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Yoongi no se sintió con el derecho de permanecer en el lugar donde no era bienvenido, abondonó el lugar en cuanto vio al castaño perderse entre las calles.

El frío de la ciudad recibiéndolo, ignorando que hacer ahora que realmente está sólo y su alma se congelaba rápidamente al darse cuenta de las consecuencias de sus actos.

Rió con tristeza, sintiendo todo como una pesadilla, producto de sus pensamientos pesimistas, y al mismo tiempo todo era una realidad evidente.

¿Qué esperaba? Se había acostado con alguien más, le había sido infiel a la única persona buena en su vida, le había mentido.

No entendía como podía ser capaz de eso.

Se volvió a encerrar en su departamento, evitando cualquier contacto con el alcohol o tabaco, sólo pensamientos dañinos. Le importaba poco si tenía que ir al almacén a trabajar, que más daba si lo despedían, lo habrían hecho tarde o temprano.

Yoongi sólo salía para ir al apartamento del castaño de vez en cuando, observando desde abajo cuando Jimin se asomaba por la ventana para fumar, cada día más cigarros que el anterior.

Ignoraba si Jimin había notado su presencia alguna vez.

Preguntándose que horribles cosas pensará sobre él. El odio era un sentimiento que creía más sensato.

Estaba siendo demasiado cobarde como para ir y disculparse, para intentar que las cosas no fueran tan malas entre ambos.

Un día el humo cesó su salida de aquellos labios -que beso insuficientes veces- al igual que su dueño dejó de asomarse a la ventana. Supuso que esa era una buena señal, quizá Jimin estaba mejor.

No lo extremadamente feliz como para fumar, pero tampoco tan triste como para tener la necesidad de hacerlo.

Esperaba que su filosofía tuviera algo de sentido.

Shatter MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora