Lo que (no) soy

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Pasaron como 2 semanas desde que le conté a Emi lo de Braulio. No había pasado mucho más, solo lo encontraba tierno, y si, supongo que me seguía gustando. Pensaba en nada mientras escuchaba My immortal de Evanescence en mi PC, descargaba mientras un capitulo del anime Death Note para ver, ya que era la última serie que había comenzado a ver. Y de pronto se abre una ventanilla de Messenger.

Era mi Emi, se me aceleró el corazón como siempre. Siempre hablar con ella era algo emocionante para mí, aunque últimamente creo que me he alejado un poco de ella.

- ¿Mi Pitu? - me preguntó

- <3 aquí estoy.

- Emmm... tengo algo que decirle.

- ¿Qué pasó, Emi?

- Es complejo, no sé cómo decirle ésto.

- ¿Le pasó algo? ¿Está bien? - Me asusté. ¿Qué le habrá pasado?

- Si, estoy bien. Pero no sé cómo se tomará Ud. esto.

- Dígame lo que sea, yo escucharé (o leeré).

- Me gusta Braulio. Creo que me estoy enamorando de él. Me pidió que saliéramos. No solo como amigos, que seamos algo más.

¿Cómo explicar esto? Sentí como se tapaban mis oídos y luego un sonido agudo y largo no dejaba de sonar, y una explosión tipo bomba nuclear estalló en mi pecho. Me empezaron a caer lágrimas, miré el teclado bajo la luz tenue de la lámpara sobre mi escritorio. Se me nublaba la vista con cada lágrima que comenzaba a salir y se acumulaban sin querer arrancar de ahí, hasta que finalmente cedieron y continuaron su camino por mis pómulos, para finalmente caer sin forma sobre el teclado. Me tembló el cuerpo un rato, parecía morir de frío, pero no, no hacía frío. Algo le pasaba a mi cuerpo, comencé a sentir mi corazón latir fuerte en mis oídos, el sonido agudo ya se había ido lejos. Levanté lentamente la mirada hacia la pantalla, por si había algo más de información que quisiera seguir machacando mi corazón...

- ¿Pitu? ¿ Está ahí? - Me preguntó. 

- Sip

- Pitu, yo sé que Ud. me dijo que le gustaba Braulio, y yo no debería haber hecho esto, pero él me gusta de verdad. Lo quiero mucho hace mucho tiempo. Usted lo sabe. Espero no dañar su corazón con ésto.

¿Le preocupaba que se me rompiera el corazón por Braulio? En ese momento lo que menos me preocupaba era él, al contrario, lo odié en ese mismo momento. ¿Él y mi Emi?. Deben haberse besado, ella debe haberle dado ese beso que me dio en mis sueños. Ése beso que era para mí. Ese beso que me hizo arrancar de ella un poco, hasta que no pude seguir haciéndolo. Ese dulzor ya no era mío, ese sabor jamás lo sería. Lo entendí en ese momento.

- No, Emi. Está bien. Si solo me agradaba Braulio, realmente no me gustaba. Fue una tontera mía.

Jamás le iba a decir que lo que me dolía era perderla a ella, que ella se fuera de mi lado, que ella pololeara, que ella tuviera su cabeza y su corazón pendientes de él. No de mí.

Quizá nunca tuvimos esa unión tan bonita que sentíamos, quizá nunca nos correspondimos. Yo la quiero tanto, la quiero demasiado. Pero ella no a mí, no tanto como yo. 

Apagué el PC del botón, no me preocupé de cerrar ninguna ventana ni apagarlo como corresponde, no me importó si tenía tareas ni nada. Salí al patio y tomé mi bicicleta. Necesitaba llorar, necesitaba gritar. Pero no podía hacerlo en mi casa.

Subí sobre la bicicleta y pedaleé lo más rápido posible, creí volar a ratos. El viento sobre la cara me hacía bien, me secaba las lágrimas que yo no quería que estuvieran ahí.

Recorrí muchas calles, de pronto me encuentro ahí. Fuera de su departamento. Recuerdo que muchas veces hablamos de éso, que nos aprenderíamos nuestras direcciones por si algún día necesitábamos vernos con urgencia, ya sabríamos dónde llegar. Yo sabía dónde llegar. Estuve ahí fuera de su casa mucho rato, sentada detrás de un auto que estaba estacionado en la calle. No quería ser vista, pero sí quería verla. Quería hablarle. Quería contarle que no me dolía él, me dolía ella. Contarle que soñé con sus besos. Decirle que la ¿quiero?, que siempre estaré junto a ella. 

Confesar que no quiero que pololee con él, que solo quiero que esté conmigo. Que soy... ¿Lesbiana? ¿Soy eso? 

Se apareció un recuerdo en mi cabeza: Una vez en el colegio mientras ella acariciaba mi cara cuando estábamos abrazadas en un rincón de su sala, un compañero de ella nos dijo "¿y ustedes son lesbianas?". Yo me quedé callada, no entendí, o no quise entender. Ella lo miró y le dijo "cállate, idiota, ella es mía, nada más importa".  Ahora que recuerdo éso me pregunto ¿Qué fue?. ¿Qué fue éso si ahora ama a su Braulio? ¿Qué fue si ahora aquí me tiene, con mi bicicleta tirada, esperando verla que entre o salga de su departamento, y me abrace nuevamente. Solo eso quiero. Nada más.

No le diré nada, no confesaré nada. Pero quiero un abrazo... un abrazo que contenga los pedacitos que caen de mi corazón.

Me largué a llorar ahí mismo. No sucedió lo que esperé, el destino o mi presencia no la hicieron salir de su casa, no estábamos tan unidas, ni éramos almas gemelas como dijimos alguna vez. No, porque nunca supo que yo estuve ahí, nunca supo que mi corazón ya no existía más. Nunca supo cómo yo la quise.

No lo iba a saber nunca. Porque ya nunca nada volverá a ser igual.

Entre nubes de colores (Incompleto)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora