La puerta parecía muy lejana a pesar de estar a un paso de distancia. El rubio mantenía su puño alzado y sus nudillos rozaban levemente la madera.
Estaba teniendo un debate mental sobre si realmente era apropiado estar ahí, quizá no le había dado el tiempo o espacio suficiente a Jimin. No podía asegurar que la puerta sería abierta en caso de que tocara.
Podría usar el timbre para camuflar su llegada, aunque en el pasado no tuvo la necesidad de tocarlo; la puerta siempre se había mantenido abierta para él.
Soltó aire que había estado reteniendo, optando por tomar la perilla para poder entrar y terminar con el problema. Sin embargo algo estaba mal, por más que giraba y giraba, la puerta no parecía ceder. Extrañado, decidió agacharse y observar por el pequeño espacio de aproximadamente un centímetro que existía bajo la puerta, encontrándose con un lugar vacío por completo.
Su visión se encontraba limitada por lo que sólo podía observar la sala y una minúscula parte de la cocina, igual de vacía, carente de las platas y decoraciones que el castaño poseía. ¿Acaso habían saqueado el departamento?
Volvió a girar la perilla, obteniendo el mismo resultado. Desistió después del quinto intento, cambiando su rumbo hacia los vecinos de Jimin. La mayoría lo vio salir a altas horas de la madrugada con varias maletas, ninguno supo el porqué.
Recordó repentinamente que ambos trabajaban en la bodega, golpeándose en la frente por no haber ido a buscarlo por ahí.
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Ni cinco minutos le tomó llegar al lugar, siendo recibido por los gritos de Joon, asegurándole a Yoongi que estaba despedido, lo cual no le importó cómo debería.
Cuando su ex-jefe logró serenarse le informó al teñido que Jimin había renunciado hace no más de tres días.
- Se despidió de absolutamente todos, es un chico muy amable y carismático para trabajar en un simple almacén – Se encogió de hombros – Espero que encuentre en Estados Unidos lo que sea que esté buscando.
Yoongi parpadeó atónito.
- Te dejó una nota en su casillero, algo de poesía vacía si me lo preguntas – Le extendió un pedazo de papel perfectamente doblado.
Asintió para salir del lugar, intranquilo por lo escrito en el papel.
¿Y ahora, qué?
“¿Cómo le sonríes a alguien que te está rompiendo el corazón?
Sería un tontería perdonar a esa persona, hacer las pases con ella para que un día vuelva a lastimarte, ¿No lo crees?
Perdóname, Yoongi, necesito abandonarte.”
Al principio, se sintió furioso, y no sabía porque. Le resultó tan cobarde la decisión de Jimin que no pudo evitar maldecirlo entre lágrimas de frustración y tragos de vodka.
No quería que el castaño se fuera, la idea de llamarlo para tratar de convencerlo de volver le parecía sumamente tentadora. Pero luego lo comprendió, si él no deseaba ser reparado por Jimin, no podía obligarlo a quedarse y ser destrozado por completo.