La vida continúa

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Si todo lo anterior parecen solo breves extractos de una larga historia, es porque la memoria es frágil. Sobre todo la mía, siempre me destaco por no recordar los sucesos de mi corta biografía. Situación típica: un familiar diciéndome "recuerdas cuando...". Y yo con expresión estupefacta preguntándome si eso realmente sucedió, o lo están inventando. Porque realmente no recuerdo nada.

La vida continúa, y no fue tan difícil como pensé que sería. ¿Por qué me complicaba tanto ella? ¿Por qué seguía pensando tanto en ella? ¿Qué tenía ella? No sé. O me costó mucho darme cuenta.

Estábamos ya terminando octavo básico, año 2005, yo tenía 14 años ya. No me sentía nada grande, solo sentía un gran enredo en mi cabeza. Pero trataba de no preocuparme mucho de eso. Me preocupaba más de estudiar para que me obtener buenas calificaciones en el colegio, y lo lograba, me iba bien. 

Como ya mencioné, mis compañeras siempre miraban a los chicos de otros cursos, a los más grandes, los que iban en el pabellón frente al nuestro que correspondía a la enseñanza media. Y yo no entendía cual era la gracia de mirarlos ¿cual era la gracia de ellos?. 

Un día, en septiembre, había una exposición de cueca (baile tradicional de la zona centro de Chile), y ahí me quedé mirando como bailaban porque me atrae mucho la forma de bailar de los hombres, el zapateo, la chupalla, las espuelas, el poncho, me parece muy entretenido como bailan ellos, no tanto así como se supone que deben bailar las mujeres, como debemos bailar. Así que me quedé mirando hacia la cancha donde se realizaba el acto, y vi a un muchacho que bailaba muy bien cueca, tenía mucho dominio de sus pies, nunca había visto un zapateo tan bien hecho. Cuando desvié la mirada de sus pies hacia su cara, descubrí una piel pálida, ojos color miel, facciones infantiles pero muy bonitas, cabello castaño claro (se le alcanzaba a distinguir un mechón que le cubría la mitad del ojo izquierdo bajo la chupalla). Quedé alucinando un buen rato, lo que más me gustó, en esos 3 pies de cuecas que logré disfrutar, era cómo bailaba el chico. No tenía idea cómo se llamaba, no tenía idea de qué curso era, pero se me ocurrió contarle a mis compañeras que lo encontraba muy tierno. Así fue como ellas acabaron con el misterio.

- ¿Ven a ese chico de ahí? Aquel que baila muy bien

- ¿Él? Parece que es de sexto.

- ¿De sexto? Wow, es pequeño.

- ¿Pero qué tanto, si tu vas en octavo no más?

- Tienen razón, pero solo lo encuentro muy lindo, y que baila muy bien.

- Vamos a preguntarle como se llama cuando termine de bailar.

- ¡No! Por favor, no. No es necesario - dije, y me dio mucha vergüenza pensar que lo harían.

No lo hicieron en ese momento. Pero un día dicho muchacho pasó por fuera de nuestra sala, y la Magda con Elena no dudaron en salir inmediatamente a solucionar la interrogante. Me escondí y observé de lejos, hasta que de pronto escuché:

- ¡Oye! ¿Cómo te llamas? - Dijo la Magda.

- Giorgio ¿Por qué? - Dijo el pequeño, tomándose con una mano la cabeza y sonriendo nervioso.

- Ah, es que una amiga dijo que eras bonito. Está allá adentro - Indicó Elena con el dedo hacia mí, y cuando vi los ojos miel del pequeño mirarme, levanté una mano y lo saludé con una sonrisa nerviosa. Me sonrió de vuelta. - ¡Eso es todo! Puedes seguir tu camino - Se despidió Elena del chico de sexto.

Giorgio no dudó en seguir su camino, se notaba algo asustado y nervioso como resultado del encuentro con la chica desconocida 2 años mayor que le dijo que otra desconocida lo estaba mirando. ¡Qué vergüenza! Pobrecito.

Entre nubes de colores (Incompleto)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora