Capítulo 5

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Con un gran esfuerzo, levantó un pesado párpado solo para darse cuenta de que se había quedado dormida en el sillón. Algo en el fondo de su cabeza no dejaba de alertarla de que aquello no estaba bien, y no conseguía sacudirse esa sensación de encima. Haciendo una mueca por el mal sabor de boca que le había dejado la media cerveza que se había tomado antes de que el cansancio la venciera, fue al baño y se lavó con fuerza los dientes, cepillándose la lengua hasta que le entraron arcadas. Escupió un poco de pasta en el lavabo, apreciando que estaba ligeramente teñida de rojo, seguro que porque se había vuelto a hacer una herida en las encías.

Su teléfono vibró en el bolsillo trasero de los vaqueros que se había puesto al llegar, dejando el traje tirado en la cama de cualquier forma.

- Guizzoli – contestó con el cepillo en la boca.

- Jane, ¿dónde demonios te has metido? – preguntó Korsak.

- ¿Eing?

- Habíamos quedado en el Dirty Robber.

- Oh, miegda.

- Tendrías que haber visto la cara de Frost cuando veía que pasaban los minutos y que nos habías dejado colgados.

- Mmm, no, no, Kogsak – escupió una vez más sacándose el capillo de la boca para que se la entendiera – No ha sido premeditado, me quedé dormida en el sillón esperando a que fueran las ocho.

- No me pongas excusas, Jane...

- ¡No lo son! Estaré allí en menos de diez minutos, ¿vale?

Colgó a mitad de un suspiro resignado de su compañero. Maldiciéndose a sí misma, terminó de aclararse la boca y se pasó el peine apresuradamente para tratar de domar sus rizos. No era la primera vez que le pasaba aquello, pero sí la primera que no lo hacía aposta.

Tras el ataque de Hoyt, tuvo una temporada en la que les decía que iría cuando la invitaban a tomar algo después del trabajo y luego lo cancelaba en el último minuto con la primera razón inventada que le pasara por la cabeza. Sabía que era muy cantoso pero no le importaba porque ellos tenían la decencia de no sacarlo a relucir durante las horas de trabajo, el único momento en el que se veían. Después de aquello, empezó su manía de desaparecer por largos periodos de tiempo. Nunca se iba muy lejos, normalmente terminaba tirada en el suelo del archivo, rodeada por casos sin resolver y tan inmersa en ellos que no se daba cuenta de la hora que era hasta que alguien daba con ella o le daba por mirar el reloj. Últimamente se limitaba a quedar esporádicamente para que la invitaran a una cerveza y luego se marchaba a casa.

Ahora que se paraba a pensarlo detenidamente, no había sido nada justa con ellos. Sacudió la cabeza sintiendo el mordisco de los remordimientos en el estómago por segunda vez en el día y decidió que, a partir de ese momento, recuperaría a la vieja Jane Rizzoli, la que se apuntaba a la más pequeña oportunidad de pasarlo bien, la que peleaba cada año con el teniente para que hubiera una liga de béisbol. Con la vista fija en su propio reflejo, se hizo la promesa de que iba a cambiar.

Empezando esa misma noche.

- R&I –

- ¿Qué te ha dicho? – Alzó la voz por encima del creciente barullo típico de cualquier noche en el Dirty Robber.

- Que se había quedado dormida – contestó Korsak con una mueca – Viene ahora.

- Bueno, algo es algo – Frost se encogió de hombros.

El veterano decidió no contestar e hizo un gesto al atareado camarero para que les sirviera dos cervezas más. La puerta se abría y cerraba constantemente con gente entrando y saliendo, pero el ruido no disminuía en ningún momento. El algún rincón, alguien había puesto una canción en la Jukebox y había una pareja bailando abstraídamente al ritmo de la música, prácticamente ahogada por las conversaciones, las risas, gritos y vasos chocando. Un grupo de hombres celebraban su victoria al futbolín mientras sus compañeros, los derrotados, les daban empujones para que dejaran de restregarlo. En una de las mesas estaban celebrando un cumpleaños y en otra un reencuentro de colegas.

The Yin to my YangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora