Llegó al almacén y fue directo a abrazar al rubio.
Yoongi al verlo suspiró mientras envolvía sus brazos en Jimin.
Después de esta tarde en el café -y las que siguieron- el rubio había comenzado a acostumbrarse a esa muestra de afecto.
Eso hacía a Jimin sonreír más que de costumbre
— Buenos días Azuquita
— ¿Qué asegura que lo sean?
Su pesimismo persistía, pero Jimin podía con ello.
— Nadie ni nada, sólo tienes que pensar que lo serán.
Yoongi suspiró y asintió con la cabeza, comenzando a clasificar algunas cosas dando por terminar la conversación.
{...}
Comenzó a llorar.
Sin motivo, ni razones. Sólo lo hizo en silencio.
Mordía su puño para poder callar los sollozos; a pesar de que nadie podría encontrarlo en ese pequeño cuarto de almacén.
En cuanto vio que era el final de la jornada... salió corriendo.
Corrió y corrió hasta su hogar, sin mirar atrás o a los lados, a ninguna parte. Sólo quería llegar a casa.
{...}
Jimin fue tras él.
Tenía el corazón como loco; debido a su poca condición física y el susto de casi ser arrollado.
Llegó a una casa vieja en la que el rubio había entrado. Yoongi, en su repentino ataque de tristeza dejó la puerta abierta, por lo que no le resultó difícil entrar.
Encontró al chico hecho un ovillo y su corazón se rompió al ver como lloraba sin consuelo.
- Yoongi...
El mencionado lo miró asustado. Con esos ojos normalmente llenos de frialdad ahora mostrando nada más que tristeza.
— ¿Q-qué hace aquí? ¡Vete! No deberías verme así.. – Comenzó a hipar.
Se sentó a su lado y comenzó a acariciar su cabello en un intento de calmarlo. Cosa que de alguna manera funciono.
— ¿Por qué haces esto? – Susurró sin alejar al castaño.
— No quiero que estés triste.
Entonces Yoongi rió, una acción que no encajaba con las circunstancias del momento, estaba completamente fuera de lugar; pero siguió haciéndolo de una forma tan preciosa que Jimin no pudo evitar besarlo.