Eran las 8:34 p.m y no había hecho nada más que permanecer en la sala, contemplando la chimenea.
Estaba aburriéndose hasta morir, ni siquiera podía permitirse escuchar música porque ésta resultaba como un interruptor para sus emociones negativas.
Ya tomo más de tres siestas en ese mismo día, en un vago intento de que el tiempo pasara más rápido.
Quizá fue una maña idea rechazar aquel viaje, puede que en California habría mayor diversión de la que podría obtener de Seúl.
Pero quién sabe, la ciudad era considerablemente interesante, de seguro hallaba algo con lo que distraerse.
Tomo su campera del perchero, y salió a la fría calle; con deseos de buscar entretenimiento por su propia cuenta.
No quería quedarse encerrado y consumirse en su auto-compasión.
{...}
Las calles lucían solitarias por el clima, sin embargo aún circulaban unos cuantos adolescentes como el, aunque estos lucían muy ebrios para ser las 9 de la noche.
Revisaba los nombres de los locales hasta que encontró un bar decente, situado entre un motel y unos baños públicas.
Se encogió de hombros, adentrándose al edificio.
Lo primero que vio fue la barra con unos cuantos puestos libres, se acercó con timidez y tomo asiento en el banco más alejado de los demás, pidió una simple cerveza al barman y se dedicó a beberla mientras observaba con cierto recelo como unos chicos jugaban billar a unos cuantos metros de ahí.
Uno de ellos se le acercó; era apenas unos milímetros más alto que el, su cabello era negro y tenía unos ojos verdes profundo.
- Linda noche, ¿No lo crees, cielo?
Yoongi sólo puedo darle una mirada molesta y extrañada.
¿Quién se creía para llamarle cielo?
El chico rió al no recibir una respuesta.
- Supongo que soné muy lanzado – Volvió a sonreír sin que Yoongi le devolviera el gesto – Pero ya sabes, tus ojos me recuerdan al cielo, casi tan hermoso como tú.
Yoongi recordó que tenía sus lentes de contacto puesto y entendió lo que dijo.
Para su sorpresa -y la del rubio- éste se sonrojo.
Maldijo hacía sus adentros por haber permitido que Jimin derrumbara el control que tenía sobre su cuerpo y sus reacciones. Reacciones tontas como el sonrojo para chicos tontos como el ojiverde.
- Soy Cian.