Capítulo 37.

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Simplemente era algo extraño todo lo que estaba pasando, ni siquiera él podía entenderlo. ¿De la nada uno de los “ayudantes” de Daniela lo ayudaba a escapar? ¿Sin miedo de lo que ella le podía llegar a hacer por traicionarla? Simplemente eso no tenía sentido, y él no planeaba confiar completamente en él, y especialmente no después de haber escuchado a Sayuri decir que él fue quien le entregó unas plantas venosas a Daniela.

  —        Si que son idiotas sus secuaces   — Comento aquel chico, un poco más alto que el mismo Israel.

  —        Sí que lo son  —  Simplemente no sabia que decir, que creer o que hacer y optó por seguirle el rollo a este.

  —        Primero te llevaré a un lugar donde estés seguro y te puedas recuperar, ya después te las tendrás que apañar solo  —  Definitivamente si hubiera un concurso de actuación aquel chico se llevaría el todos los lugares, sin ni siquiera dejarle una pequeña oportunidad a los demás.

Así como le dijo a David, se lo llevo a una pequeña casa, un poco polvorienta por el reciente abandono de esta. Pero eso no le quitaba que era un lugar seguro y acogedor –sobre todo seguro–, para poder entrar en aquella casa se debía de escanear tanto huellas digitales como la retina de uno de los ojos y por si eso llegase a ser poco tenía que decir una contraseña para confirmar su voz.
Algo sumamente ridículo para cualquiera que lo viera, pero para el propio Rubén era algo que le aseguraba la vida –desde su pensar–; al entrar se podía apreciar una pequeña sala, con dos sofás –uno a la derecha y otro a la izquierda– y en medio de estos dos un pequeño sillón, posicionado justo enfrente de una televisión, pasando de esa sala se encontraba un comedor, con una mesa –de madera de abedul, con pequeños cristales enmedio de esta– para cuatro y sus respectivas sillas.

Rubén paso de esto junto con David y se dirigió hacia las escaleras –ubicadas precisamente detrás del pequeño sillón–. Con gran dificultad –por parte de los dos– llegaron al segundo piso donde se encontraban tres puertas –una nada más subir las escaleras y las otras dos a cada lado de esta–, se dirigieron hacia la puerta de la derecha, encontrándose un pequeño cuarto, con escritorio algo grande, una cama matrimonial, dos burós color crema, un ropero obscuro y enfrente de este una ventana con vista al patio trasero.

  —        Aquí puedes dormir hasta que te recuperes al 100 %

  —        Dijiste que me contarías todo cuando saliéramos de ese maldito lugar  —  Le recordó el más bajo, mientras era sentado en la cama por el contrario.

  —        Te lo contaré en la noche, ahora necesitas descansar, cuando despiertes comerás algo y allí te contaré ¿te parece?  —  Propuso mientras se dirigía a la salida, quedando en el marco de la puerta.

  —        Bien  —  Con un dolor terrible en todo su cuerpo se recostó en aquella cama que le parecía estar hecha de una nube, y eso era algo normal después de haber sido torturado y de haber tenido que dormir en el suelo.

Al instante de recostar su cabeza sobre la almohada él quedo completamente dormido, Rubén por su parte sólo sonrió y salio de la habitación, yendo hacia la pequeña sala de esa casa.
Se sentó en el pequeño sillón, sacó su teléfono y mando un mensaje, algo que ni Rocío, Ángel o Sayuri pudieron leer, por lo cual decidieron quedarse con él por si era una trampa. Los otros tres se dedicaron a inspeccionar la casa, logrando encontrar ‘una pequeña habitación del pánico’ detrás de una puerta dentro del ropero de la habitación donde se encontraba David durmiendo.

  —        Eso no te incumbe, sólo debes de dirigirte a la dirección que te di, allí los encontrarás  —  Dijo Rubén antes de intentar colgar  —. Me vale una reverenda mierda si sabes llegar o no, si lo quieres encontrar iras al lugar sin quejarte.

"Council of the Dead" - [Deigetta] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora