Yoongi despertó por la cegadora luz del sol golpeando su rostro, después de unos minutos de confusión lo primero que hizo fue levantarse con rapidez de la cama en la que se encontraba. El movimiento brusco provocando una punzada en su cabeza, por lo que decidió volver a acostarse.
Nos sabía donde estaba.
Las paredes amarillas eran demasiado alegres como para ser su habitación, y demasiado aburridas para ser del departamento de Jimin.
Vagos recuerdos de lo que pasó la noche anterior lo asaltaron, sin embargo estos estaban demasiado mezclados como para poder formar una historia coherente.
Una vez apaciguado -pero no desvanecido- el dolor de su cabeza decidió volver a levantarse, siendo más cuidadoso. Esperaba encontrarse en el cuarto de un hotel cualquiera, sin embargo lo que apareció ante sus ojos fue posters de bandas como Green Day y Guns N' Roses.
Si parte baja le dolía con cada paso que daba, buscando su ropa por la habitación.
Sabía lo que todo aquello significaba y sintió unas enormes ganas de llorar.
{...}
Su celular sonó a eso de las 2:13 p.m, terminando con el silencio que lo tenía envuelto desde que se ocultó en la cama de Jimin; usando una de sus remeras para que su perfume eliminara cualquier rastro del ojiverde.
Observo desganado la pantalla, desbloqueando el aparato únicamente para silenciarlo y poder ignorar los incesantes mensajes y llamadas que no contestaría.
Lo que hizo en cuanto llegó fue lamentarse, pensando en cualquier excusa que justificara sus acciones. Repitiéndose un sin fin de veces que eso tarde o temprano tenía que pasar, culpando al deplorable estado en el que se encontraba, las sustancias corriendo por su sistema volviéndolo tan manipulable...
Podría utilizar cualquier cosa para tranquilizar su conciencia aunque sea por un instante.
Sin embargo la culpa que lo carcomía era demasiada; sobre todo porque se trataba de Jimin a quien había engañado. Por otro lado, una parte de su mente le gritaba que no fue tan malo. Sentía -en cantidades diminutas al grado de ser inexistentes- un alivio inundar su pensamiento.
Porque Cian no se sentía como Jimin; el tacto del ojiverde tan seco, frío, carente de los choques eléctricos que Jimin creaba en su ser con tan solo darle una mirada.
Aquel desliz le permitió a Yoongi saber la verdad y aclararse. Ahora podía estar seguro de que Jimin es lo que quería, lo que necesitaba.
Más no sabía como explicarle aquello al castaño sin que este lo tratara como la basura que se sentía en ese momento.