Capítulo 9

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Al llegar a la empresa subimos juntos al ascensor. Era evidente como todos miraban extrañados mi relación con Shin, como si el reír juntos fuera un pecado o algo raro.

Llegamos a la oficina y él tomó asiento.

—Es hora de tu trabajo —dijo con fuerza.

—Yo no trabajo, solo hago café —respondí.

—A eso me refería, Emma. Es tiempo de que utilices tu dedo para apretar ese pequeño botón y hacerme un café. —Sonrió.

Sin demorar más prepare un café para él y otro para mí. Se lo llevé al escritorio y le robé su portátil. Entré a Wattpad, ya era hora de actualizar alguna de mis novelas. Realmente tenía muchas y comenzaba a desorganizarse todo, cada vez que entraba con la idea de escribir, terminaba estresada por no saber qué hacer.

Un suspiro escapó de mis labios.

Sin pensar más abrí Mi gato: Aún eres mía, que era la segunda parte de Mi gato. Realmente no sabía qué título darle a la segunda parte, y una amiga me sugirió ese.

Antes de escribir, releía todos los capítulos anteriores para entrar en clima con la historia, luego creaba una nueva parte y comienzo.

Al principio nunca sabía qué poner o qué escribir, pero una vez que empezaba, las ideas iban llegando solas, una detrás de otra.

Cuando estaba en el punto clave del capítulo, Shin se escabulló detrás de mí y me asustó.

—¿Qué haces? —preguntó inocente luego de casi matarme del susto.

—Escribía en Wattpad hasta que me desconcentraste.

—¿Qué es Wattpad?

Suspiré, Shin hizo que perdiera mi inspiración.

—Es una plataforma gratuita donde muchas personas escriben libros, cuentos, poemas...

—Oh... —Miró concentrado—. ¿Y vos escribís?

—Evidentemente. —Señalé la pantalla.

—¿Qué géneros?

—Romance y fantasía generalmente.

—¿Y se puede hacer algo más en esa plataforma? ¿O solo eso y ya?

—En lo personal también hago diseños de portadas, así, de libros. Pero eso es depende de cada uno. Es decir, no todos editan.

—¿Dices que sabes de diseño gráfico?

—Sí, un poco —reí nerviosa

En realidad, era la tercera persona, después de mi mamá y.... Alex, que sabía que escribía y editaba en Wattpad. Realmente me daba mucha vergüenza que se supiera.

—Es genial, Emma. ¿Cuál es tu usuario?

—¿Eh?

—Tu usuario, tu nombre en la plataforma.

—No es importante.

—Claro que sí, quiero leer tus escritos y ver tus diseños.

—¡No puedes!

—¿Por qué no? —habló molesto.

—Porque me da vergüenza.

—No tiene que darte vergüenza hacer cosas que te gustan. Además, podría ayudarte a sacar tu libro en físico.

—Shin, no quiero, no insistas.

Cerré el portátil y me fui de la oficina.

La vez que le dije a mi ex que escribía se burló de mí. No me apoyó para nada, hasta me pedía que dejara de perder mi tiempo en eso. Tenía miedo de que Shin pensara igual, no quería que se burlara de mí. El anonimato me gustaba y quería que se quedara así. Fui al baño a echarme agua en la cara y, cuando me sentí preparada, regresé a la oficina.

—Ya vi cómo te llamas

—¿Eh?

—¿Por qué elegiste el nombre loquefue?

—Te dije que no quería que lo supieras, Shin —hablé molesta.

—La curiosidad mató al gato —respondió sin pensar.

—Y yo te mataré a ti —resoplé.

—¿Por qué ese nombre?

—Por qué cree la cuenta un día que había... Espera, ¡no te importa! Me tomo el día, me voy. Háblame cuando no estés de chusma.

Aigo... No era para que te enojes, Emma. Ven, no volveré a preguntar.

Sin prestarle atención me fui y como si de un drama romántico se tratara, él me siguió.

—Espera, Emma.

Salí de la empresa y me dirigí al parque que se encontraba enfrente. Shin me alcanzó y me tomó del brazo.

—¿¡Qué!?

—No te enojes por eso —dijo, riendo nervioso.

—Te dije que no quería que lo supieras. No respetas mi privacidad.

—Lo siento —murmuró e hizo un puchero.

Suspiré.

—Está bien, te perdono. Pero promete que no vas a volver a chismear sobre algo que te dije que no estoy lista para decirte.

—Lo juro. —Puso una mano en su corazón.

—¡Emma!

—¿Alex? ¿Acaso me estas siguiendo?

—¿Qué haces aquí? —me preguntó, ignorando la presencia de Shin.

—Trabajo ahí, enfrente. Espera, ¡no te importa!

—¿Vos? ¿Trabajando? —rio—. No me mientas.

—Es verdad —intervino Shin—. Ella es mi secretaria.

—¿Qué clase de jefe monta una escena con su empleada?

—¿Estás celoso? —pregunté.

—¿Me estás engañando, Emma? —Me sujetó del brazo.

—¿Eh? Nosotros terminamos hace rato y lo que haga ahora con mi vida es cosa mía.

—No, te dije que no quería terminar.

—Alex, ¿verdad? —dijo Shin—. Puedes dejar de molestarnos. Supéralo, vos quisiste jugar a dos bandos, ahora soporta las consecuencias.

—¿Vos que te metés, chino?

—Él se mete porque quiere. Y es coreano, a ver si te entra. Los chinos y los coreanos son diferentes, Alex.

—Eso no importa, Emma. Ven, vamos.

Shin me tomó del otro brazo, me atrajo hacia él y me besó. 

El es mi coreano | DISPONIBLE EN AMAZON |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora