17.Draco Malfoy trama un plan maestro.

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 Draco había escuchado a mucha gente gritar durante ese año. Muggles, impuros e incluso magos de sangre limpia que habían elegido el bando equivocado o habían servido mal a su señor. Había escuchado a sus propios compañeros de curso chillar bajo los Cruciatus con que los Carrow o sus propios amigos les torturaban. Incluso se había visto forzado a arrancar gritos de dolor él mismo. 

Pero los gritos de ella eran diferentes, ninguno, ningún alarido de sufrimiento insoportable, ningún chillido desgarrador trepando por gargantas doloridas le había atravesado así. Le rasgaban la piel y se le metían en los huesos, encogiendo su estómago y acelerando su pulso como si fuera él mismo el torturado. Y sentía ganas de gritar con ella. 

Los gritos que le llegaban normalmente acababan desapareciendo, tarde o temprano. Sin eco. Se transformaban en el silencio roto de quien ya no tiene fuerzas para chillar o en el eterno olvido de la muerte verde. A veces se quedaban unos segundos dentro de su mente, prologándose más de lo natural, como en una cueva vacía, pero tarde o temprano cesaban.  

Pero aquellos gritos, los gritos de Hermione Granger rebotaban dentro de su cabeza en un eco insoportable, de modo que sus chillidos se mezclaban unos con otros, se fragmentaban y se entrecruzaban en distintos puntos, una y otra vez, en un horrible cántico sin final. Las manos y las rodillas le temblaban ante la horrible visión que estaba obligado a presencia en la sala de dibujo de su propia mansión. Ella se convulsionaba bajo el cuerpo de su tía que inclinada parecía escribir algo en su brazo, algo realmente doloroso y cuando se cansaba le lanzaba algún que otro cruciatus. 

Bellatrix torturaba a la sangre sucia con un sadismo rabioso. Y él sentía que estaba a punto de caerse al suelo, junto a ella. Pero no, no podía hacerlo, tenía que salir de allí, sin embargo está vez no se iría sin ella.  

Aquella demente estaba disfrutando de lo lindo. Otro grito desgarrador que esta vez no esperaba. Se asustó, aquella vez sonaba lejano, como si se estuviera apagando. Agarró con fuerza la varita escondida en su bolsillo dispuesto a desarmar a Bella y entonces… 

-¡MIERDA! – Las cinco de la mañana en Malfoy Manor y otra vez aquella pesadilla.  

Aquella era la realidad, su realidad, que llevaba meses atiborrándose a pociones para dormir intentando controlar aquellas horribles visiones que no eran más que hechos de su pasado. Recuerdos. Pero desde que Hermione se había colado hasta atrás en su vida, aquel recuerdo en concreto se repetía una y otra vez, como si quisiera atormentarle.  

Estaba sudando. Aquello sí que era raro en él. Nunca, ni siquiera jugando al quidditch había sudado así. Y todo era fruto de la angustia. De no poder hacer nada.  Sabía que ya no volvería a dormirse, asi que se levantó y cogió de encima de su escritorio de caoba la última carta que había recibido, cuando tan solo acababa de entrar en la mansión. 

Había sido rápida. 

Él no es perfecto. Tú tampoco lo eres, y ustedes dos nunca serán perfectos. Pero si puede hacerte reír al menos una vez, te hace pensar dos veces, si admite ser humano y cometer errores (no espero que lo hagas aún), no le dejes ir y dale lo mejor de ti. Seguramente no va a recitarte poesía, no está pensando en ti en todo momento o quizás sí, pero te dará una parte de él que jamás nadie ha visto y que sabe que podrías romper. No le lastimes y tú tampoco a ella, no le cambies, y no esperes más de lo que puede darte. No analices. Sonríe cuando te haga feliz, grita cuando te haga enfadar y extráñale cuando no esté 

P.D: Esto lo escribió un muggle y yo le he hecho ciertas modificaciones ¿No se les da mal eh?

HERMIONE GRANGER

CUANDO TUS OJOS SE ENCUENTRAN CON LOS MÍOS (Draco & Hermione)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora