Inesperado

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Y ahi se econtraba Miles Edgeworth, parado frente al armario y sus fruncidas cejas.

No sabía que ponerse nuestro sotisficado fiscal, no quería ir muy informal por que simplemente no era su estilo ni tampoco demasiado formal por que.. Ni él sabía por que.

Ya harto optó por un pantalón formal de color negro y una camisa blanca.
Era un cambio sencillo pero Miles se miraba elegante. Aunque él no estaba del todo seguro.

Se asomó por el balcón y pudo observar que estaba anocheciendo, ya faltaba poco para la cita improvisada con Phoenix.
Así que revisó el reloj y tomó uno de los sacos que siempre dejaba en el perchero y lo llevó en su brazo.

Despues de cerrar la puerta se apoyó en ella y soltó un largo suspiro, Miles Edgeworth estaba nervioso.

-Es increíble que esté haciendo esto-

Ahora mismo no podía arrepentirse, asi que decidió ir caminando para dispersar sus nervios antes de llegar a su destino.

Comenzó a prestarle atención a cualquier cosa que se le cruzaba por el camino, también atrayendo el interés de mujeres que iban en dirección contraria.

Todos saben que Miles Edgeworth va directo al punto y sin trabas, aunque ahora estaba hecho un mar de nervios.

Sentía como si se fuera tirar al vacío, por que MILES EDGEWORTH VA A UNA CITA CON PHOENIX WRIGHT Y YA NO HAY VUELTA ATRÁS.

Hoy sería la noche definitiva, le dirá lo que siente por que él .
Era tiempo de jugar a la lotería, si ganó el premio, bien, sí no, ni modo, que ha de hacer.

Pero hoy sucedio algo raro, impredecible.
Nuestro abogado de negros y puntiagudos cabellos quién vestía un largo saco de color blanco, había llegado antes con una enorme sonrisa, y eso que nuestro impecable fiscal salió tempranito de su puerta.

-Llegaste muy temprano ¿No Wright?-

-Si.. Bueno, quería evitar contratiempos, siempre sucede algo cuándo es importante- le respondió al mismo tiempo que se rascaba la cabeza y dirigía su vista a cualquier lado menos Edgeworth.

Edgeworth le mostró una casi diminuta sonrisa, justo antes de que se dirigieran al restaurant elegante .

Justo al entrar en la bella estructura Phoenix no pudo evitar pensar que cenar allí le podría salir costando un ojo de la cara.

-Wright, no te preocupes, te he invitado yo. -Le dijo Edgeworth como si le hubiese leído la mente.

Le mostró una enorme sonrisa de la pena que  tenía, pero si él le decía que no se preocupara, así lo haría.

Edgeworth solo puso los ojos en blanco, y sonrió un poco.

Y Phoenix no pudo evitar derretirse por dentro, se quedo sin habla mientras le miraba tontamente, Edgeworth al sentirse observado se quedó confuso al mismo tiempo que sentía sus mejillas arder.

-¿Tengo algo en la cara o qué?- Soltó nervioso.

-Eh?! N-no, no, no es nada, es que de verdad eres muy atractivo, según las chicas - Dijo a lo imbécil imprudencias Wright.

-No dejas de pensar en tonterías- Se rió fuertemente, ignorando lo que le había dicho. Aunque su ofuscada cara demostrara lo contrario.

Y feenie rió también.

Y el tiempo transcurrió rapidamente esa noche, sería una larga e inolvidable noche para ambos.

Después de terminar de cenar, Phoenix le invito a pasear un rato y conversar, y eso fue lo que sucedió hasta llegar a un observatorio abandonado, lamentablemente bien cerrado, pero ubicado donde se puede apreciar una gran vista de la activa ciudad que nunca se dignaba a dormir.

- ¿Qué es este lugar Wright?- le preguntó fascinado con la simpleza y belleza de aquel sitio.
-Lo encontre un día que Trucy perseguía sus conejos de sus actos de magia, desde entonces salen bicicletas de sus números, esas no salen corriendo- dijo como si fuera lo mas normal del mundo. Aunque fue culpa de feenie que se fueran los conejos.
Miles solo arqueo una de sus cejas, acompañada de un frunce de sus labios.
Él se quería reír.

Phoenix sonrió ligeramente, las facetas ocultas de Edgeworth eran preciosas.
Fue entonces que puso su vista en una banca ubicada justo enfrente de la bella vista que tenían de la ciudad.Una vista que no podía ni siquiera competir con los edificios mas caros ni lujosos.

-Hey Edgeworth, sientate aquí conmigo- de un momento a otro ya estaba desde la banca gritándole.

No respondió, solo fue directo a sentarse a su lado.
No se decían nada, pero tampoco era incómodo el silencio, era tan confortante la estadía del otro. A pesar de que sus corazones palpitasen tanto
Pero era como cuando eran niños, pero sin Larry.

Phoenix se le observaba tan relajado, sentado a sus anchas en esa vieja banca.
Edgeworth tan recto como siempre fue.
"¿debería intentarlo ahora?" Eran palabras que giraban dentro de su mente.

Entonces  Phoenix se levanto bruscamente de la banca y se situó enfrente de él.

-MILES EDGEWORTH TE AMO POR FAVOR NO ME ODIES!!- El pelopincho gritó a todo pulmón cerrando los ojos como si estuviera esperando un golpe.

Miles no se esperaba tal cosa, ni siquiera se llegaba a imaginar lo que estaba pasando ¿No era él quien le iba a  profesar su amor? Incluso se imaginaba rechazado al final. Y Phoenix lo acaba de recitar a los cuatro vientos.
Estaba tan jodidamente confudido, maldita sea.

-Serás imbécil- le gritó al mismo tiempo que se acerco a abrazarlo con fuerza.

Phoenix estaba perplejo, abrio abruptamente los ojos cuando sintio un cuerpo envolviendole.
Ahí estaba el, el responsable de revolverle el estomago en diversas ocasiones, un fuerte abrazo estaba recibiendo de él.

Le toma de los hombros para verle el rostro a su acompañante, con los ojos ligeramente llorosos.
Se curvo una dulce y preciosa  sonrisa en los labios del peli negro y le dijo:

-¿Puedo besarte entonces?- Miles solo arrugo el entrecejo sonrojandose a mas no poder, propiciondale un golpe en el pecho a Phoenix.

No pudo reclamar nada por que el apuesto fiscal le dio un pequeño inexperto y dulce beso.

-Que...- se quedo en blanco, y su rostro colorado ¿Que él no llevaba las riendas?

Miles se sento a su lado en el suelo dirigiendo su vista al cielo mientras sonreía. Se sentía en paz.

-Miles ¿Puedo dormir contigo? Olvide mis llaves- y no era excusa, de verdad las olvidó (tal vez a propósito?).

Y el sonrió, no sin antes dirigirle su común mirada de molestia.

Paso A PasoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora