y robarme uno que otro beso. Es un tonto, uno muy dulce pero, un tonto a fin de cuentas.

Entonces un día llegó al departamento con un regalo.

"¿qué es eso tan importante que querías decirme?" le pregunté, sentándonos en el sofá gris

"amarás esto, créelo" me aseguró con una hermosa sonrisa

"lo dudo" bromeé

"¿dudas de tu apuesto y detallista novio?" soltó una pequeña risita por el comentario

"sólo suéltalo" puso los ojos en blanco

Mordió su labio inferior y asintió. De su mochila sacó un sobre color marrón, lo tomé confundida sin entender.

ArtesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora