Amor amor.

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Frank se hallaba en la casa de Gerard cuando una señora de unos cincuenta y tantos entro como si nada a la casa.

Y desde mas o menos una hora y media estaba encerrado en el baño respirando como si el aire tuviera alquitrán.

Normalmente su cabeza estaría como loca pensando en todo, pero el shock de haber golpeado a su padre, haberlo enfrentado y haberse dado a la fuga lo tenía en blanco sin poder reaccionar mucho a lo que pasaba a su alrededor, como cuando la mamá de Gerard abrió la puerta del baño.

— Por dios niño! Casi me das un infarto!

Frank se paralizo y se le quedo viendo nada más, tenía un gran parecido a Gerard la verdad, pero estaba demasiado ido como para hacer los lazos.

— No hablas niño? Eres mudo o que?

Donna le dio un par de golpecitos en la mejilla a Frank y recién se puso de pie haciendo que la señora diera unos pasos hacia atrás.

— Eres bastante guapo niño, pero demasiado... Niño para mi, eres amigo de mi Gerard?

— Ehh... Algo así.

Donna lo miró directo a los ojos para luego sonreír como villano de película y sacar un cigarro de la nada.

— A ti, te gusta mi Gerard.

— ¿Que? No!

— Lo veo en tus ojos querido, mi Gerard tiene un admirador.

Luego de lanzarle todo el humo en la cara con sus manos lo tomo de la barbilla y hizo que lo mirara a los ojos.

— No tengas miedo niño, mi Gerard esta muy solo, muy desamparado, necesita un niño estúpido como tu que lo quiera.

— Señora yo...

— Tu nada, tu lo vas a proteger me entiendes?

Le tiro más humo en la cara y luego lo soltó sin dejar de mirarlo con esa intensidad que solo Donna Way poseía.

— Sirveme de esa botella de por allá si no quieres que te pateé el trasero mocoso.

Frank hizo exactamente lo que le dijo y se sentó enfrente de ella en la demacrada mesa, Donna era muy especial pero muy destruida, Frank al verla le daba escalofríos pero a la vez ganas de pintarla.

— Mi nombre es Donna, llámame Donna ese es mi puto nombre niño.

— Por supuesto Donna...

— De verdad no pensé que fueras tan idiota, si digo mi nombre tu me dices el tuyo, DESPIERTA NIÑO!

— Oh, me llamo Frank... Iero, voy en la misma escuela que su hijo.

—... Te gusta mi hijo o estas enamorado? Aclarate mocoso.

Frank la miro directamente a los ojos devuelta y con seguridad le pidió un cigarro, Donna se lo dio y sin preguntarle le sirvió un vaso de vodka.

— Estoy enamorado como imbécil, Donna.

— Me empiezas a agradar Frankie, quiero saber cómo.

— Pues bueno... Esa es una larga historia Donna.

— Tengo suficiente alcohol para un regimiento, deja de darte vueltas y sueltalo niño.

Frank sonrió y apago su cigarro en la mesa, esto iba a ser entretenido.

Mientras en el hospital Linda estaba en la habitación de descanso con Alex, y no precisamente descansando mientras su esposo pasaba por una gran máquina para escanearle el cerebro.

— Señor Iero, le rogamos que no se mueva, si no esto se hará mas largo.

— Y si no quiero?

— Señor! Vamos a tener que inmovilizarlo si sigue así.

— Esta bien! Calmese señorita.

Desde que Cheech llego al hospital había sido un dolor en el trasero, para todos menos su esposa que había desaparecido, pero a quien le importaba? A Cheech no.

Su cara estaba media dormida por los remedios para el dolor y hasta ahora no había visto que tan hecho mierda estaba, pero era mejor que no viera.

— Eres asombrosa Linda... Eres una mujer hermosa.

— Vamos Alex, no te hagas el conquistador conmigo, la pasamos muy bien pero eso es todo.

— Lo sé, pero podré verte otra vez?

— No lo sé amor, estoy casada.

— Dejame darte mi número Linda.

Linda estaba encima de Alex, pero se dio vuelta y saco un plumón de su delantal tirado por ahí y empezó a escribirle su número en el pecho.

— Jaja no seas infantil!

— No lo sé Linda, me pides mucho.

Mientras estaban en lo suyo tocaron la puerta y el doctor Collins salto de la cama.

— Vistete!

Se puso el delantal y los pantalones, casi no se alcanza a poner las zapatillas y corrió a abrir.

— Doctor lo buscan.

— En seguida.

— Doctor.

— ¿Que quiere?

— Tiene... Tiene el pecho descubierto, adiós.

La enfermera salió corriendo sonrojada y Linda apareció a sus espaldas apoyando su mentón en su hombro y acariciando sus caderas para luego pegarle una nalgada.

— Hasta la próxima Doctor Collins.

Linda salió de la habitación disparada a donde estaba su latoso marido, y no se sentía mal, no se sentía culpable, se sentía genial.

En otra parte Gerard salía de la escuela con la mirada gacha y arrastrando los pies cuando se cayo al suelo al chocar con alguien.

Al mirar arriba estaba James.

— Miren quien esta aquí! La rata de Way.

James le pego una patada en la pierna y Gerard se removió en el suelo.

— James, basta, no estoy de ánimos.

— Quien mierda te pregunto? Maricón levantate para poder darte lo que mereces.

Gerard apretó los puños, estaba harto de toda su mierda, llevaba años en lo mismo, pero hoy no, hoy no.

— Sabes James? Golpeame si quieres! pero eso no cambiara nada, no te hará sentir mejor ni hará desaparecer el hecho de que eres tan inseguro y miserable que tienes que hacer sentir a alguien más miserable e inseguro consigo mismo para poder seguir cuerdo!

— Perdiste la cabeza Way? El semen te esta corrompiendo la cabeza, quieres morir?

— Si.

Cuando James iba a lanzarse a golpearlo Gerard lo agarro de la cabeza y lo beso, James quedo inmóvil en su lugar con los ojos fuera de sus órbitas.

— Vaya, que gay eres James, quieres que te siga besando? Con estos labios llenos de semen asqueroso? Quieres que te de por atrás o por la boca?

— A-alejate.

— Como quieras cariño, por cierto, te haría bien una ducha fría.

Gerard le guiño un ojo y se fue caminando tranquilamente hacia su hogar, sin saber que le esperaba adentro.

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⏰ Última actualización: Sep 23, 2017 ⏰

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I kissed a boy ✒ frerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora