Un nuevo amigo

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Pasaron los días, seguimos viéndonos cada día, cada recreo y cada fin de clases corríamos a vernos. La que salía primero de clases iba a la sala de la otra para acabar el día sumergidas en un abrazo, para mantener ese recuerdo hasta el siguiente día, o hasta el lunes, si es que era viernes.

Fue un fin de semana de junio que ella me contó algo que me hizo sentir extraña. Tenía un nuevo amigo.

Emilia era fan de un grupo chileno, asistía a sus conciertos y a las juntas del fansclub todos los fin de semana. Ahí conoció a su amigo, Braulio.

Algo me comenzó a incomodar, creo que empecé a pasar a segundo plano. Ya no hablábamos tanto de la vida, sino de lo simpático que era el muchacho. Del chiste que contó, de la broma que hizo, de cómo dijo cualquier cosa. Ahora, cuando estaba en línea en Messenger no me respondía tan rápido como antes, y cuando le preguntaba me contaba que era porque estaba conversando con él.

Comenzaron a llamarse 'Manitu y Manita'. Supongo que se trataban de hermanos. Y al mismo tiempo sentía que ese lazo que creí que teníamos se comenzaba a deshacer de a poco. Me dolía el corazón, me daba pena y rabia. No quería ser la persona que ella quería menos, quería ser la que más quisiera. Quería seguir siendo la BBF  (best friend forever, como nos había bautizado ella). Pero eso ya no era tan así. Al parecer no tanto.

Yo me sentía muy intrigada por el muchacho, Braulio. No entendía cuál era la tanta gracia que tenía. Un día, sin ser tan evidente con lo que sentía, le pregunté a Emi cuando estábamos en un recreo sentadas en su sala.

- ¿Y cómo está Braulio? - Intenté no ponerme nerviosa, porque solía ponerme así junto a ella.
- Bien, de hecho olvidé decirle que le mandó saludos mi Manitu. - Hizo una gran sonrisa con sus labios.
- Ah. ¡Qué bien, gracias! - Me quedé en silencio por un momento - ¿le puedo hacer una pregunta?.
- Esa es una, y mi respuesta es sí. Puede hacer todas las que quiera, mi niña.
- Braulio... ¿le gusta? - creo que me puse roja.
- Creo que veía venir esa pregunta. Y créame que yo también lo he pensado - miró su cuaderno e hizo unos dibujos sin sentido - No lo sé. Lo encuentro muy simpático, incluso atractivo. Pero no lo sé. Probablemente me gusta un poco.

Nunca se puso nerviosa, jamás titubeó. A veces creo que incluso cuando duda las cosas, tiene todo demasiado claro. No como yo, yo nunca sé nada, ni siquiera lo que me sucede. Ni siquiera sé qué es lo que me pasa ahora.

¿Qué siento con éso?

Probablemente, sea lo que sea que sienta, jamás se lo diré.  Terminé esa conversación con un silencio y un esbozo de sonrisa más parecida a una mueca tiesa. Pensé en todo y en nada.  Pero sentía que algo en mi pecho se rompía.

Notó mi expresión, pero no dijo nada. Sonó el timbre para volver a clases. Me levanté de la silla, la miré, le sonreí nerviosa.  Comencé a caminar nerviosa aún, pensando en nada. Me detuve cuando escuché su voz.
- ¿Tan rápido se va? - la miré nuevamente, pensaba decirle que había sonado el timbre para volver a clases, ¿acaso el amor la tenía sorda?. Pero no dije nada - Se olvida de mi beso. - Me dijo, abriendo sus brazos, esperando que yo le respondiera con un abrazo.

Con lo pensativa e ida que quedé, olvidé que siempre que nos saludábamos o despedíamos nos dábamos un apretado abrazo, y ella me daba un beso que hacía presión en mi mejilla, era sonoro, alcanzaba a percibir su aroma y oír su respiración. ¡Su beso, verdad! Parecía que me estaba arrancando ahora. Reaccioné, le respondí como correspondía. Luego me fui, para seguir sumergida en mis pensamientos.

Al día siguiente, en un recreo me dice que Braulio dice si nos podemos agregar a messenger para ser amigos. No puedo negar que mi cuerpo se puso tenso completamente, no entendía por qué él quería eso. O quizás ella lo convenció. Yo no quería tener relación con mi enemigo, pero por ella si lo haría. 

Ese día me dijo que su Manitu no le gustaba. Que lo estuvo pensando, y llegó a la conclusión que lo quería como un hermano, como un gran amigo. Que solo era eso. Yo, por supuesto, pensé que eso significaba que no lo iba a querer más que a mí. Aunque quizá si llegaría a ocupar un lugar de mejor amigo, como yo. Me quitaría ese puesto en el corazón de mi Emi.

Acepté.

Nos agregamos y aceptamos en Messenger.

Para mi no-sorpresa, el chico era realmente grato. Decía cosas chistosas a cada minuto, nos contamos algunas cosas superficiales de nuestras vidas. Me molestó por mi estatura sin conocerme, sin embargo me causó mucha gracia.

Cuando nos despedimos me dijo 'Adiós Pitu-Pitufa. Ah! Y un gusto hablar contigo, niña gigante'.

Sonreí con todo lo que dijo, las bromas sobre mi estatura siempre me han causado gracia, porque jamás me he sentido mal por ser tan pequeña. Al contrario.

Le hablé a Emi, le dije que tenía razón. Que su Manitu era realmente simpático, que me cayó muy bien.

- ¡Qué bien que conversaron! Él me dijo lo mismo de Ud. Se harán amigos ahora 1313* - Me envió un emoticono moviendo las cejas, como de picardía, tratando de darle un doble sentido a su comentario.
- ¡jajaja! Emi, si, quizá podamos ser los 3 amigos - Ignoré completamente el intento de doble sentido.
- Ya, amiguita mia de mí, la amu montones - Me dijo cerca de las 22.00.
- También yo la amu, Emi. Que descanse.
- Yo la amo más.
- Yo más  <3
- Nones, yo más. Duerma. Besos.

Esa noche me dormí muy contenta.

Entre nubes de colores (Incompleto)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora