Capítulo 18

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Mi corazón estaba a mil, recordaba sus besos y sus caricias con claridad. Cerré los ojos con fuerza, deseando que Alex desapareciera, que se callara, que dejara de tentarme. Aquel deseo fue correspondido cuando de pronto Alex se separó de mí. Segundos más tarde escuché un golpe que me hizo abrir los ojos de par en par.

—Emma, ¿estás bien? ¿Por qué vuelves a tu casa? ¡No quise aprovecharme de ti!

—E-Estoy bien.

¿Qué hacia Shin aquí?

—¿Qué haces aquí? —gritó Alex enfurecido.

—Vine por Emma y me encontré con basura —se limitó a decir.

—Si hubieras tardado unos minutos más, ella estaría de vuelta bajo mis sábanas gritando mi nombre.

La cara de Shin se transformó, estaba enfurecido. Volvió a estampar su puño en el rostro de Alex y me tomó de la mano con fuerza.

—Emma no volverá contigo —afirmó y echó a andar lejos de él, sujetándome de la mano y medio arrastrándome por la calle.

Tomó el bolso y la valija con su otra mano y llegamos al auto. Me ayudó a entrar, guardó las cosas en el maletero y entró.

—Emma —suspiró—. ¿Si recuerdas lo que él te hizo, no?

—Si. Lo odio —murmuré.

—¿Entonces? No quiero ser mal educado ni meterme en tus asuntos, pero...

—Simplemente mi instinto animal va más rápido que mi cerebro —lo interrumpí—. Lo recuerdo todo: su tacto, sus besos...

—Haré que lo olvides —dijo molesto—. Ya verás.

Me dejó en el departamento y el volvió al trabajo. Me senté en el sofá y con mis manos oculté mi rostro. ¿Por qué Alex lograba mover tantas cosas en mí? ¿Por qué tenía que aparecer siempre en mi camino? Suspiré sonoramente. Qué vergüenza. Alex me podía tanto que no lo soportaba. Y lo peor era que lo que le dijo a Shin era cierto. Agradecí que Shin hubiera llegado a tiempo, de lo contrario ahora estaría lamentándome.

Me recosté en el sillón y planté mi vista en el techo. No supe cuándo me quedé dormida, pero un gran trueno me despertó. Todo estaba a oscuras y otro trueno resonó.

Mi corazón empezó a acelerarse, los rayos aislados iluminaban la habitación y los truenos rompían el silencio. Pegué un grito al tercer trueno y comencé a correr.

Me choqué con Shin en el pasillo a su habitación y me colgué de él.

—¿Estás bien?

No, no, no, y no. Negué con la cabeza. Otro trueno se escuchó y me sobresalte en sus brazos.

—Le tienes miedo a los truenos —sonrió.

Negué con la cabeza, no me gustaba ser tan vulnerable. Mi corazón iba a explotar y las primeras lágrimas escapaban de mis ojos. Shin caminó hasta el cuarto, llevándome en brazos, y me depositó sobre la cama. Yo me tapé los oídos con mis manos y cerré los ojos.

Estaba sentada en medio de la cama y sentí como Shin se ponía a mi lado. Luego me quitó las manos de los oídos y me colocó unos auriculares.

Realmente no supe qué decía la canción, ya que estaba en coreano, pero era lenta y tranquilizadora. Abrí los ojos y él estaba sentado frente a mí.

Ninguno apartaba la vista, él limpió algunas lágrimas que quedaban resbalando por mis mejillas y besó mi frente, dándome la paz que necesitaba. Sus labios apenas se separaron de mi frente y bajo hasta mi mejilla, dejando otro beso por el camino.

Se alejó unos centímetros y me miró fijamente. Sin darme tiempo a entender lo que estaba sucediendo, depositó un beso en mis labios. Automáticamente lo alejé, confundida. Sentía que eran demasiadas emociones en un solo día.

Él se apoyó contra el respaldo de la cama y me acercó a él, tomándome de la cintura.

Volvióa besarme y lo correspondí, intentando seguir su ritmo. Nos separamos en buscade aire y me recosté en su pecho, él me abrazó con ternura y así fue como logrévolver a conciliar el sueño.

El es mi coreano | DISPONIBLE EN AMAZON |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora